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Los feudos de Ayuso se rebelan contra las terrazas: “Una cosa es lo que votas y otra lo que tienes debajo de tu casa”

Velador en el barrio de Ibiza con terrazas.

Sofía Pérez Mendoza

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Las quejas de los vecinos por la expansión de las terrazas están tomando forma de concentraciones por primera vez en la capital. Hace una semana, tres asociaciones de Chamberí, el distrito con más 'terrazas Covid', llamaron a la Puerta del Sol, sede del Gobierno regional, para pedirle a la presidenta por carta que adelantara el cierre de la hostelería. Su reclamo era simple: “Queremos dormir”. Este fin de semana, un lema similar se va a escuchar en el barrio de Ibiza, un enclave residencial con vistas al parque de El Retiro y cuyos bulevares se han llenado también de terrazas, espacios más seguros que el interior de los bares por estar al aire libre. Según los cálculos de las asociación vecinal Retiro Norte a partir de cifras municipales, la superficie de mesas y sillas ha aumentado un 40% en dos años: 1.600 metros cuadrados.

Ambas zonas tienen idiosincrasias similares: un nivel adquisitivo medio-alto entre sus habitantes y una mayoría amplísima de votantes del PP. En Chamberí el porcentaje de apoyos a Ayuso subió un 22,5% en las últimas elecciones autonómicas hasta alcanzar el 55,8%. En la misma proporción aumentó en Retiro, donde más del 52,7% de las papeletas fueron para los conservadores. Son el séptimo y octavo distrito de la capital, de los 21 que existen, que más multiplicaron su respaldo a la presidenta autonómica. En los dos distritos, Más Madrid se coronó como la segunda fuerza más votada pero a un abismo de apoyos: un 13 y un 15%, respectivamente.

¿Los propios votantes del PP, que hizo del apoyo a la hostelería una de sus banderas de campaña, se están rebelando contra las consecuencias de sus políticas? En una asociación de vecinos no te preguntan de qué partido eres para entrar, aunque en las movilizadas asumen que los vecinos están “perdiendo la paciencia” y en los próximos meses, si nada cambia, las protestas irán a más. “Quiero ser prudente, pero una cosa es lo que votas y otra lo que tienes debajo de tu casa”, dice Jesús Valdivieso, presidente de la asociación de vecinos del barrio de Trafalgar (Chamberí), que asegura que hay vecinos que apoyaron al PP y al ver la situación no sé involucran activamente en la protesta pero “callan”.

Félix Sánchez, de la asociación Retiro Norte, asegura que están encontrando apoyo en “gente del barrio de todo tipo”. “El ruido afecta independientemente de la ideología. Por ejemplo, los pisos grandísimos que hay en la avenida de Menéndez Pelayo, incluso se han podido devaluar por esta situación. Antes tenías vistas espectaculares al Retiro y ahora también un montón de terrazas”, ilustra tras señalar que el otro día se les unió un votante de Vox.

El barrio de Ibiza era ya antes de la pandemia terreno abonado para la hostelería, con restaurantes de precios menos populares que en otras zonas de la capital. En las aceras anchas ya se desplegaban multitud de terrazas, pero la pandemia las ha extendido a los bulevares -donde incluso se han montado cenadores- y, sobre todo, a las calles estrechas para las que los bares han solicitado permisos para extenderse a plazas de aparcamiento. “Nuestro barrio se está convirtiendo en un recinto ferial terracero. Los niños ya no pueden jugar en la calle ni los mayores sentarse en los bancos”, dice la convocatoria de la concentración, que reclama “el barrio para el vecindario”.

Los vecinos de la calle Doctor Castelo o Menorca, por ejemplo, nunca habían convivido con terrazas hasta ahora. Los que sí, han visto cómo abarcaban más espacio por las ampliaciones. “Llegamos a un acuerdo antes de la pandemia con los hosteleros para permitirles apilar las sillas y las mesas a cambio de que no instalaran estructuras fijas en los bulevares, pero ahora se está haciendo otra cosa”, alega Sánchez.

Las concentraciones en los barrios se han convocado bajo el lema “SOS” que popularizaron hace tres años los vecinos de Malasaña, unidos para reclamar la mejora de sus condiciones de vida en una ciudad de la que, dijeron, se sentían expulsados. El desencadenante de la organización vecinal fue la muerte de una persona frente a un narcopiso. Al principio fue en el centro pero las dinámicas que causan los problemas -terrazas, pisos turísticos, ocio descontrolado- se está trasladando a otras partes de la ciudad.

“Esto se ha convertido en el nuevo Malasaña”, dice Alejandro, un vecino del barrio de Ibiza. Denuncia que el ocio empieza a metamorfosear el barrio por las borracheras y la atracción que eso genera a los carteristas, ávidos de robar en un descuido. Los vecinos implicados en las protestas comparten, más allá de la regulación autonómica y municipal, que el Ayuntamiento no está controlando que se cumpla adecuadamente. “La semana pasada un vecino denunció a un establecimiento de la calle Fuencarral que tenía muchas más mesas de las que podía poner. Excepcionalmente hubo suerte, vino la Policía y les han abierto un expediente, pero lo más común es que llames y no pase nada”, cuenta Valdivieso.

Las asociaciones vecinales valoran la limitación a la medianoche de las terrazas ampliadas, anunciada por la vicealcaldesa hace una semana para apaciguar el conflicto, pero consideran la corporación debe actuar también sobre la saturación de mesas que, aseguran, sufren sus barrios.“Tenemos al sensación de que el Ayuntamiento está haciendo el papel de árbitro cuando tiene que dictar las normas y velar por que se cumplan”, sostiene Sánchez desde la asociación Retiro Norte. “El concejal del distrito nos escucha y nos pide paciencia, pero ya está. Un verano sin dormir no es algo sostenible”, prosigue este vecino, obligado a abrir las ventanas buena parte del día porque no tiene aire acondicionado.

Las Juntas de Distrito han autorizado 5.700 nuevas mesas para hostelería en la capital. Pese a que la corporación ha tenido que limitar los horarios por las quejas, sigue concediendo licencias para que los negocios sin terraza puedan abrir una o para ampliaciones de las que ya existen. Los bares y restaurantes de Retiro contaba antes de la pandemia con 2.758 mesas. En abril de 2021, eran 3207, 449 más. Chamberí ya era previa llegada del Covid-19 el segundo distrito, por detrás de Centro, con más terrazas. Pero el crecimiento ha sido aún así muy notable: de 4655 a 5479 mesas.

Hosteleros y vecinos esperan con el mismo interés el que será uno de las normas clave del mandato de PP y Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid: la ordenanza de terrazas. El Gobierno de coalición ha decidido entrar en este terreno complejo y pantanoso en el que el Gobierno de Ahora Madrid evitó inmiscuirse, empujados por la presión del sector, que reclama convertir en permanentes algunas medidas extraordinarias surgidas al calor de la pandemia, como la reconversión de plazas de aparcamiento en terrazas. En la ecuación también cuentan los recelos de los vecinos, que empiezan a salir a la calle para reclamar su derecho a dormir.

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