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A la luna en una lata con Ryan Gosling

El actor Ryan Gosling en un fotograma de la película 'First Man'

Janina Pérez Arias

Venecia —

En estos tiempos en los que escuchamos cada dos por tres el “make-America-great- again”, Damien Chazelle, el director canadiense más codiciado del momento, presenta First Man [El primer hombre]. Sobre la gesta de la llegada a la luna va el cuarto largometraje de Chazelle, pero si usted busca la típica historia de héroes que todo lo pueden, este no es el caso. La figura de Neil Armstrong es el eje del relato, y más que heroísmo, se pone foco en su vulnerabilidad, en cómo este hombre de aparente “chapa dura” lidia con el hecho de estar quebrado por dentro a raíz de la pérdida de un ser querido. Protagonizada por Ryan Gosling [interpretando a Neil Armstrong] y Claire Foy (como Janet, la primera esposa del astronauta), First Man ha sido la película encargada de abrir la edición número 75 de la Mostra Internazionale d’Arte Cinematografica de Venezia.

Pero, ¿qué le ha llevado a Damien Chazelle a abandonar su línea tan musical, con Whiplash (2014) y La La Land (2016) como prueba de ello? Al parecer todo ha sido culpa de esa fascinación de la infancia hacia los héroes que llegaron a la luna, ganándole la partida a los cosmonautas rusos en plena Guerra Fría. “Crecí con las imágenes icónicas de esa época”, decía el realizador treintañero con aspecto de adolescente en la rueda de prensa celebrada pocas horas antes de la inauguración oficial de la Mostra. Junto a la dimensión humana, lo cual representa lo novedoso en la recreación de la figura de Neil Armstrong, a Chazelle le intrigaba el hecho de que en una época en la que ni siquiera se soñaba con los avances tecnológicos actuales, la NASA embarcó en verdaderas latas voladoras a sus astronautas hacia la conquista del espacio.

A través de los programas espaciales realizados entre 1961 y 1969 queda claro que a pesar de los cerebros brillantes, la NASA era un chiringuito al borde de la quiebra, enfrentada al descrédito y a la manipulación política, además del creciente clima de desaprobación de los ciudadanos. Tras la exitosa expedición del Apolo 11, ese “gran paso de la humanidad” lo cambió (casi) todo, pero para Armstrong aún más. En su misión de armar al astronauta, desvela Ryan Gosling que nunca antes había tenido tanta ayuda, y hace un inventario en el que figuran los hijos del astronauta, su exesposa, amigos cercanos de Neil, su hermana, así como la NASA. “Sin olvidar el increíble libro de James R. Hansen (First Man: The life of Neil A. Armstrong, la biografía oficial publicada en 2005) con sus 700 páginas de meticulosa investigación”, describe el actor. “Todo constituyó una ayuda abrumadora”.

Si a Gosling se le va la mano con tanta contención... es cuestión de gustos. Cierto es que Claire Foy brilla en su rol secundario, al punto de casi eclipsar a la figura principal, dejándonos con ganas de más escenas con ella. A pesar de que no es una gran película, en líneas generales se puede decir que son notables las actuaciones del reparto, además de la alta factura de la producción, el comedido e inteligente uso de la música, la dirección artística y la impecable mezcla de sonido. Tras la proyección en la Mostra, El primer hombre se ha ganado un buen recibimiento a nivel de crítica, y no es de extrañar que este filme logre colocarse entre los bienqueridos del público. Y todo muy a pesar de la no tan infundada sospecha de que en EEUU se use como leña para alimentar el fuego calcinador del “make-America-great-again”.

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