Anguiano vive la Danza de los Zancos
Anguiano amanecía despidiendo a los últimos jóvenes que poblaban sus calles desde la noche anterior. Pocos eran ya los que caminaban por las empedradas cuestas camino a sus casas, con tan solo un par de horas por delante para descansar y vestirse de nuevo de fiesta. Desde primeras horas de la mañana el calor y el viento han sido los protagonistas de este día dedicado a la patrona de la villa, Santa María Magdalena.
Puntuales y vestidos con sus mejores galas, los ocho danzadores comenzaban su tradicional recorrido por los tres barrios del pueblo, el “pasacalles”. Al son de dulzaina y tamboril, los mozos han bailado por las principales calles del pueblo, anunciando a todos los vecinos que estaban listos para comenzar la tradición.
Poco después de que las campanas del reloj de la iglesia de San Andrés repicasen doce veces, los Danzadores ya se habían colocado la vestimenta que los hace populares: faldón amarillo, chaleco multicolor y unos zancos de madera de haya de 45 centímetros de altura.
En un silencio absoluto, las palabras del “cachiberrio” han encogido el corazón de todos los que allí estaban. Tras ofrecer una copla a la Santa y desear que el buen tiempo acompañe a la danza, ha enviado las nubes a los de Baños y ha dado comienzo la danza.
Sin dejar de mirar la imagen de Santa María Magdalena le han ofrecido el primer baile de la mañana. Ante la atenta mirada de los presentes, han descendido, uno por uno, las ocho escaleras que separan la iglesia de la cuesta que los hace famosos. Una vez aquí, y sin perder de vista la imagen de su patrona, han acompañado a la comitiva por el barrio de Mediavilla, uno de los barrios de Anguiano, realizando numerosas paradas en las que ofrecían el típico baile a la santa.
Durante el recorrido, han tenido que sufrir las fuertes rachas de viento que han azotado la localidad serrana desde primeras horas del día. Intentando aguantar el equilibrio, han conseguido terminar con éxito la procesión y rendir honor a su patrona.
Depositada la imagen junto al altar mayor de la iglesia, donde descansará hasta que el último fin de semana de septiembre los Danzadores la devuelvan a la Ermita en la que pasará el invierno, el cura ha oficiado una misa con motivo de la festividad que se celebra.
Mientras los ocho mozos se ataviaban correctamente y se calzaban los zancos, los espectadores comenzaban a “coger sitio” en la empedrada cuesta. Desde bien temprano, un grupo de chavales de Alberite que pasan unos días en el pueblo, han amenizado la espera con cánticos y bailes en los que un gran número de visitantes y vecinos del lugar han participado.
Los más pequeños, vestidos con réplicas en miniatura del típico traje de los danzadores, han hecho sus pinitos mientras los mayores se vestían. Mientras algunos amigos actuaban como colchón humano, el resto de infantes danzaba cual verdadero mozo protagonista de las fiestas.
Entre animadas conversaciones y caras apesadumbradas por el sofocante calor el tiempo de espera se ha hecho más corto. Pronto se han empezado a escuchar las primeras notas de la melodía que dan paso a la “Bajada de la cuesta”.
Con ojos expectantes, todos los presentes han podido ver cómo, desde las alturas, un joven descendía girando al son de la música por la empedrada cuesta de adoquines imposibles. Algunos sustos, bajadas limpias de los mozos y alguna que otra caída. Las personas situadas junto a la pared de las casas han sufrido los que más por ver cómo los danzadores cada vez se acercaban más a ellos. Ver la castañuela delante del rostro, el zanco rozando el zapato y hasta la falda golpeando en el pecho han sido los momentos más tensos que se han vivido desde la cuesta.
En todo momento los danzadores han estado acompañados de numerosas personalidades del panorama político riojano. Entre las caras más conocidas se ha podido ver a Miguel González de Legarra, Presidente del Partido Riojano, Francisco Martínez Aldama, Secretario General del PSOE de La Rioja y José Ignacio Ceniceros, Presidente del Parlamento de La Rioja.
Una vez que los ocho danzadores han llegado a la plaza y se han quitado los zancos, la plaza del Ayuntamiento ha cobrado un protagonismo especial. Los nervios contenidos en la cuesta se relajaban ahora con bailes más tranquilos, al son de músicas antiquísimas, en las que los “troqueaos”, unos palos de madera de boj, han sido el centro de atención.
Cuatro melodías tocadas con gusto exquisito por los músicos que acompañan siempre a los danzadores han dado paso a un verdadero espectáculo de destreza y baile en el que los vivos colores del traje de los mozos, unido con el suave sonido de los palos al chocar han levantado los aplausos de cuantos allí estaban reunidos. Una vez realizados estos bailes, los jóvenes han continuado su andadura por las calles del pueblo, realizando varios bailes más en los puntos principales del barrio, hasta llegar a los bares donde ya les tenían preparada una bebida bien fría para paliar el calor serrano de este hermoso día de verano.
LA HISTORIA
Muchas y muy variadas son las leyendas que corren sobre el origen de esta danza. La anécdota que cuenta que se trata de un rito celta que da gracias al sol por el calor del verano que hace que las cosechas sean abundantes, es quizás la más conocida. La explicación que se da para justificar esta teoría es que la falda de los danzadores, al abrirse, simula al astro rey, rindiéndole homenaje de esta singular forma.
Otra teoría cuenta que se trata de un rito de iniciación a la edad adulta y que, desde tiempo remotos, los jóvenes debían pasar por esta danza cuando hubiesen alcanzado la madurez. Una especie de “puesta de largo” de los jóvenes varones.
Sobre realizar el baile sobre zancos se cuenta, se dice, que es porque los pastores se calzaban una especie de zancos que los elevaban sobre el terreno y que, de esta forma, eran capaces de ver mejor al ganado.
Finalmente, y quizás lo más acertado, es que se trate de un baile en honor a la santa del pueblo, a María Magdalena, para darle gracias, honrarla y pedir por el cuidado de todos los habitantes del pueblo. Esta es la razón por la que en determinados acontecimientos del año, como la bajada o la subida de la imagen de la santa a la Ermita, los jóvenes danzadores se vistan con sus mejores galas, para estar guapos ante la Santa.
Muy pocos son los cambios que esta tradición ancestral ha sufrido durante estos siglos de historia. Si tuviésemos que enumerar las diferencias destacaríamos la altura de los zancos, que pasó de medir 30 centímetros a alcanzar el medio metro; además de la reciente creación de una escuela de danza que da ciertas pautas a los danzantes para que ejecuten de forma brillante la danza milenaria; y la reforma total de las escaleras y la cuesta por la que bajan danzando los mozos.
Fotografías de Óscar Solorzano.
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