Gran Hermano 'el reencuentro': Ana y Nico consuman su amor dentro de un armario

Rioja2

0

El Debate de este domingo se auguraba bastante entretenido. Había muchas, demasiadas cosas para hablar de los de fuera de la casa, pero también muchas de los que todavía siguen dentro.

El viernes pasado nos enterábamos de la petición de Ana Toro y Nico. Habían decidido solicitar una hora sin cámaras para dar rienda suelta a sus pasiones. Pidieron comida, bebida y disfraces. El toque fetiche estuvo presente durante todo el ágape, que no pasó de ser eso, un ágape. Ana volvió desilusionada porque su amado “Colón” no había avistado en ella tierra fértil donde plantar su semilla.

Contó al resto de compañeros que su compañero de idilio estaba más preocupado por comerse el bogavante que por abordar el barco. Fue tan fría la cosa que hasta el súper les ofreció una nueva oportunidad de consumar su “amor”, algo que rechazaron. Parece que el lambrusco y el albariño ya habían hecho su labor y ni Ana ni Nico necesitaban que las cámaras se retirasen.

Las imágenes fueron espeluznantes.

Ya en la habitación, comienza un tonteo que pasa a besos, arrumacos y magreos. Y la mente de Nico despierta. Se abre la puerta de un armario que bien podría estar sacado de la serie “Cuéntame” y los dos bándalos se introducen en él. (Todas las imágenes estuvieron apoyadas por una música que venía como anillo al dedo: “Y tenía una mujer, qué dolor, qué dolor, dentro de un armario”, cantaba Rafaela Carrará).

Comienzan los sonidos raros, los gemidos, las súplicas, y la puerta del armario comienza a entreabrirse a golpe de culo. Sólo ellos saben lo que ha ocurrido ahí dentro, pero dejaron bastante poco a la imaginación para los que estamos aquí fuera.

RAQUEL LO, LA ETERNA ENAMORADA

No sé cómo lo hace esta chiquilla, pero vez que entra a Gran Hermano, vez que se enamora y vez que se rompe su idilio. Animada por la hora sin cámaras que Ana quería pedir, entró al confesionario con ella y echó mano de esas armas de mujer que tiene ocultas: “las dos queremos una hora sin cámaras con el mismo hombre”. Ana palideció.

Finalmente, la Toro fue la que se hizo con el preciado Colón y se marchó a avistar tierras lejanas. Mientras duró la hora sin cámaras, Raquel Lo enmudeció en el sofá, no hablaba con sus compañeros (como siempre, vamos), no se movia (más de lo mismo), y no bailaba (vaya, que estaba como siempre pero celosa).

El consuelo mayor que se llevó fue que Ana y Nico no habían consumado su amor. ¿Qué pensará ahora que han ventilado el armario de la habitación común? Estos chicos cada vez se lo apañan mejor para mancillar los lugares comunes...ayyys, si Arturo Requejo levantase la cabeza...

Etiquetas
stats