La Fiscalía pide un año de cárcel por no abrir a la policía en el confinamiento pese a los “gritos de auxilio”
La Fiscalía de Madrid ha solicitado este jueves un año de prisión para los cinco ocupantes de una vivienda que se negaron a abrir la puerta de su domicilio después de que agentes de la Policía Nacional hubiera recibido una llamada donde se les informaba de que en su interior se oían los gritos de una señora que pedía “auxilio” y los sollozos de un niño.
En la instrucción del caso, los dos agentes que intervinieron en el operativo estuvieron investigados por un delito de allanamiento de morada, pero finalmente se archivó la causa contra los policías y se acordó procesar solo a los moradores.
El juez consideró que la actuación policial estaba motivada por la llamada de una vecina que oyó gritos de mujer y de un niño. En esas fechas, estaban vigentes las restricciones de movilidad y reunión con motivo del estado de alarma por la pandemia.
Ahora, el fiscal imputa a los inquilinos un delito de atentado y dos de lesiones. Los hechos se produjeron el 9 de diciembre de 2020 sobre las 5.30 horas de la madrugada en un piso situado en la calle Pan y Toros, en el distrito de Villaverde.
Según el fiscal, los cinco acusados se encontraban en el domicilio donde sobre las 5.30 horas se personaron varios agentes de la Policía Nacional “debidamente uniformados” tras haber recibido una llamada en la que se alertaba de que había una señora que gritaba y un niño llorando en el interior de dicha vivienda.
Los agentes, “con la finalidad de garantizar su seguridad”, llamaron a la puerta. Nadie le abrió a pesar de que insistieron en “numerosas” ocasiones.
Insultos a los agentes
Finalmente L. D. M. G. accedió a abrir y le pidieron información sobre la posible estancia en la vivienda de una mujer y un niño, pero “al verlos, con ánimo de menoscabar el principio de autoridad, se mostró chulesco y poco colaborador, no facilitando la información sobre las personas que se hallaban en el interior y su estado, temiendo los agentes que se tratara de un suceso de violencia de género o doméstica”.
Al pedirle los agentes que se identificara les dijo: “No me sale de la polla daros mi documentación, estoy en mi casa y aquí no vais a entrar, no tengo que daros más explicaciones”. Los policías le manifestaron que solo querían comprobar cómo se encontraba la señora que estaba en el interior, a lo que el acusado les respondió: “Me suda los cojones maderos de mierda, no te voy a dar nada y en mi casa no entráis, os pongáis como os pongáis, y porque tenéis pistola, yo también puedo conseguir una, ya os buscaré”.
Dada la imposibilidad de acceder a la vivienda y garantizar la seguridad de la mujer y el niño, los agentes observaron que había varios varones en el interior de la vivienda, “quienes también se dirigieron a los agentes con expresiones similares, todos ellos en actitud agresiva”. Al ver llegar más policías, los acusados comenzaron a lanzar botellas de vidrio desde una de las ventanas de la vivienda hacia la calle.
Al mismo tiempo, siempre según el relato de la Fiscalía, los acusados trataron de cerrar la puerta de la vivienda pero pillaron el pie de los de los agentes y, “pese a ser conscientes de esta situación y de que podrían lesionar la integridad física del agente, procedieron a empujar la puerta”. Otro de los agentes usó un spray de gas pimienta, “consiguiendo de este modo que se retiraran momentáneamente y que pudiera liberar el pie el agente”.
Posteriormente los acusados abrieron de nuevo la puerta y uno de ellos aprovechó para propinar una patada al agente que había echado el spray, para después volver a cerrar.
Desde una de las ventanas de la vivienda una señora gritaba pidiendo auxilio y para garantizar su seguridad, lo agentes “trataron de acceder empujando la puerta con un ariete, lo que motivó que se desencajara de su marco”. Al no poder acceder al interior de la vivienda, les solicitaran de nuevo que les permitieron el acceso y fue entonces cuando los acusados les permitieron acceder a la vivienda y los agentes, “utilizando la fuerza imprescindible”, redujeron y engrilletaron mientras forcejeaban y lanzaban puñetazos y patadas.
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