Robert Enke recibe el último adiós
Aficionados con la bufanda verdinegra del Hannover 96,
cúpula futbolística alemana, representantes de los clubes europeos por los que pasó y políticos llenaron el estadio para despedir el féretro del arquero, rodeado de coronas de flores sobre el césped.
Su viuda, Teresa, y los rostros desencajados de la selección en pleno -del capitán Ballack a Per Mertesacker, sus dos amigos del alma, a Oliver Bierhoff y Joachim Löw, mánager y técnico del conjunto- eran reflejo del dolor compartido.
Un pasado de depresiones
Enke se tiró a la vía del tren el pasado martes, en las cercanías de su casa. Según explicó su viuda, de 33 años, la mañana siguiente, estuvo en tratamiento por depresión en 2003 -en sus tiempos en el Barcelona de Louis Van Gaal- y luego sufrió recaídas, atribuidas tanto a cuestiones privadas como al miedo al fracaso.
En 2006 murió su hija de dos años, Lara, víctima de una dolencia cardíaca congénita. Ahora temía perder a su segunda hija, Leila, adoptada en mayo con dos meses, por culpa de una nueva depresión.
Su trayectoria estuvo marcada por varias decepciones, al no lograr cuajar en varios de los clubes por los que pasó de 1999 a 2004 -Benfica, Barcelona, Fenerbahce de Estambul y Tenerife-. Recuperó la confianza de regreso a la Bundesliga, en el Hannover, donde sí se sintió reconocido. Fue, paradójicamente, el éxito en su país lo que volvió a confrontarle con el miedo al fracaso.
Con la inclusión en la selección nacional de Joachim Löw, con la que disputó ocho partidos, resurgió lo que su padre, Dirk Enke, y su asesor, Jörg Neblung, han calificado de “torbellino interior”. Una infección intestinal complicó su preparación para el Mundial de 2010 y quedó fuera de varias convocatorias de Löw, incluido el partido que iba a jugarse ayer contra Chile, cancelado por la tragedia.
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