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En las entrañas de dos nuevos espacios okupados en Madrid: “No somos animadores socioculturales”

Interior de La Yuntera, espacio okupado en Alto de Extremadura (distrito de Latina).

Guillermo Hormigo

Madrid —

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En marzo de 1936 comenzó en Extremadura una revolución a menudo olvidada, conocida como la rebelión de los yunteros (campesinos que labran con un par de mulas o yunta). Convocados por la Federación de Trabajadores de la Tierra, más de 60.000 personas ocuparon simultáneamente 3000 fincas en 280 pueblos. 250.000 hectáreas con las que se materializaba el legendario lema La tierra para el que la trabaja. Pero el golpe de estado militar en julio de ese mismo año frustró cualquier atisbo del proyecto y quienes tomaron parte en él fueron brutalmente reprimidos.

Casi nueve décadas después, algo de ese espíritu queda en La Yuntera, un espacio okupado por jóvenes integrantes del Movimiento Socialista en Madrid. El local se encuentra en Alto de Extremadura, en el distrito de Latina. Los miembros de la organización prefieren no dar más datos sobre su ubicación exacta, aunque recalcan que llevaba 15 años abandonado y ellos mismos se están encargando de rehabilitarlo. El abundante material de obra en la estancia da cuenta de ello. “Trabajar en reformarlo no es algo secundario, es una parte más de nuestro proceso para generar una cultura militante”, señala una de las jóvenes que atiende las preguntas de Somos Madrid.

El Movimiento Socialista (de ideología comunista y vinculado a otros movimientos por el derecho a la vivienda, la defensa de los derechos laborales o el feminismo) nace en Euskadi a comienzos de la década pasada por “la ruptura de cierto sector de la juventud trabajadora con la izquierda abertzale”. Debido a tensiones similares dentro del PCE y otros partidos tradicionales pronto comienza a expandirse. Llega a Madrid de la mano de “personas que procedemos de diferentes movimientos sociales u organizaciones de barrios en los que se planteaban ciertos límites” y toma cuerpo con una organización llamada Encuentro por el Proceso Socialista.

La Yuntera, donde comenzaron a operar en octubre, es una de las primeras materializaciones físicas de su actividad en la capital. Meses después se expandían a otro inmueble abandonado en el que levantaban El Arrabal (una referencia al carácter periférico que Tetuán poseía hasta hace no tanto tiempo), que comparte espíritu aunque “adaptado a las particularidades de Tetuán”. Un proceso de expansión “lento y humilde pero interesante” cuyo objetivo final es “dotar de la infraestructura espacial para organizarnos políticamente de forma independiente tanto del Estado como del capital”.

“Un punto diferencial es que para nosotros el espacio nunca es el fin último, es la herramienta a través del cual nos organizamos políticamente. Como el proyecto es mayor que el espacio, el desahucio no termina con el proyecto. Se necesitan unas capacidades organizativas para la defensa de los espacios, pero eso no implica que acabe con su desalojo”, explica esta integrante del Movimiento, que como el resto de compañeros presentes en la conversación prefiere mantener el anonimato.

Latina y Tetuán, dos distritos de “juventud desposeída”

Pero el objetivo no es que La Yuntera y El Arrabal sirvan únicamente para la organización o formación interna, sino también para “un despliegue político donde se pueda intervenir en lo local”. La selección de Alto de Extremadura / Puerta del Ángel y Tetuán no es casual: “Son barrios donde hay una juventud trabajadora amplia que vive un proceso de desposesión cada vez mayor con unas condiciones bastante jodidas”. La especulación inmobiliaria ha marcado el devenir de ambas zonas estos últimos años con macroproyectos como el Brooklyn de Madrid, aunque la gentrificación no responde solo a iniciativas de gran calado.

“Esa gentrificación está presente en todos los barrios de Madrid, pero es cierto que en zonas como Tetuán ha venido acompañada de una ofensiva criminalizatoria ya no solo de las formas organizativas, sino del propio estilo de vida de la juventud trabajadora y la clase trabajadora en general. Queremos que las actividades de El Arrabal sirvan para generar espacios de ocio que escapen a esa criminalización y a las dinámicas del capital. Para ello la independencia es clave, por eso planteamos que deben ser espacios expropiados al margen de las demandas de alguien que te alquile un local o de las instituciones”, explica otro miembro de Encuentro por el Proceso Socialista.

La Yuntera, por su parte, ya ha acogido actividades de formación y un acto de presentación en sociedad donde trazaron las líneas maestras del proyecto. “Lo que no quita que diversifiquemos cuando acabemos el proceso de obra. En particular, por eso que decíamos de darle a la juventud trabajadora espacios de ocio, planteamos crear un gimnasio gratuito en el interior”, apostillan.

Distancia con otros movimientos y una comunicación “eficaz”

Respecto a la relación con otros movimientos sociales y vecinales, marcan distancia aunque consideran imprescindible tenerlos en cuenta: “El tejido que crean es indudable y de él venimos, pero nuestro proceso nace de haber vivido en nuestra piel los límites de esos espacios y precisamente por ello apostamos por tener lugares independientes, expropiados y al servicio de una estrategia general”. Mencionan la necesidad de superar un cierto modelo de militancia a partir del “voluntarismo difuso, que acaba resultando en el hiperactivismo de figuras muy concretas dentro del espacio con responsabilidades nada especificadas”. Su organización, en cambio, “explicita las responsabilidades para que no quede todo en el aire”.

Abogan igualmente por alejarse de las demandas meramente institucionales, los ciclos electoralistas y el paradigma de los movimientos autónomos, dirigidos a problemáticas sociales acotadas: “Acaban derivando en que cada espacio lleva su lucha por separado y eso nos hace aún más dependientes de las dinámicas generales y sistémicas”.

Para estos jóvenes “demostrar efectividad es clave para llegar a cada vez más capas de la clase trabajadora”. También con aspectos como la comunicación o la estética en redes, donde han apostado por una línea gráfica moderna que deja clara la inclinación del proyecto a la par que comunica cierta idea de actualización, de puesta al día sin que ello implique renuncias sino todo lo contrario. “Somos parte de esa juventud trabajadora, pero al mismo tiempo queremos transmitir que somos una organización política de bases fundamentadas, comprometida, asentada, seria y eficaz”.

Un tercer joven, que ha permanecido callado casi toda la conversación, interviene al final para dar su punto de vista sobre este apartado: “Como comunista, lo primero que tienes que hacer es darte cuenta de la posición de debilidad de la que partes. Luchar contra la hegemonía capitalista supone estrujarte mucho el cerebro y por suerte tenemos muchas personas dándole vueltas a esto”.

“No pertenecemos a un mundo paralelo, seguimos con nuestras vidas mientras intentamos cambiar el estado actual de las cosas paso a paso”, subraya. Remata la idea con un poco más de sorna, consciente de la imagen exterior que a veces transmiten o se transmite de estos movimientos: “No somos animadores socioculturales”. Su compañera coincide: “No estamos haciendo castillos en el aire”.

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