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La UE entra en la retórica de la guerra con el riesgo de pasarse de frenada

Los presidentes del Consejo Europeo y la Comisión Europea, Charles Michel y Ursula von der Leyen.

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —

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La UE ha entrado en modo guerra. La invasión rusa de Ucrania y la desestabilización en Oriente Medio tras los atentados de Hamás y la posterior masacre de Israel en la Franja de Gaza llevó al club comunitario a intensificar sus esfuerzos para reforzar sus capacidades en materia de defensa, mermadas tras décadas de paz. En los últimos años, la UE ha ido superando tabúes, como el envío de armamento a Ucrania, y ahora se abre el debate de la financiación para lo que en Bruselas se ha recuperado el concepto de ‘economía de guerra’ con el objetivo de resituar a la industria de defensa europea. 

Conscientes de que el incremento del gasto militar genera reticencias, dirigentes europeos han optado por recuperar el discurso de una amenaza bélica, que ya sobrevoló en los primeros compases tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, para preparar el terreno. “El riesgo de guerra no es inminente, pero no es imposible”, expresó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el Parlamento Europeo la víspera de presentar la estrategia de defensa en la que se apuesta, entre otras cosas, por priorizar la compra conjunta de armamento. 

La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, que es de las más vocales contra Vladímir Putin, que ha decretado su busca y captura, lanzó un mensaje aún más exagerado. “Para evitar la tercera guerra mundial, Rusia debe perder”, expresó en una entrevista en La Vanguardia. Al día siguiente, a su llegada a la reunión con sus colegas de los 27, reiteró el aviso: “Si Rusia gana esta guerra, va a haber consecuencias en casa”. Los países fronterizos con Rusia son los que iniciaron los preparativos antes, como la recuperación o ampliación del servicio militar obligatorio. 

El alarmismo ha generado suspicacias en el propio seno de la UE, pese al ambiente bélico generalizado. “El llamamiento para que los europeos sean conscientes de los retos a los que se enfrentan es bueno, pero tampoco tenemos que exagerar. He oído algunas voces decir que la guerra es inminente, gracias a dios la guerra no es inminente”, respondió el alto representante, Josep Borrell, a las palabras de Kallas. “Nos tenemos que preparar para el futuro. No asusten a la gente innecesariamente”, apostilló. 

Sánchez: “No se puede hablar alegremente de terceras guerras mundiales”

El pensamiento es compartido en el Gobierno de Pedro Sánchez, a pesar de que la ministra de Defensa, Margarita Robles, advirtió recientemente de que “un misil balístico puede llegar perfectamente desde Rusia a España”. “Me gustaría hacer una llamada de atención a la sociedad española porque a veces tengo la percepción de que no somos conscientes del enorme peligro que hay en este momento”, agregó.  

Sánchez cuestionó esa retórica. “La contención es muy importante. No se puede hablar alegremente de terceras guerras mundiales ni trasladar unos mensajes que evidentemente preocupan a la ciudadanía (...). Creo que tenemos que utilizar otro lenguaje y no contribuir a esa escalada bélica”. El presidente hizo prácticamente una enmienda a la totalidad del tono que se emplea en un buen número de Estados miembros y en Bruselas: “No me siento reconocido cuando se habla de convertir a Europa en una economía de guerra ni me siento reconocido en expresiones que tengan que ver con la tercera guerra mundial”. 

El lenguaje de las conclusiones del Consejo Europeo, de hecho, es más medido, aunque apuntan a la necesidad de fortalecer las capacidades de seguridad y defensa de la UE, que es en lo que está embarcado el club comunitario. “La Unión Europea está decidida a aumentar globalmente su preparación y sus capacidades en materia de defensa para que estén a la altura de sus necesidades y aspiraciones en un contexto en el que las amenazas y los retos en materia de seguridad son cada vez mayores”, señala ese apartado. “El Consejo Europeo destaca la necesidad imperiosa de mejorar y coordinar la preparación militar y civil y de una gestión estratégica de crisis en el contexto de un panorama de amenazas en constante evolución”, dice más adelante. 

Fuentes gubernamentales enfatizan que el debate debe estar en el dinero, los instrumentos de financiación, el papel de las ayudas de estado o la asignación de recursos. “Tenemos que ser conscientes de que si la seguridad es un bien público común de la UE tenemos que financiarla no solo con presupuestos nacionales sino también con presupuestos europeos”, dijo Sánchez este viernes. 

España está a favor de los ‘eurobonos’ para que el refuerzo de las capacidades militares se financien con deuda conjunta, como propuso Emmanuel Macron. La idea se la ha apropiado posteriormente la primera ministra estonia, pero cuenta con el ‘nein’ de Alemania, Holanda y los frugales. “Hay distintas opiniones sobre los eurobonos”, admitió el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. 

“Todos queremos tomar decisiones para que haya más inversión en defensa”, agregó el político belga: “Tenemos que seguir trabajando en distintas opciones que permitan movilizar más fondos para reforzar las capacidades defensivas”. Michel reconoció que en lo que hay un mayor consenso es en que el Banco Europeo de Inversiones que pilota Nadia Calviño tenga “un papel más destacado” en el rearme de la UE

Las reglas internas de esa institución impiden ahora mismo financiar armamento y la intención de muchos Estados miembros es que se supere esa barrera. “Se invita al Banco Europeo de Inversiones a que adapte su política de concesión de préstamos a la industria de defensa, así como su definición actual de productos de doble uso”, señala el Consejo Europeo en sus conclusiones. Hasta ahora, el argumento de Calviño es que ya se financia material militar, como drones, que entran en el concepto de bienes de doble uso civil y militar. Al Gobierno no le gusta la idea de que el BEI, que se ha convertido en el ‘banco verde’ por antonomasia como mayor entidad pública, dé ese viraje. “Hay un riesgo de reducir la credibilidad y la capacidad de financiación del banco para otros elementos esenciales”, señalan fuentes gubernamentales: “Nos preocupa más el cambio climático que la guerra”. 

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