Los comercios logroñeses se resienten con las obras

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Logroño aprovecha las vacaciones para hacer reformas y recorrer la ciudad es difícil. Más aún en coche. Comerciantes, vehículos y peatones lo sufren. Con tantas calles cortadas, la capital parece un laberinto. El callejero de Logroño vuelve a soportar mucho peso. La ciudad está, de nuevo, llena de pesada maquinaria. Como ya pasara hace un par de años con el Plan de Centro; con el Plan E, el Gobierno de España, el Gobierno de La Rioja y el Ayuntamiento de Logroño se han puesto de acuerdo para levantar la ciudad. Hacer turismo para llegar a los sitios (por ejemplo en las nuevas líneas turísticas de autobús urbano 4 y B1), maquillar el calzado con un poquito de polvo, desfilar entre conos y vallas, escuchar el “relajante” sonido de la maquinaria sonando frenéticamente... todo ello bajo el calor sofocante de julio.

Las obras no son agradables, pero algunos consideran que los meses de ruido y polvo compensan si el resultado es bueno. Aún así, los comercios localizados en calles levantadas, se resienten. Para Carmen, encargada de la Pastelería Viena en la calle Chile, el descenso de la clientela y la caída de las ventas ha sido notable. Además comenta que, como la suciedad es mucha y hay bastante ruido, hasta los vecinos de la zona “prefieren irse al establecimiento del Espolón porque hay más limpieza” y porque pueden aparcar el coche en la puerta un momento para recoger el género. En el bar Mater Asturias de Chile “la caja ha bajado muchísimo”, entre otras cosas, porque la entrada al local ha estado vallada desde mayo hasta finales de julio. “Hemos tenido que soportar un fuerte olor a tubería y limpiar el polvo tres veces al día cuando antes sólo era necesaria una y claro, lo que antes ganábamos en un día, ahora lo ganamos en cuatro”, se queja el dueño, Rubén Llorente Ochoa. Su compañera, Begoña García Díez, entiende que tiene que ser así, pero cree que “se podía haber ido subiendo las vallas a medida que terminaban, para dejar pasar mejor a los peatones”. “Nos han tenido enjaulados”, dice Llorente.

Y si a estos comercios les afecta, más aún a aquellos que sirven a domicilio. Es el caso del Telepizza de esta misma calle, que, además de soportar el polvo y el ruido desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde, ha tenido que aumentar el número de repartidores un 15 % para llegar a tiempo a los pedidos. “La empresa constructora puso una pala cruzada en la acera para que no pasara ni un coche ni un peatón. Los motoristas tampoco podían salir. Tenían que dejar las motos en la calle Pérez Galdós e ir andando hasta allí”, explica David Prades Torres, encargado del establecimiento.

Pero los repartidores de Telepizza no son los únicos que tienen que dar un rodeo para llegar a su meta, muchos vecinos se quejan de que no hay manera de llegar a los sitios y han tenido que cambiar su recorrido. David Giner Ruíz vive en el número 15 de la calle Labradores y se queja porque antes “llegaba por la calle Chile y ya estaba. Ahora hay que dar toda la vuelta hasta la rotonda”. Otras pegas son la falta de aceras, que dificulta el paso, y que “nunca se puede aparcar”. “El que no es de Logroño y no conoce se encuentra un lío, porque no está bien señalizado. Yo mismo soy de aquí y me confundo”, reconoce Francisco Cabezón Molinero, que va a visitar a su hija en la calle Sagasta, cortada también por obras y señalizada por unos carteles improvisados por los mismos obreros. Cabezón explica que, con las obras, para coger la salida de la autopista hay que dar un rodeo imposible para los que no conocen la ciudad y pretenden llegar sólo siguiendo las indicaciones de los carteles. “Antes ibas por Pérez Galdós hasta Chile y ya estabas. Ahora tienes que ir por Gran Vía hasta Vara de Rey y coger Chile por de Duques de Nájera”, enumera el logroñés.

Otra moda impuesta por las obras es la de cambiar la dirección de las calles, provocando la confusión de quienes no han visitado la ciudad en un tiempo y están acostumbrados a seguir un camino fijo. En las calles que desembocan en la Gran Vía, además de cambiar el sentido de la circulación, algunas se han convertido en calles de una sola dirección, con los atascos que eso conlleva.

Con tanto cambio, el recorrido de algunas líneas de autobús ha variado, cambiando ciertas paradas, como la del Seminario de las líneas 2 y 10, que ha desaparecido. “La gente normalmente no se queja porque está habituada a coger el autobús y sabe lo que ha cambiado. Pero los que sólo vienen de vez en cuando sí se molestan”.

A pesar de las indudables pegas, el responsable de Viajes Vinotour cree que la crisis afecta más negativamente que las obras, “que al fin y al cabo son necesarias”. Desde la escuela de teatro Dinámica Teatral, su director, Alejandro Ramos de Contreras, afirma que, “aunque los profesores y los alumnos se quejan, compensa estar incómodos, pero luego tener la calle bien”.

PRINCIPALES OBRAS SOBRE EL CALLEJERO

Aunque hay más obras de las que sobre el plano están indicadas, desde Rioja2 hemos señalado las más importantes y molestas para los vecinos:

  • 1- La Avenida de la Paz está en obras a la altura de la Glorieta del 5º Centenario y la LO-20. Ahora tiene un sólo carril y los atascos son comunes. Se prevé que esté terminada para el 26 de septiembre.
  • 2- Se espera que, para septiembre, ya se pueda circular por el Puente de Hierro. En la misma zona también está levantada la plaza de la Oca, con un arqueólogo que supervisa el proyecto.
  • 3- En el tramo de la LR 131 a la altura del polígono Cantabria. Las obras finalizarán en agosto.
  • 4- En Marqués de la Ensenada, está en obras el tramo entre Jorge Vigón y Avenida de la Paz. Terminarán en noviembre.
  • 5- En la calle Labradores el cruce con Gran Vía está cortado y las aceras están levantadas desde Pérez Galdós. Estará lista en noviembre.
  • 6- Avenida de Colón también presenta reformas en sus aceras, en este caso desde Villamediana hasta Avenida de la Paz. Acaban en noviembre.
  • 7- Ingeniero de La Cierva está totalmente cerrada hasta noviembre.
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