La chatarrería que se incendió en Villaverde tenía orden de precinto para este mes y fue denunciada por los vecinos
Los vecinos de la calle Arroyo de la Bulera, en el barrio de Butarque de Villaverde, se despiertan cada día frente a dos chatarrerías muy próximas a sus viviendas. El ruido constante de la maquinaria y las grandes cantidades de polvo rojizo suspendido en el aire convierten en un imposible abrir las ventanas de sus casas. Las molestias que les generan estos negocios diariamente llegaron este punto a la indidgnación vecinal por un incendio en una de las chatarrerías.
“Llevamos años denunciando el ruido y el polvo, y que pasen estas cosas nos da la razón sobre lo peligrosas que son estas instalaciones cerca de domicilios particulares”, explica Verónica Parra, presidenta de la Asociación de Vecinos Independiente de Butarque (AVIB). El negocio, que se encuentra ubicado en una parcela perteneciente a Adif, ya había sido objeto de denuncia en numerosas ocasiones por la vecindad del barrio.
El pasado 2020, AVIB denunció ante la Fiscalía de Medio Ambiente la problemática sin éxito alguno. La demanda no solo tenía que ver con el ruido y la suciedad constantes, también alertaban de que este negocio operaba sin licencia. Por esta misma razón, está previsto que el próximo jueves 24 de noviembre se ejecute una orden de precinto del depósito de chatarra, ya que, según trasladan desde el área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid, el negocio cuenta con licencia de chatarrería, pero no de compactación y cizalla. La empresa ha presentado un recurso contra esta orden que tendrá que resolverse antes de proceder al cierre de la chatarrería, indican fuentes del Ayuntamiento.
Desde Adif explican a Somos Madrid que la chatarrera mantiene un contrato de arrendamiento en sus instalaciones “para el desarrollo de actividades de tratamiento de chatarra de origen siderúrgico” en sus instalaciones logísticas de El Salobral. “El responsable de obtener las licencias para esta actividad, así como cualquier otro requisito administrativo o normativo es la empresa arrendataria”, aclaran. “Nos consta que hasta el momento cuenta con las licencias para la actividad que desarrolla”, añaden a la vez que indican que su actividad se ha de desarrollar de 8.00 a 17.00 de lunes a jueves y hasta las 15.00 los viernes.
Denuncias, avisos y una orden de precinto (aún sin ejecutar) no han sido suficientes para frenar la actividad de la chatarrería, que finalmente ha terminado provocando un incendio, un desenlace que los vecinos temían. El siniestro podría haber terminado en desgracia: “El fuego estaba a escasos 50 metros de los primeros bloques, era muy peligroso”, relata la representante vecinal. A tan solo 100 metros más que las viviendas se encuentra la Escuela Infantil Mamut, en la que niños de cero a tres años aprenden, a un paso del ruido y la suciedad.
Los residentes de edificios colindantes no daban crédito de la situación de la noche del martes, a pesar de encontrarse poco sorprendidos de que esto hubiese ocurrido con las grandes cantidades de material inflamable que había en el negocio. “Los bomberos nos dijeron que difundiéramos entre los vecinos del barrio para que no abrieran las ventanas y no se expusieran a algo que era bastante tóxico”, indica la presidenta de la asociación. El equipo de bomberos recomendó que los habitantes de la calle Casablanca y aledaños cerrasen puertas, ventanas y persianas, además de evitar salir a la calle para no inhalar la gran cantidad de humo acumulado.
Afortunadamente, tras un par de horas de trabajo, consiguieron extinguir por completo el fuego, aunque en las condiciones que se encuentra el depósito de chatarra es probable que una situación similar pueda reproducirse. Los vecinos, desde la más absoluta indignación, se preguntan dónde queda la salubridad de las personas ante este tipo de circunstancias. “Cuando vimos el incendio nos quedamos de piedra, llevamos años reclamando que quiten esa chatarrería que ha estado funcionando sin licencia y obrando de manera ilegal, esto nos ha parecido ya… el colmo”, cuenta Verónica Parra.
Una gasolinera: el nuevo motivo de indignación vecinal
Si la situación ya es compleja por sí sola, no queda ahí, aún hay más. Hace tan solo una semana llegaba a oídos de los vecinos de Butarque que en la parcela que separa la chatarrería de las viviendas se va a construir una gasolinera. En el terreno situado en la calle Arroyo de la Bulera esquina con la calle Casablanca se ha puesto en marcha la construcción de una nueva gasolinera en el barrio, cuando a tan solo 300 metros ya existe otro surtidor.
Una gasolinera junto a un depósito de chatarra, una verdadera bomba de relojería. “Si esa gasolinera llega a estar operativa no sabemos qué habría pasado”, señala la presidenta de AVIB. Los vecinos no comprenden cómo pueden permitirse este tipo de actividades en entornos de viviendas por parte del Ayuntamiento. Desde el consistorio cargan de toda responsabilidad sobre la parcela en la que se encuentra la chatarrería a Adif, y por el momento, no se han pronunciado sobre esta posible nueva estación de servicio.
Los vecinos tienen poca información al respecto, “nos hemos enterado hablando con la gente de la obra”, comentan. Al parecer, será una gasolinera low cost que contará con dos surtidores y terminal de autopago, “una de esas que están ahora tan de moda”, dicen los vecinos.
En cualquier caso, los habitantes de Butarque reclaman una solución inmediata, pues consideran suficientes los hechos para que se tomen las medidas pertinentes y frenar de una vez por todas la actividad de estos negocios o se busque una solución para paliar las molestias que provocan a la salud y la convivencia de la vecindad.
Conscientes de que estas fábricas se encontraban en estas parcelas antes de las edificaciones, todavía se preguntan por qué en su momento se dio la cédula de habitabilidad a un espacio con unas empresas tan cercanas a las viviendas que interfieren gravemente en la vida de los residentes de la zona mañana, tarde y noche.
0