Poliamor en Portland: la ciudad que facilita las relaciones abiertas
Franklin Veaux era un niño de diez años cuando la profesora de inglés de su colegio leyó un cuento sobre una princesa a la que rondaban dos príncipes. “Yo pensé que, como las princesas viven en castillos y los castillos tienen espacio de sobra para tres personas, no había razón alguna por la que no pudiera quedarse con los dos”, dice.
Franklin, que ahora tiene 50 y vive en Portland (Oregón), llevó la idea a la práctica. Fue con dos chicas al baile de fin de curso del instituto, y perdió la virginidad en un ménage á trois. De hecho, no ha tenido una relación monógama en toda su vida, aunque estuvo casado durante 18 años. “La monogamia no va conmigo”, afirma. “Sencillamente, no la entiendo”. Pero, a falta de una palabra adecuada para describir su actitud vital, se limitó a definirse como una persona “abierta” hasta que, en la década de 1990, descubrió el término “poliamor”.
El poliamor consiste en mantener relaciones amorosas múltiples con el consentimiento de todas las personas involucradas. Con el tiempo, se está convirtiendo en algo normal y corriente, hasta el punto de que –según algunos investigadores– entre el 4 y el 5% de los ciudadanos de Estados Unidos practica algún tipo de relaciones no monógamas consentidas. En el año 2014, la revista Psychology Today publicó un artículo donde se afirmaba que 9,8 millones de estadounidenses admiten a terceros en su vida íntima, incluidas las relaciones de carácter estable, los cambios de pareja y otros modelos de prácticas sexuales no monógamas.
Con sus locales de intercambio de parejas, sus festivales anuales de porno y sus más bares de striptease per cápita de los que tiene ninguna otra ciudad de EEUU, Portland es también el paraíso del poliamor. No se puede ir a ningún sitio sin encontrar una relación poliamorosa y, aunque la ausencia de datos oficiales impide dar una cifra exacta, los miles de miembros de los distintos grupos de Meetup y los cientos de Facebook demuestran su alcance.
“Portland es un lugar maravilloso para nosotros”, dice Franklin, que casi nunca se deja ver sin sus orejas de conejo (se las regaló una amante, y explica que son “de transmisión sexual”, refiriéndose a que también las llevan sus otras novias). “Es una de las ciudades más amables con el poliamor de todas las que he conocido”, añade antes de desgranar una lista con localidades como Boston, Tampa, San Francisco y la Vancouver de la Columbia Británica (Canadá). En cuanto a su aceptación social, comenta que “depende fundamentalmente de mostrarse” y puntualiza que “antes de Internet, era muy difícil encontrar a otras personas que practicaran el poliamor”.
La opinión pública
Hasta hace poco, el poliamor era una práctica casi desconocida para la mayoría. Series de televisión como Polyamory: Married and Dating contribuyeron sin duda a que se diera a conocer en todo el país; pero esta primavera se ha lanzado otra serie, presentada como la primera comedia poliromántica, que puede acelerar el proceso: You Me Her, sobre las aventuras de una pareja atractiva, urbana y profesional (Jack y Emma) que inicia una relación poliamorosa con un posgraduado (Izzy). Y, evidentemente, la acción transcurre en Portland.
“Portland es una especie de fetiche para mí” –dice el guionista y creador de You Me Her, John Scott Shepherd–. Escarbo en el ambiente de la ciudad, tolerancia social incluida... como el hecho de que la hayan nombrado la gran ciudad más gay friendly de todo el país“. Sin embargo, Shepherd confiesa que no era consciente de su reputación poliamorosa cuando la eligió para rodar.
Muchas personas que practican el poliamor se han puesto en contacto con él desde que se emitió el primer capítulo. “Agradecen la decisión creativa de mostrar a una pareja de ciudadanos 'normales' que hacen algo que jamás se habrían creído capaces de hacer –continúa Shepherd, cuya serie tendrá una segunda y tercera temporadas–. Por lo visto, esa decisión es un fiel reflejo de su experiencia personal. No se ven a sí mismos como 'obsesos del sexo'”.
Julie Jeske, una psiquiatra de Portland que trabaja con parejas no monógamas, dice: “Es una ciudad más progresista que la mayoría, y la gente se siente más libre para experimentar con lo que otros podrían definir como un estilo de vida alternativo. Hay más información, más apoyo y menos estigmatización”.
Hacer que funcione
Portland tiene multitud de grupos, encuentros, listas de correo y talleres dedicados al poliamor, entre los que están el Polyamory Outreach Group de Franklin Veaux y una asociación de estudiantes fundada por Tamela Clover, de treinta años, psicóloga y matemática.
“Siempre supe que quería libertad y que la quería sin faltar a mi sentido de la ética, es decir, sin comprometerme a nada que no pudiera cumplir. Pero no tenía una palabra para definir ese anhelo”, dice Tamela, que vive desde hace siete años con su compañero, Jeffry Lords, de 39.
Jeffry tiene otra novia (Gaile Parker, de 31, también psicóloga). Se conocieron hace 14 meses en OkCupid y, desde entonces, los tres se encuentran en lo que llaman una “V” flexible, con Jeffry como vértice. Gaile y Tamela no mantienen ninguna relación sexual o romántica, y se consideran respectivamente un “metamor”: la compañera de su compañero, algo parecido a un lazo de carácter familiar.
Gaile nunca se ha sentido cómoda con las relaciones monógamas. “Me acostumbré a la monogamia con el paso de los años, pero me parecía una experiencia controladora y posesiva. Podía estar perdidamente enamorada de una persona, pero no podía estar solo con ella. Llegué a creer que era un monstruo. No sabía que había otras formas de vivir”.
Gaile y Tamela se muestran encantadas de salir con más personas, aunque puede ser complicado en términos de tiempo, expectativas y dinámicas. “Tienen que ser compatibles con lo que yo considero mi tribu –dice Tamela–. No quiero a nadie que me cause problemas con mis otras relaciones”.
Luego está el problema de los celos. Eve Rickert, una de las compañeras de Franklin Veaux, admite que los celos han sido un problema en todas sus relaciones amorosas. Vive con su marido desde hace 16 años, pero está con Franklin desde 2012; de hecho, Veaux y ella son coautores de un libro sobre el poliamor: More Than Two: A Practical Guide to Ethical Polyamory. Y, mientras Eve sale también con mujeres, Franklin mantiene cinco relaciones distintas: “nuestra capacidad para relacionarnos es limitada, y creo que yo estoy cerca de mi límite”, dice.
Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con su forma de vivir; ni siquiera en Portland, que se enorgullece de su liberalidad. “Muchos se niegan a salir contigo cuando saben que no eres monógama”, afirma Pamela. “Prefieren salir con personas que las engañan continuamente antes que salir con alguien como yo, que dice lo que es”.
Tamela y Jeffry reciben propuestas de gente que quiere experimentar el poliamor, pero no se sienten cómodos en actos y reuniones sociales. Además, su actitud vital les ha costado la pérdida de varios amigos, y Jeffry no entiende que un simple asunto de preferencias emocionales pueda ser un problema para algunos: “Al final, todo se reduce al amor. A cómo quieres amar”.
Traducción de Jesús Gómez Gutiérrez