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La batalla de Galileo: Carmena ensaya su plan para peatonalizar el centro de Madrid

El tramo de la calle Galileo tras su cierre al tráfico de vehículos.

Fátima Caballero

Primero fue Barcelona, con sus famosas “supermanzanas”. Y ahora es el Ayuntamiento de Madrid el que se apunta al “urbanismo táctico”, a aplicar pequeños cambios rápidos y baratos en la ciudad para cambiar la forma en que los coches se mueven por ella y hacerlas así más sostenibles. Pero la primera actuación del ayuntamiento, el cierre al tráfico de apenas setenta metros de la calle Galileo, que se aplicó hace tres semanas, ha levantado ampollas entre algunos vecinos de la zona.

¿Y qué es el urbanismo táctico? Un tipo de medidas para limitar el impacto del tráfico en las ciudades y que tiene tres características principales: no llevar aparejada obra, ser actuaciones de bajo coste y ser fácilmente reversibles en caso de que no funcionen.

El corte del tramo de Galileo, que se enmarca dentro del proyecto Chamberí Zona 30, quiere evitar el tránsito de vehículos entre las calles Alberto Aguilera y Cea Bermúdez, las dos grandes vías colectoras que enmarcan los barrios de Gaztambide y Arapiles. 

La asociación vecinal de Chamberí El Organillo ha recogido 1.500 firmas para pedir que la intervención en Galileo se revierta ya, mucho antes de lo planeado por la corporación local. Por otra parte, hay otra parte de los vecinos a favor, que se manifestó este martes en la propia calle.

El tiempo de prueba para la intervención en Galileo se ha fijado en un año. El concejal de distrito, Jorge García Castaño, ha asegurado a eldiario.es que ese periodo no se ha planteado como rígido y la actuación podría revertirse o “reorientarse” antes, si no da los resultados que se esperan. Pedro Bravo, experto en urbanismo y movilidad y responsable del blog de eldiario.es 'Desde mi bici', recuerda que este tipo de medidas empiezan a arrojar resultados después de un periodo medio de prueba, por lo que hay que esperar un tiempo prudencial para empezar a hacer un análisis crítico de su impacto. No esperar a ese tiempo sería un error por parte del Ayuntamiento, en su opinión. 

El Gobierno municipal ha planificado medidas de este tipo en hasta ocho calles del distrito de Chamberí, de momento paralizadas. No obstante, el concejal del distrito recuerda que el objetivo de Ahora Madrid durante esta legislatura es hacer más peatonal el centro de la capital y sus alrededores, una estrategia que pasa por reducir drásticamente la circulación del coche.

Uno de los proyectos más ambiciosos del Gobierno de Manuela Carmena en este sentido es la implantación del Área de Prioridad Residencial (APR) en toda la zona centro, que se suma a la remodelación de la Gran Vía. Esta medida que no llegará hasta abril de 2018 tras los problemas burocráticos a los que se ha enfrentado el consistorio, eliminará el tráfico de paso en el distrito Centro, restringiéndolo solo para transporte público y residentes. El objetivo es crear un entorno “más amable, menos contaminado y ruidoso”. “Cuando antes esté la APR centro mejor porque es el esquema central de todas las demás actuaciones”, reconoce el concejal. 

Mientras los vehículos privados suponen el 29% de los desplazamientos que se producen en Madrid, tienen reservado el 80% del espacio público, aseguró hace unas semanas la concejala de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés. Una situación que Sabanés calificó de “injusta” y con la que el Gobierno de Carmena quiere acabar. 

Disminuir la presencia de los coches en las ciudades es una estrategia cada vez más generalizada en las urbes europeas y en el mundo, donde ya se han dado este tipo de medidas. “Las actuaciones como la de Galileo o las supermanzanas de Barcelona siempre levantan ampollas, es un debate que también se está dando ahora, por ejemplo, en los países nórdicos y en otros países del mundo”, recuerda Pedro Bravo. En su opinión, “los que gobiernan tienen que estar preparados para asumir las críticas”. 

La participación, la discordia

García Castaño hace autocrítica: “Igual lo planteamos mal”. Bravo apunta en la misma dirección. Como conocedor cercano del proceso considera que la actuación “está bien hecha” pero se ha comunicado “regular” a la sociedad y sobre todo a los vecinos que en última instancia son los más afectados. 

El portavoz de El Organillo, Julio López, cree que “cortar cincuenta metros de calle no soluciona nada y solo provoca trastorno a los vecinos y caos de tráfico”. Además, asegura que el cierre solo beneficia a los bares y genera otros problemas como “botellón los fines de semana” y enfrentamientos entre los vecinos que están a favor y en contra. Pero una de las reivindicaciones de esta organización vecinal pasa también por el proceso participativo que el consistorio defiende que se produjo pero que ellos insisten: “No se dio”. 

Madrid ya superó un debate parecido al que hoy se plantea en Galileo con Gran Vía. Los cortes de tráfico de una de las principales arterias de la capital provocaron muchas críticas, a pesar de que el plan del Ayuntamiento de Manuela Carmena por remodelar esta vía se había planteado meses atrás. Entonces, también se apuntó a que la comunicación no había sido la más acertada. Finalmente, el ruido se disipó cuando los madrileños respaldaron las obras en la gran consulta ciudadana de febrero. 

El concejal Jorge García Castaño plantea que el proceso de participación en este caso se está dando ahora. “Nos sirve mucho el debate para ver qué solución se le da y la participación se está dando en el terreno”. “Recogemos el sentir de los vecinos, tanto de los que están a favor y por supuesto de los que no ven bien la intervención”, asegura el concejal de Centro y Chamberí. Por el momento, la consulta que piden los vecinos no se va a producir. Al calor de las críticas y los resultados de la propia actuación, el consistorio tomará la decisión de revertir la medida o reorientarla. 

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