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The Guardian en español

Stephen Miller, el asesor supremacista que es intocable para Donald Trump

Stephen Miller, la mano derecha de Trump en inmigración

Amanda Holpuch

Desde hace semanas la Casa Blanca lidia con las consecuencias de un escándalo que estalló tras la publicación de unos correos electrónicos que dejan en evidencia la ideología supremacista de uno de los principales asesores de Donald Trump, Stephen Miller. Pese a ello, el Gobierno ha dejado claro que apoya sin fisuras a su asesor.

Más de 100 congresistas, decenas de grupos de defensa de los derechos civiles y al menos 130.900 personas más han pedido la dimisión o el cese de Miller. Sin embargo, la Casa Blanca y el Partido Republicano en su conjunto han seguido apoyando al asesor después de que saliera a la luz que alienta temores fundados en ideas racistas, como por ejemplo una teoría de la conspiración en torno a las tendencias demográficas del país y al hecho de que los blancos de Estados Unidos están siendo reemplazados [por minorías].

Ruth Ben-Ghiat, una estudiosa de la historia del fascismo en Europa, señala que Miller es intocable en la Casa Blanca porque es la combinación perfecta de ideología y de personalidad en la sombra para apaciguar a Trump, un “líder ávido de atención” que promueve políticas de extrema derecha. “Miller es un extremista discreto y, de hecho, estos son los más peligrosos”, afirma Ben-Ghiat.

La organización estadounidense Southern Poverty Law Center (Centro legal sobre la pobreza sureña, SPLC) publicó el mes pasado una serie de correos electrónicos en los que el asesor apoya teorías racistas reflejadas en páginas web y libros supremacistas blancos. Miller envió dichos correos a uno de los creadores de contenido de Breitbart y con ello propició que el portal publicara artículos sobre esta cuestión.

Miller está detrás de muchas políticas de inmigración de Trump y tiene mucho poder sobre el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), donde de forma silenciosa ha contribuido a reformar la política de inmigración de los Estados Unidos a través de pequeños cambios burocráticos, así como también con medidas drásticas, como el veto migratorio contra musulmanes de cinco países. Dicho decreto se aprobó al margen del procedimiento habitual.

Miller ha ido ganando posiciones en la Casa Blanca a medida que el Partido Republicano se ha ido alejando de una posición moderada con el objetivo de ganarse las simpatías de destacadas figuras de extrema derecha. “Resulta muy difícil que los estadounidenses entiendan que en realidad este tipo de correos electrónicos son bien vistos por el tipo de público que Trump quiere atraer”, indica Ben-Ghiat.

Uno de los únicos republicanos que ha criticado a Miller ha sido el senador por Utah Mitt Romney. En declaraciones al HuffPost, Romney indicó que le gustaría que “Miller diera más explicaciones sobre su vínculo con esta ideología”. También señaló que es consciente de que el presidente se puede dejar asesorar por quien quiera. “No creo que esto le dé la buena imagen que debería tener”, añadió.

El Consejo para las relaciones estadounidenses-islámicas (Cair), un grupo de defensa de los derechos civiles de los musulmanes estadounidenses, ha sido uno de los muchos grupos de defensa de los derechos civiles que han pedido la dimisión de Miller. El director de asuntos gubernamentales de la organización, Robert McCaw, ha indicado que el escándalo “no es un incidente aislado”, y ha recordado los vínculos de otros miembros del equipo presidencial con el supremacismo blanco.

En 2016, Trump nombró a Steve Bannon, expresidente ejecutivo de Breitbart News, como estratega jefe de la Casa Blanca, a pesar de que se relaciona el sitio web de Bannon con este movimiento para preservar la “identidad blanca” y defender los “valores occidentales”.

El exasistente adjunto de Trump, Sebastian Gorka, fue fotografiado con una medalla de Vitézi Rend, un grupo con vínculos históricos con la Alemania nazi y el asesinato de judíos durante el Holocausto. Gorka afirmó que sólo lucía la medalla como homenaje a su padre. Como Bannon, ya no trabaja en la Casa Blanca. En agosto de 2018, Darren Beattie, que escribía discursos para el presidente, dejó de trabajar en la Casa Blanca después de que saliera a la luz que había pronunciado un discurso en una conferencia a la que suelen asistir nacionalistas blancos.

“Por esta administración han pasado muchas personas con un discurso en contra de los inmigrantes o que simpatizan con el supremacismo blanco”, señala McCaw. “Todos han terminado siendo cesados, pero en cambio Miller sigue en pie porque a Trump le gustaron sus medidas en contra de la inmigración y además comparte sus ideas supremacistas”, añade.

Esta administración también ha demostrado ser impermeable a las críticas. “Alguien con un discurso tan abiertamente supremacista y que promueve políticas tan draconianas, xenófobas y racistas no podría haber sobrevivido durante las presidencias de Bush o Reagan”, puntualiza McCaw. La permanencia de Miller como asesor en la Casa Blanca ha llevado a que muchos se pregunten qué implicaciones tiene este hecho para Estados Unidos.

La semana pasada, el consejo editorial del periódico New Jersey Star-Ledger publicó un artículo de opinión en el que pedía la dimisión de Miller. En el artículo ya avanzaba que “seguramente Trump ignorará este consejo” y señaló: “Esperemos que cuando su presidencia llegue a su fin y cese el culto a su persona, el país recupere los estándares básicos de decencia”.

En un segmento llamado Fire Stephen Miller Right F*king Now [Despidan a Stephen Miller de una p*ta vez], la presentadora de televisión Samantha Bee, fue igual de contundente: “Si no hay consenso en el país sobre el hecho de que un supremacista blanco no debería tener cabida en la Casa Blanca, entonces probablemente este gran experimento estadounidense ha fracasado”.

Traducido por Emma Reverter

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