Un humilde callejón
En pleno corazón del Casco Antiguo de Logroño, una calle se viste de gala para honrar a su patrón. Se trata de la calle San Juan, hermana pequeña de la calle Laurel y arteria importante de la Senda de los Elefantes.
Locales, pisos y habitantes se preparan estos días para celebrar el día de San Juan, personaje que da nombre a la calle que alberga sus viviendas. Un cartel luce majestuoso en la entrada por Muro del Carmen, anunciando que la calle y el barrio están de fiestas.
Pero hace más de un siglo y medio la ancestral calle de San Juan no era más que un callejón sin salida, que recibía el nombre de Ollerías Bajas, diferenciándose de la calle Ollerías Altas en el “apellido” y formando ambas la zona más adecuada para que los olleros desarrollasen sus trabajos.
Hasta mediados del siglo XIX, una gran casona, marcada con el número 10 en el quicio de su puerta, cerraba el paso a Muro del Carmen, formando una línea continua de edificaciones que hacían de lo que ahora es una calle, un simple callejón. A partir de 1840, varias Corporaciones manifestaron sus deseos de abrir la calle, para dar entrada y salida por el Muro. En 1855, el Ayuntamiento se dirige a la Junta de Sanidad con la petición de un estudio sobre la ventilación de la calle, pidiendo su apertura por cuestiones de salubridad para sus moradores.
El Ayuntamiento pidió opinión a los vecinos de la calle sobre la expropiación del inmueble y la inminente apertura hacia Muro del Carmen. Sin embargo, sólo dos propietarios se presentaron a la Corporación, Antonio Castroviejo y Juan Manuel de Velasco, por lo que la Junta Municipal consideró que los vecinos no tenían interés en abrir una nueva entrada a la calle.
Pero tras unos meses, estos vecinos reconsideraron la oferta, y elevaron un escrito al Ayuntamiento pidiendo que se cumpliese el proyecto y las acciones que obligaban al derribo del inmueble número 10.
Matías Sáenz, dueño de la casa, todavía no la había derribado, y fijó el valor íntegro de la finca en 17.000 reales, cantidad desorbitada que desbordó las arcas del eradio público. Por esta causa, fueron sacados a subasta tanto los materiales acopiados por el antiguo dueño, como el derribo y parte del terreno en cuestión.
El logroñés Manuel María Urién abonó la cantidad de 9.100 reales, dejando al Ayuntamiento el pago de 9.700 reales, cantidad que costó la apertura del callejón San Juan, que otorgó a dicha travesía el título de CALLE.
La imagen del santo corona la entrada a la calle, ubicada justo al lado de una casa cuyos históricos terrenos contabilizaron las esencias de la famosa Posada del Gallo. La figura de San Juan recibe cada año la visita de unas niñas ataviadas con el traje regional que, el día 24 de junio, dejan en su honor una ofrenda floral, marcando el comienzo de unas fiestas en las que participa todo el barrio.
Antiguamente la festividad de la calle era todo un espectáculo marcado por la colocación de un muñeco que simbolizaba a Judas, relleno de paja y de la altura de un hombre, colgado de una cuerda atravesada en la calle.
Actualmente, la fiesta continúa en la calle. Además de las multitudinarias visitas que día tras día y mes tras mes recibe la calle por sus más que conocidos bares de pinchos, desde el 20 hasta el 25 de junio, la San Juan celebra sus fiestas grandes. La música y el baile serán los platos fuertes y principales de las jornadas, y se lanzarán fuegos artificiales el lunes por la noche, a modo de hogueras de San Juan.
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