Remando en plástico: conozca al hombre que nada en el basurero del Pacífico
Ben Lecomte, un hombre francés de 52 años, viaja de Hawái a San Francisco atravesando la gran mancha de basura en el Pacífico, con el propósito de entender cómo el plástico afecta a nuestros océanos. Nadará un total de 300 millas náuticas e intermitentemente navegará en velero con una tripulación de diez personas.
Atravesará a nado un giro conocido como el vórtice de basura del Pacífico, hogar de la mayor concentración de desechos de plástico del mundo. La distancia que ha decidido nadar es también un viaje metafórico para simbolizar las 300 millones de toneladas de residuos plásticos que se generan anualmente. Se estima que de este total, unas 8 millones de toneladas de residuos plásticos van a parar a los océanos.
Desde que comenzó el viaje el 14 de junio en Hawái, Lecomte y su tripulación —integrada por marineros, documentalistas y científicos— han encontrado de todo, desde contenedores vacíos hasta juguetes para niños y redes de pesca abandonadas. Drew McWhirter, un científico que integra la expedición, descubrió microplásticos hasta en su cena: al abrir un mahi-mahi recién pescado, se encontró con un trozo de plástico en el estómago del pez.
“Aprendimos mucho de esta experiencia”, señala Lecomte: “Basura de plástico que regresa a nuestros platos”.
Es la primera vez que se intenta hacer una travesía a nado de larga distancia de este tipo. En esta hazaña, concebida como una expedición científica y de aventura, Lecomte y su equipo recolectarán muestras de microplásticos y pondrán etiquetas GPS en residuos plásticos flotantes de mayor tamaño, para que los investigadores puedan entender mejor cómo se mueven los plásticos por el océano.
Esta no es la primera vez que Lecomte emprende una aventura de este tipo. En 1998, se convirtió en el primer hombre en cruzar el Atlántico sin el apoyo de una tabla de nado, una hazaña que tardó 73 días en completar y en la que incluso le siguieron tiburones. El año pasado intentó cruzar el Pacífico a nado desde Japón. Completó 1.500 millas náuticas (2.700 kilómetros) antes de verse obligado a abandonar el esfuerzo debido a las condiciones de tormenta, que dañaron su embarcación de apoyo.
Disponer de un barco de apoyo es crucial, ya que esto le proporciona a Lecomte el descanso y la alimentación necesarios para poder nadar una media de ocho horas diarias. Suele hacer pausas para tomar algo de sopa y pan, y descansar, pero puede nadar hasta cinco horas sin parar. Después de ocho horas en el agua, regresará a la embarcación para una comida cargada de carbohidratos, seguida de una siesta y una segunda comida por la noche. Lecomte, que espera completar la travesía en septiembre, nada siete días a la semana, tomando descansos sólo cuando está exhausto o si las condiciones climáticas son demasiado peligrosas.
Mientras nada, la tripulación recoge con redes muestras de plástico en el agua, a menudo miles de piezas al día, que son meticulosamente clasificadas y contadas. El equipo calcula que en las últimas tres semanas ha recolectado más de 17.000 piezas de microplásticos y ha visto más de 1.200 piezas más grandes de basura flotante.
Un grupo de científicos de la Universidad de Hawái ha fijado la ruta de Lecomte, por medio de imágenes por satélite y modelos oceánicos que permiten localizar la mayor concentración de desechos. “Nuestro objetivo es llegar a California con la primera base de datos transpacífica sobre contaminación por plástico, e involucrar a la mayor cantidad de personas posible para que sean parte de la solución”, señala Lecomte.
Icebreaker, una marca de ropa deportiva con sede en Nueva Zelanda que remarca que su ropa está hecha a partir de materiales naturales (principalmente lana merino), también patrocina esta expedición. La aventura de Lecomte quiere crear conciencia sobre la creciente prevalencia de microfibras sintéticas en los océanos y mares del planeta. Los estudios han estimado que un solo una colada de lavadora libera entre 700.000 y un millón de fibras sintéticas.
La doctora Sarah-Jeanne Royer de la Universidad de San Diego es experta en cuestiones vinculadas con la degradación producida por plásticos y microfibras y asesora la misión de Lecomte a distancia. Indica que la tripulación del barco ha recolectado muestras de agua de mar en distintos lugares, y ha encontrado microfibras en cada muestra. “Estas fibras sintéticas son tan ligeras que llegan a todas partes”, señala: “Las estamos respirando”.
A pesar del gran interés público, los científicos todavía saben poco sobre la omnipresencia de la contaminación por plástico en los océanos, explica Royer. La inmensidad de los océanos hace que el movimiento de los plásticos sea difícil de estudiar, mientras que los giros como el que está situado cerca de la ruta de Lecomte pueden mantener los desechos plásticos en un área restringida durante largos períodos de tiempo, antes de liberarlos hacia las costas hawaianas.
“Sólo sabemos dónde está el 1% de los desechos plásticos en el océano”, puntualiza. De hecho, un estudio realizado en 2014 reveló que la inmensa mayoría de todos los plásticos que se sabe que se encuentran en los océanos no pueden ser contabilizados. “Así que la gran pregunta es ¿adónde va este plástico en el océano?”.
La experta espera que los hallazgos de Lecomte y su equipo contribuyan a encontrar la respuesta. “Esta información tiene un valor incalculable. [La tripulación] podría haber impulsado una campaña sin recabar esta información pero se percató de la importancia de tener estas muestras”, afirma Royer. “Sin evidencias científicas es imposible demostrar la presencia de plástico en los océanos y sus efectos devastadores sobre el medioambiente.”
Traducido por Emma Reverter