“No nos engañemos, la ONU se reduce a los cinco países con derecho a veto”
@page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } Carlos Navajas, hombre erudito respetado por las artes y las ciencias, ha participado en el libro 'Fuerzas Armadas, soldados y relaciones con la sociedad civil'. Una publicación alemana que reúne 18 aportaciones de autores procedentes de Alemania, Estados Unidos, Suiza, Bulgaria, Grecia, Suecia, Reino Unido, Eslovenia, Argentina, Rusia y Dinamarca. La del profesor Navajas se titula 'From the War on Terror to the terror of war'. En ella estudia la política de defensa y seguridad por el Gobierno de Aznar tras el 11-S y el retorno al status quo llevado a cabo por Zapatero entre marzo y junio de 2004.
¿Cúales son las principales ideas que lanza en este estudio?
Por una parte, las consecuencias que hubo después del 11-S en la política de defensa y seguridad y cómo produce un auténtico cambio, que, por otra parte, estaba anunciado teóricamente desde el año 2000. En el año 2001, con los atentados del 11-S, fue la oportunidad. En diferentes documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores ya se observa que había una línea de acercamiento a los EE.UU. y que se intentaba aunar la lucha contra el terrorismo internacional con la lucha contra ETA. Esto llega a su culminación en el año 2003 con la Guerra de Irak, pero luego, paradójicamente, hay una parada en esa fase de aceleración. La aportación de España a la guerra es minúscula, prácticamente ridícula, y el nivel más bajo previsto por el Ministerio de Defensa.
Hubo muchas manifestaciones, la opinión pública estaba en contra.
Sí. Desde mediados de febrero a mediados de marzo, sobre todo. Esto pone de manifiesto que a pesar de las políticas llevadas a cabo desde 2001, al tener la opinión pública en contra, más las divisiones internas en el Gobierno de Aznar, influyeron en que las relaciones entre España y EE.UU. se detuvieran en ese momento. El cambio más claro fue con la llegada de Zapatero, cuando se produce la retirada de las tropas de Irak. Desde 2001 a 2004 se intenta producir una España más proatlántica y el retorno de Zapatero supone una vuelta a la España más proeuropea, característica de los años de la transición y del Gobierno de Felipe González.
Si la aportación de España fue ridícula y la opinión pública estaba en contra ¿Cree que fue una campaña de imagen?
Fue una solución de compromiso entre las ideas y prácticas desarrolladas desde 2000-2001. Hay que tener en cuenta también la reacción que provoca la guerra, porque hay manifestaciones muy notorias, por ejemplo, la del 15 de enero de 2003 fue muy numerosa en España e internacionalmente. La solución de compromiso es seguir apoyando en términos políticos la Guerra de Irak, la apoyamos simbólicamente en términos militares, pero no vamos más allá porque, seguramente, eso hubiera provocado un incremento de rechazo en la opinión pública.
Llevando esto a la actualidad, hemos asistido a muchas manifestaciones a lo que se ha tildado, entre otros términos, como 'respuesta desproporcionada' de Israel contra el pueblo palestino. Sin embargo, España sigue vendiendo armas a Israel.
Eso es lo que preguntaron el otro día al presidente del Gobierno en 'Tengo una pregunta para usted'. Es un dato que yo no he estudiado. Creo que son circunstancias totalmente distintas. La política que se desarrolla en España durante estos últimos años y este elemento de discordia internacional, donde los agentes principales son Israel y los palestinos. La comparación resulta complicada desde mi punto de vista.
De todas formas, me gustaría hablar de ese momento del programa. Para mí fue el de mayor tensión. ¿Lo vió?
No, no lo he visto. Ja, ja, ja. Simplemente, por la prensa y los comentarios posteriores sé que le preguntaron eso. Yo creo que el análisis que se puede hacer es que hubo una provocación por parte de Hamás, pero que la respuesta fue desproporcinada. Esa es la principal crítica que se puede hacer al Gobierno de Israel, la desproporción entre unas acciones y las reacciones del ejército israelí.
¿Por qué seguimos en Afganistán?
Aunque a veces se sitúan en el mismo plano la Guerra de Irak y la de Afganistán, hay que recordar que la Guerra de Afganistán es consecuencia del 11 de septiembre y que está legitimada por Naciones Unidas, algo completamente distinto a la Guerra de Irak. El Gobierno de Bush trató de situarlas en el mismo contexto, pero si las observamos detenidamente no tienen nada que ver. Saddam Husein ni tenía armas de destrucción masiva, ni tenía nada que ver con el 11-S. Simplemente se aprovechó esa coyuntura para ajustar viejas cuentas con el régimen de Sadam Hussein que existían desde la Administración de Bush padre. La comparación, más allá de que sean conflictos bélicos, es odiosa.
Cuando dice ajustar cuentas a qué se refiere ¿a intereses petrolíferos?
