Aparcamientos y parques, convertidos en improvisadas casas

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En la cuarta noche tras el grave terremoto que conmovió Lorca todavía se pueden ver familias enteras instaladas en los aparcamientos y parques de la localidad murciana, donde intentan llevar de la mejor manera posible la desgracia de no poder volver a sus casas.

Algunos se resguardan de la intemperie en pequeñas tiendas de campaña o en el interior de sus vehículos; otros sólo cuentan con cartones y mantas para pasar la noche, y los mejor preparados disponen de colchones y hasta de cocinillas de butano.

La mayoría de estas familias son extranjeras, al igual que las miles de personas que permanecen en alguna de las zonas de acampada organizadas por Cruz Roja y la Unidad Militar de Emergencias (UME), pero en su caso prefieren ir por libres, por una u otra razón.

El búlgaro Atanas Asenou, de 45 años y residente en España desde hace diez años, ha explicado a Efe que él y su numerosa familia se sienten “mejor” en un aparcamiento (el del centro comercial San Diego) que en una de las zonas de asistencia, donde hay “mucha gente”.

Allí han instalado su propia zona de acampada, que han dotado de ciertas comodidades propias de una casa, como mesas, sillas, colchones y una pequeña cocina de varios fuegos conectada a una bombona de butano de las de toda la vida.

Asenou cree que de esta forma están “un poco mejor” que en un área de asistencia con cientos de personas más, pero también sabe que “así no se puede” pasar mucho tiempo y que no queda más remedio que “buscar un sitio” para vivir como hacían antes del terremoto que destrozó sus casas.

Con unos recursos mucho más modestos, la marroquí Halima Attagui y su familia, entre ellos tres niños, pasan la cuarta noche tras el seísmo con unas mantas entre coches, según ella porque no han encontrado plaza en una de las carpas instaladas por Cruz Roja y la UME.

A pesar de que su vivienda ha sido clasificada por los técnicos como habitable, la mujer está decidida a volver “una temporada” a Marruecos porque sus hijas “tienen miedo” de un nuevo terremoto. Mientras tanto, el marido se quedará en España trabajando y a la espera de que “todo se calme” y puedan volver.

Dos parejas de jóvenes marroquíes tienen algo más de suerte, ya que esta noche han estrenado dos tiendas de campaña que acaban de comprar con el dinero prestado por unos amigos, ha explicado Abderrahim Hakkaoui.

A solo unos centenares de metros del aparcamiento del centro comercial, una familia de lorquinos pasa su cuarta noche en un parque. También estrenan esta noche tienda de campaña, aunque prestada por una amiga, ha señalado Soledad Guillén, de 65 años, acompañada por su marido y sus dos hijos.

La mujer se ha quejado de la poca ayuda que han recibido en comparación con la que a su juicio han tenido los inmigrantes, y se lamenta de no poder volver a su piso porque las tuberías reventaron a causa del terremoto y está “todo lleno de agua”.

Un poco más lejos, en plena acera y junto a los vehículos del cuartel de la Policía Local de Lorca, varios jóvenes marroquíes que apenas hablan español se disponen a pasar la noche sobre mantas y unos cojines.

Mientras tanto, unas 4.000 personas, en su inmensa mayoría extranjeros, permanecen en una de las zonas de acampada instaladas en diferentes puntos de la ciudad a la espera de poder regresar a sus casas.

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