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Gonzalo Suárez: “Quise inventar el cine y cambiar el mundo, pero no pude hacerlo”

Gonzalo Suárez, durante un encuentro en la edición número 29 del Festival Cinema Jove

David Martos

Madrid —

La tranquilidad del domicilio de Gonzalo Suárez, muy cerca de la Plaza de Oriente de Madrid, es el bastidor perfecto para la entrevista de Kinótico con el director. De esas entrevistas que podrían haber durado horas, y cada una de esas horas habría estado llena de anécdotas, de sabiduría y de amabilidad por parte del entrevistado. Suárez [Oviedo, 1934] está rematando su último libro -del que no quiere hablar- y sigue empeñado en hacer cine. Quiere hacer cine. Quiere rodar. Algo que no hace desde 2007, desde que estrenara Oviedo Express. Intentamos que la charla no transcurra por sus caminos más conocidos: por las películas Ditirambo, Epílogo, El detective y la muerte, Remando al viento [con Hugh Grant, que le dio su Goya a la Mejor Dirección]; intentamos hablar del otro Gonzalo Suárez.

Por ejemplo de su película Morbo [1971], en la que dirigió a unos jovencísimos Ana Belén y Víctor Manuel. “No voy a contar ahora la historia que tenía en la cabeza, pero es una película a la que durante mucho tiempo no le tuve simpatía. Mi propuesta, que sigue siendo la de ahora, era nada más y nada menos que inventar el cine”, dice Gonzalo Suárez con ironía. “Y a poder ser cambiar el mundo. Luego no es que me moderara, es que no he podido hacerlo... ¡pero lo intentaré!”. Después la conversación gira hacia el fútbol, hacia la relación del director con el mítico Helenio Herrera, que tuvo dos hijos con su madre. Le ayudó como ojeador en el Inter de Milán. “Ese fue mi contacto con el fútbol y paradójicamente con el cine, por cuanto fue el presidente Moratti, padre del actual, el que me pagó las primeras películas”.

¿Qué opina de Hollywood? “Yo, como todos los que hemos vivido aquí, hemos sufrido una bendita invasión de dioses que hablaban nuestro idioma”, bromeaba en referencia a la aparición en las pantallas españolas de Cary Grant o Gary Cooper. “Es el equivalente de la conquista española con respecto a las profecías de Moctezuma”. Su nexo con Estados Unidos fue, durante muchos años, Sam Peckinpah. “Todo en la vida es una casualidad, y con Peckinpah fue una casualidad que duró hasta su muerte. Fue una amistad espontánea y profunda. Y una colaboración, no solo en mi libro Doble Dos, que escribimos hasta cinco veces en Los Ángeles, sino en otras películas. Incluso en alguna intervine en el montaje. Todo eso me enorgullece. Y con respecto a Hollywood... tengo la misma reticencia que tenía él: él la odiaba. Esto no lo comparto, pero él consideraba a Paul Newman un actor del sistema”.

Las series de hoy, el cine de hoy

Las series de hoy, el cine de hoyEn la década de los ochenta, Gonzalo Suárez dirigió la serie Los pazos de Ulloa en Televisión Española. “Recientemente he visto Black Mirror, y me parece que a ese nivel no se puede acceder dentro de una perspectiva española de televisión”, opina. “Está claro que aquí la cultura no interesa. De hecho no habréis oído hablar a ningún aspirante al Gobierno de ella, nunca han manejado la cultura”. El cine, las series... y la publicidad. Llevan su firma anuncios de agua mineral o de las cajas de ahorros. Incluso de pasta. De pasta alimenticia. “Estoy muy distanciado de la publicidad, pero en su momento le estuve muy agradecido. No solo por lo que suponía de supervivencia entre película y película, sino que además... era una lección narrativa. El tener tantos medios para poder contar, en tan poco tiempo, una idiotez... es un aprendizaje que no se supera”, decía con nostalgia. “Esos treinta segundos son mágicos”.

Gonzalo Suárez ha sido también actor. Incluso 'Chico Almodóvar', como en Qué he hecho yo para merecer esto -“prometo que, si me lo propone otra vez, no volveré a intentar arruinarle la película”-, y reniega del papel de precursor de nadie. “Dicen que soy precedente de muchas cosas, pero a mí eso no me importa ya. Lo que quiero es seguir siendo precedente de otras cosas”. ¿Y por qué no llega la próxima cinta de Suárez? ¿Es la falta de una historia, de producción, de financiación? “Tengo el apetito inconfesable de llegar a cambiar el cine, de buscar alternativas. Aunque soy un espectador formidable, ¿eh? No estoy criticando en mi butaca. Llevo en mi historial dos intentos fallidos; el segundo era una película estupenda que se llamaba El manuscrito de SichuanEl manuscrito de Sichuan, que coincidía con el 400 aniversario de Cervantes. Y habría valido mucho más que buscar los huesos. Esa la rechazó Televisión Española”.

Finalizamos hablando del Premio de Honor que le concede el Festival de Cine de Madrid, su ciudad de adopción, en su edición número 25. “Los premios honoríficos sientan muy bien, pero sentarían mejor si estuvieran dotados económicamente”, apunta entre risas.

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