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ANÁLISIS

Una aplicación puede detectar el 98,5% de los contagios por COVID-19 ¿Por qué no está disponible?

Un hombre protegido con mascarilla realiza una videollamada por su teléfono móvil.
9 de enero de 2021 22:54 h

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El mundo no estaba preparado para la pandemia del coronavirus. De hecho, todavía no lo está. Los problemas logísticos y de inventario para conseguir equipos de protección personal o respiradores siguen exponiendo a los profesionales sanitarios y sus pacientes ante riesgos evitables. Mientras, las largas esperas para hacerse pruebas de diagnóstico contribuyen a que el virus se siga extendiendo. 

Sin embargo, desde el principio de la pandemia se han desarrollado numerosas innovaciones científicas, prometedoras, que podrían colaborar en la reducción del número de muertes al menos hasta que todo el mundo pueda vacunarse. ¿Por qué no están disponibles? 

Una prueba para saber si estás contagiado a través del teléfono

A finales de septiembre, investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés) anunciaron que habían desarrollado un algoritmo capaz de detectar los contagios de manera precisa y que funciona a través del teléfono móvil. El MIT afirma que cuando los participantes del estudio se forzaron a toser, el algoritmo detectó con éxito el 98,5% de las infecciones de COVID-19 de las personas que tenían tos y el 100% en el caso de las personas sin síntomas.

Si se lanzara como aplicación, este desarrollo tecnológico podría significar la posibilidad de detectar los contagios en cualquier momento y lugar. Esto explicaron en un artículo científico revisado de manera independiente: “La tecnología de Inteligencia Artificial puede distribuirse al instante y permitir un examen gratuito, no invasivo, en tiempo real, en cualquier momento y a gran escala de los casos asintomáticos que permite mejorar el enfoque actual a la hora de contener la expansión de la COVID-19. En la práctica, podría usarse para examinar a diario a estudiantes, trabajadores y ciudadanía en general, en escuelas, centros de trabajo o transporte público. También podrían realizarse pruebas agregadas en grupos que permitan alertar rápidamente cuando se produce un brote en ciertos colectivos”. 

El impacto de esta tecnología sería inmenso. Hoy, los resultados pueden tardar en procesarse hasta una semana. Los retrasos y la escasez de las pruebas de detección se deben a motivos como rupturas en la cadena de suministro de hisopos y componentes químicos o a la presión que sufren los técnicos de laboratorio, que procesan un gran número de pruebas. El examen solo puede informar de casos ya positivos en el momento de su realización. No de si hay un contagio después. Esto, por tanto, podría llevar a una sensación de seguridad falsa. 

Una prueba instantánea de detección de la COVID-19 realizada desde el teléfono móvil cambiaría el estado actual de las cosas y salvaría innumerables vidas. Los desarrolladores dicen que tienen intención de que la tecnología esté disponible como aplicación en espera de la aprobación por parte de las autoridades pero no está claro cuál es el calendario con el que se prevé que esté al alcance del público. (El equipo no respondió a las peticiones de entrevista).

Una mascarilla N95 reutilizable

Las mascarillas N95, las de mayor protección ante la COVID-19, han escaseado y eso ha supuesto la muerte de incontables doctores y personal de enfermería. Pero, ¿cuál es el motivo de esta escasez? La sobrecarga en la cadena de producción del material necesario para fabricar las mascarillas, que necesita de maquinaria muy cara. 

En julio, un grupo de investigadores del MIT y del hospital Brigham and Women’s recibieron mucha atención por parte de los medios después de inventar una mascarilla N95 de silicona reutilizable, la cual resistía a repetidas esterilizaciones a alta temperatura y con lejía. Eso la haría ideal para contextos hospitalarios. Dicha mascarilla, que requiere de mucho menos material que la N95 estándar, podría fabricarse sin problema en Estados Unidos. Y, a diferencia de lo que sucede con la N95 normal, podría reutilizarse 100 veces.

A finales de 2020, la compañía estadounidense 3M había fabricado 2.000 millones de mascarillas N95 para atender a la demanda. Este hecho sólo sirve para incrementar la crisis de la contaminación por plástico. Una mascarilla reutilizable contribuiría a evitar la montaña de desperdicios que termina en el océano o en el aire en los casos en los que se incinera. 

Según Adam Wentworth, ingeniero e investigador que trabaja para mejorar esta mascarilla, aún están en fase de recaudación de fondos para crear el prototipo final. Cuando logren su meta económica, tendrían que someterla a la aprobación de las autoridades competentes. Ese proceso, incluso si se declarara prioritario, podría alargarse hasta seis meses. Puede que haya mucha gente vacunada antes de que llegue la mascarilla. Cuando esté aprobada, es posible que la pandemia haya terminado. 

Aguas residuales

Sabemos que las personas infectadas por coronavirus pueden ser asintomáticas hasta dos semanas antes de saber que están enfermas. Eso significa que los métodos para la detección temprana son fundamentales para frenar la expansión del virus. 

En mayo de 2020, el medio de información científica Stat News informó de que las pruebas en aguas residuales ofrecían un mecanismo esperanzador para detectar rápidamente casos de COVID-19. Poco después, Alemania, Finlandia y los Países Bajos anunciaron que comenzarían a revisar estas aguas para localizar casos de COVID-19. En Estados Unidos, la senadora Dianne Feinstein pidió en julio al Departamento de Salud que pusiera en marcha esta tecnología a escala nacional, pero su adopción ha sido lenta.

Varias universidades, entre las que se incluye el MIT, ya están utilizando sistemas de prueba en aguas residuales para adelantarse a los brotes en el campus. Este método ya resultó útil para detener un brote en una residencia de la Universidad de Arizona en agosto, pero la mayor parte del país aún no se beneficia de un sistema de detección temprana efectiva que ya ha demostrado su utilidad.  

Sabemos que nos adentramos en la fase más mortal de la pandemia, con más casos y fallecimientos que los registrados en picos previos la primavera pasada. Las vacunas ya comienzan a circular en el Reino Unido, China, Estados Unidos y algunos países más a gran velocidad. La cuestión ahora es saber si alguna de estas tecnologías se emplearán cuando más necesarias son, es decir, justo ahora, o si se extenderán sólo cuando salgamos de esta pandemia. Uno espera que la “velocidad de la luz” no se limite a la vacuna sino también a otras tecnologías. Pero no tiene buena pinta.

Traducido por Alberto Arce

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