Lo reconoció ante los medios de comunicación el número dos del Pentágono, Wolfovich, después de la Guerra de Irak. Llegó a decir que “cómo no iban a invadir Irak cuando nadaban en un mar de petróleo”. Más claro no se puede decir. También Bush hijo quería llevar a cabo lo que no pudo su padre. En la Guerra del Golfo a principios de los 90 hay que recordar que las tropas americanas lograron conquistar Kuwait pero no pudieron ir más allá.
Una diferencia sustancial, como decía, entre la Guerra de Irak y la de Afganistán es que la primera no iba respaldada por la Ley Internacional de la ONU, pero no puso eso de manifiesto, e incluso lo que ocurrió recientemente en Gaza, que las Naciones Unidas no sirven para nada, que no hay ninguna presión si de lo que se trata es de meterse con el pez gordo o el que ostenta la hegemonía mundial.
Dentro de la ONU, no nos engañemos, lo importante es el Consejo de Seguridad, y dentro de él, los países que tienen derecho de veto. Por supuesto, entre estos países está EE.UU. Al final la ONU se reduce a esos cinco países con derecho de veto. Esa es la realidad, tampoco hay que confundir las cosas y pensar en una Organización de Naciones Unidas en términos ideales. Un diplomático venezolano, que fue embajador en Naciones Unidas, concretamente en el Consejo de Seguridad, lo decía: “los que importan son los países con derecho a veto, los demás están representados pero no tienen un poder real”.
El proamericanismo del que habla en este estudio nos colocó, junto a Blair y Bush, en la foto de las Azores. En estos tres países es donde hubo atentandos de 'Al Qaeda'. Mucha casualidad ¿no?
Esto se ha discutido mucho, sobre todo a raíz del 11-M en España. Si había o no relación entre el apoyo a la Guerra de Irak y los atentados del 11-M. Antes ya existían riesgos de que hubieran atentados en España por parte de Al Qaeda, parece algo objetivo. Pero también parece objetivo decir que el apoyo a la Guerra de Irak incrementó esos riesgos y que los convirtió en una amenaza. Se puede observar en los meses que van desde la foto de las Azores hasta los atentados del 11-M que hay evidencias de que había un incremento de ese peligro.
¿Qué le parece la política del Partido Popular tras el 11-M? Esos días cruciales entre el atentado y las elecciones.
Yo creo que se equivocó el Gobierno de Aznar. Se produjo una acumulación de errores. Primero, la foto de las Azores y, luego, tratar de que el conjunto de la ciudadanía pensara que había sido ETA la que había cometido el atentado. Todo eso encadenado provoca una reacción ante los votantes que lleva a una victoria de Zapatero en las elecciones de 2004.
En un principio todo el mundo salió dando declaraciones, incluso el lendakari, dando por supuesto que había sido ETA. Todos menos Otegui, que fue el único que dijo que no. Pero pasaron las horas y todo el mundo sabía que no había sido ETA, sobre todo por los medios de comunicación internacionales. Se equivocó o mintió.
Yo he utilizado un verbo distinto, usado en términos diplomáticos. Ja, ja, ja.
Es que lo que se jugaban eran las elecciones, que finalmente perdieron.
Pasó lo que pasó. No sabemos lo que hubiera ocurrido si el Gobierno de entonces hubiera dicho desde el primer momento que había sido Al Qaeda o alguna rama de Al Qaeda y si se hubiera arropado en el resto de partidos políticos para crear una reacción unitaria ante el atentado. Optaron por la otra vía y de ahí viene el error.
Han pasado los años y ahora se va analizando desde la distancia lo que pasó y vemos las cosas más claras ¿Cómo cree que se verá o se escribirá esta parte de la Historia en un futuro?
Conoceremos más cosas de las que sabemos ahora, pero las líneas principales yo creo que no cambiarán mucho. Conoceremos detalles más particulares, como lo que pudieron ser las divisiones internas dentro del Gobierno de Aznar o las decisiones que se tomaron entre el 11 y el 14 de marzo, pero lo que es el cuadro panorámico no me da la impresión de que vaya a cambiar demasiado.
Y cómo cree que se verá a Aznar en la Historia por esta etapa.
Las elecciones de 2004 son una paradoja. Aznar no se presenta, pero sí que un sector de la población vota en contra de Aznar. Además, en las elecciones de 2004, da la sensación de que Aznar se siente derrotado, a pesar de que no se presenta.
Si no hubiera ocurrido lo que ocurrió, ¿cree sinceramente que hubiera ganado Zapatero las elecciones?
Hubiera estado más ajustado. Con arreglo a las encuestas de esa última semana, se hubiera dado una situación de empate técnico, pero los sucesos del 11 al 14 de marzo acrecientan la diferencia en favor de Zapatero.
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