Una fundación del Gobierno de La Rioja reconoce el despido improcedente de la exdirectora: la indemnización es de 90.000 euros

Tras casi dos años, la exdirectora de la Fundación para la Transformación en La Rioja, Nuria San Servando, ha ganado lo que ella misma califica como una lucha contra Goliat porque se ha reconocido que su despido fue improcedente. El juicio estaba fijado para el 4 noviembre, aunque ni siquiera se celebró. “Antes de entrar a la sala, tuvimos una vista previa con la jueza de instrucción, la otra parte me ofreció el despido improcedente y la indemnización correspondiente. Acepté”. Y es que esa ha sido la motivación de San Servando desde el principio. “Quería que se reconociera que mi despido fue improcedente, que se debió a una cuestión ideológica y que nada tenía que ver con el desempeño de mi trabajo” ha explicado a este medio.

San Servando fue nombrada directora durante el gobierno de Andreu

San Servando fue nombrada directora de la Fundación para la Transformación en La Rioja durante el gobierno socialista de Concha Andreu. Tras la pérdida de las elecciones autonómicas en La Rioja por parte del Partido Socialista, en agosto de 2023 y con el Gobierno del PP al frente del Gobierno de La Rioja, “el consejero de Hacienda, Alfonso Domínguez, me reúne en su despacho y me comunica que no continúo como directora de la Fundación para la Transformación”, decisión que San Servando considera “normal porque por aquellos entonces yo formaba parte de la Ejecutiva del Partido Socialista en La Rioja”. Acepta su cese como directora de la Fundación pensando regresar a su antiguo puesto de trabajo, también en la Fundación: “soy personal laboral de la Comunidad Autónoma de La Rioja con 14 años de antigüedad”.

Así, y tras cesar en su cargo como directora, San Servando continúa hasta diciembre realizando “labores de traspaso de información con el nuevo director con una actitud totalmente colaborativa”. En enero de 2024 tuvo una nueva reunión, en este caso con el consejero de Hacienda, Alfonso Domínguez, y con el director de la Fundación, Arturo Colina. En este nuevo encuentro, en el despacho de Domínguez, a San Servando le comunican que no quieren que siga trabajando en la Fundación. Una decisión que San Servando no comprende porque era personal de la Fundación. “No encuentro ningún motivo para esta decisión salvo mi ideología”. En esta misma reunión, a San Servando le ofrecen una indemnización de 100.000 euros, cantidad que no acepta “porque este dinero viene del bolsillo de toda la ciudadanía”. A partir de este momento, San Servando acude todos los días a trabajar, incluso sin tener nada de trabajo. “No me convocan a las reuniones, no formo parte de proyectos, no tengo trabajo... Soy una persona inquieta a la que le gusta trabajar, así que, tras un mes y medio en esta situación, acudo a la Inspección de Trabajo.

Tras casi dos años, San Servando ha logrado que se reconozca que su despido fue improcedente lo que le confirma “que estamos ante un gobierno sectario porque queda demostrado que mi trabajo en la Fundación estaba bien hecho y que soy una buena trabajadora”. El problema era “que al director le molestaba mi presencia y los actuales dirigentes piensan que la Administración se puede utilizar como un cortijo, pero no es así”.

San Servando reconoce que ha sido un proceso largo “durante el que han intentado ensuciar mi imagen persona y profesional. No ha sido un litigio normal entre la dirección de la Fundación y yo porque han querido elevarlo a una cuestión pública mezclándolo incluso con el tema de las mascarillas con el único objetivo de dañar mi imagen”. Unas prácticas que vuelve a calificar de “política mercenaria”. Ahora ya más tranquila, San Servando se siente satisfecha por haberse mantenido firme “y no haber aceptado ninguna cantidad económica. Hay personas que tenemos valores como la dignidad y no nos dejamos pisar”.

Además de este, también estaba pendiente otro por acoso laboral “que en primera instancia se desestimó aunque recurrí”, recurso que San Servando ha retirado tras el reconocerle que su despido fue improcedente.