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Cannes olvida de nuevo a las directoras pero hace justicia con Hirokazu Kore-eda

El director japonés Hirokazu Kore-eda, en la alfombra roja del Festival de Cannes

David Martos

Pocas veces una Palma de Oro del Festival de Cannes -más allá de la calidad fílmica de la película ganadora, que la tiene- ha hecho tanta justicia al cineasta que la recibe. El japonés Hirokazu Kore-eda, de 55 años, lleva paseando su cine por el circuito internacional de festivales más de dos décadas. Había conseguido el Premio del Jurado en Cannes, en 2013, por De tal padre, tan hijo; en 2011, Milagro se hizo con el Mejor Guión del Festival de San Sebastián, y ya en 1995, el nipón había conseguido el reconocimiento como Mejor Director en la Mostra de Venecia gracias a Maboroshi. Pero ha tenido que llegar su Shoplifters, en 2018, para que el festival más prestigioso del mundo le otorgase el más prestigioso de los premios. La Palma de Oro reconoce a una película que, en palabras de la crítica, retrata de forma deliciosa el drama de una familia de rateros que acoge a una niña abandonada.

Y sin embargo el reparto de justicia, en un año en el que también habría sido justo que ganara la Palma de Oro una mujer [no ocurre desde El Piano de Jane Campion en el año 1993], no acabó con Kore-eda. El jurado que encabezaba Cate Blanchett decidió pedir permiso a la dirección del festival para crear un premio nuevo, inclasificable, como la película a la que estaba destinado: una Palma de Oro Especial para Le livre d'image, de Jean-Luc Godard, ese mosaico indescifrable sobre el presente, con audios e imágenes que no se corresponden, con lecturas de citas de libros, con el torrente imaginativo del maestro de la Nouvelle Vague, inagotable medio siglo después de mayo del 68. El segundo premio en imporancia, el Gran Premio, ha recaído en las manos del reivindicativo Spike Lee, que con su Blackkklansman no pretende ocultar su político mensaje contra el racismo, sino potenciarlo gracias a la comedia.

Mujeres en el palmarés

Dos de las tres mujeres que competían por la Palma de Oro, una vez dicho todo lo anterior, han entrado en el palmarés. El tercer premio en importancia, el Premio del Jurado, ha sido para Capharnaüm, de la directora libanesa Nadine Labaki; la italiana Alice Rohrwacher, que ya se llevó el Gran Premio en 2014 con Las maravillas, ha compartido ex aequo el premio al Mejor Guión con su Lazzaro Felice [la otra mitad del galardón ha sido para el iraní Jafar Panahi]. El Mejor Actor estaba cantado desde hace días. Marcello Fonte, por el Dogman de Matteo Garrone, sonaba por todas partes como ganador; más tapada estaba la candidatura a Mejor Actriz de Samal Yeslyamova, la protagonista de Ayka. Este premio nos lleva también a destacar que los dos directores que no han podido viajar a Cannes para presentar sus películas se han llevado premio. La Cámara de Oro, el premio al mejor debut, ha sido para la belga Girl, dirigida por Lukas Dhont [participaba en Una cierta mirada].

Y así termina un Festival de Cannes que comenzó marcado por las polémicas [la ausencia de Netflix, la presencia de las mujeres, el cambio en los horarios] y que termina repartiendo premios con justicia. A pesar de la ausencia de estrellas. Quien ha estado muy presente en el festival ha sido el movimiento #meToo. En la gala de clausura, la actriz Asia Argento, ha congelado la sonrisa del Gran Teatro Lumiére con estas palabras: “En 1997 fui violada por Harvey Weinstein, aquí en el Festival de Cannes. Este festival era su terreno de caza. Hoy, sentados entre ustedes, hay quienes aún tienen que responder de sus actos. Sabéis quiénes sois y sabemos quiénes sois. No dejaremos que os salgáis con la vuestra nunca más”.

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