Los estancos de La Rioja, en alerta

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El ingenio de los amigos de lo ajeno no parece conocer límite y prueba de ello es la última técnica utilizada por algunos de ellos para ejecutar robos en expendedurías de tabaco de La Rioja.

En sólo dos días, un establecimiento en Villamediana y otro en Logroño han sido víctimas, aunque con suerte dispar, de una forma de sustracción que hace de la distracción del dueño del establecimiento y la presunción de su buena voluntad sus mejores armas. Mientras en el primero de los casos los delincuentes consiguieron su objetivo, en el segundo no tuvieron tanta fortuna.

La cosa sucede así. Un individuo entra al estanco para adquirir un paquete de tabaco, una carta o un mechero, por ejemplo. Nada hay de extraño en él, más allá de que parece tener algún problema en el habla que le impide comunicarse fluidamente. El estanquero le da lo que demanda y éste paga religiosamente para irse después del local.

Pero vuelve a entrar. Al parecer, ha olvidado algo. Esta vez pide un sello, por ejemplo, cuyo importe también abona a continuación, pero, al marchar, deja olvidada una bolsa sobre el mostrador. El dependiente que la ve sale inmediatamente detrás de él con la intención de devolvérsela.

Es entonces cuando todo se confunde. El individuo cae al suelo entre, lo que a primera vista parecen, convulsiones. Estanquero y viandantes que pasan por allí se afanan en atenderle. Mientras tanto, otro individuo, cómplice del anterior, entra y se hace con lo recaudado en la caja del establecimiento.

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