La Rioja, protagonista silenciosa en Un amor de Isabel Coixet, firme candidata a la concha de oro en San Sebastián
*Fotos: Alfredo Tobía
Esta semana, en el Festival de San Sebastián hemos podido comprobar y admirar la fotogenia de La Rioja en la gran pantalla, gracias al estreno de la nueva película de Isabel Coixet, Un amor, que fue rodada el pasado invierno en las localidades riojanas de Nalda, Ribafrecha y Villalobar, y ahora compite en la sección oficial del festival internacional de cine más importante de nuestro país y uno de los de mayor proyección mundial.
Sin duda, un hito de gran calado que potencia el buen momento que vive nuestra comunidad como destino turístico de calidad abierto al mundo, además de atraer la actividad de nuevos rodajes.
Centrándonos ya en el aspecto cinematográfico de la película, podemos afirmar que tanto crítica, como espectadores, sitúan la pieza como una de las favoritas para alzarse con el premio principal del certamen. Y es que Un amor no deja indiferente a nadie, fruto de la incomodidad que generan muchas de sus escenas y la atmósfera malsana y “siesa” como el acertado nombre que recibe el único amigo verdadero que acompaña a la protagonista en su nueva realidad, un perro/a hermafrodita con una pasado marcado por el maltrato.
Arranca esta película con unas espectaculares tomas de las Peñas de Islallana, secuencias a vista de pájaro en las que Bet Rourich, directora de fotografía, capta la esencia de este singular paisaje de belleza extraña, desde ángulos poco habituales en los que destacan los vivos y colores de la tierra y la roca.
Un amor no es un film fácil, puesto que requiere del esfuerzo activo del espectador para empatizar con una protagonista, que no vive su mejor momento. Encarnada por una estupenda Laia Costa, con la vulnerabilidad a flor de piel, Nat, huye del estrés de su exigente trabajo como intérprete de víctimas de conflictos internacionales para refugiarse en un entorno rural que, desde el primer momento parece negarle la serenidad y el equilibrio que vino buscando.
La rodean unos vecinos que asumen una hospitalidad forzada de falsas apariencias. Un casero espeluznante que la acosa y desatiende sus responsabilidades, un matrimonio de padres elitistas y postizos que la invitan a sus anodinas fiestas y un artista campechano, y algo pesado, que insiste en integrarse en la vida de la protagonista sin permiso. Al margen de todos ellos está “el alemán”, un corpulento hombre extranjero, rudo e introvertido, que propondrá una absurda oferta íntima a Nat, que nuestra protagonista rechaza en un primer momento, pero a la que accederá más tarde para desembocar en una singular bajada a los infiernos.
La historia de Un amor, parte de la estupenda novela de Sara Mesa con la que comparte título, a la que Coixet ha añadido y modificado detalles que hacen de ella una pieza rara en una oportunidad de profundizar en la poliédrica complejidad del deseo sexual de la mujer.
Una historia que se adscribe en una sana corriente de libertad que nos ofrece el arte para explorar los aspectos más oscuros y complejos de nuestra naturaleza humana sin ser juzgadas por ello en una especie de salida del armario psicológica y emocional.
Mañana sábado, conoceremos si, finalmente, esta producción con aroma riojano, consigue alzarse con alguno de los premios de la presente edición de Zinemaldia.
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