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Teatro y autoorganización contra las identificaciones por perfil racial de la Policía

Calle de Lavapiés

Antonio Pérez / Somos Lavapiés

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En la calle Zurita, a las 18 horas de hace dos domingos, un par de miembros de la policía -nacional o municipal-, sin uniformar, pedían identificarse a una persona negra y a otra de aspecto magrebí. Los dos jóvenes prosiguieron su camino, visiblemente molestos, cerca de 15 minutos después. Un día antes habían sido cuatro los vecinos negros de Lavapiés a quienes un grupo de secretas dio el alto en la calle Sombrerete, en torno a las 16 horas, para tenerlos retenidos no menos de 1 hora mientras los registraban y realizaban las comprobaciones de rigor con la ayuda de un coche más de la Policía Nacional: no hubo detenciones ni sanciones.

Estos dos episodios de “controles aleatorios de identidad” son el pan nuestro de cada día en un barrio como Lavapiés pero, sospechosamente, no los sufren ciudadanos blancos, tal y como denuncian distintos colectivos sociales que trabajan en la zona de Embajadores con migrantes y muchas de las personas racializadas que los padecen continuamente.

Así, aunque la policía no lo reconozca, resulta que la aleatoreidad de sus identificaciones sabe de color de piel, lo cual no sólo es ilegal sino que viene a cargar de razones a quienes hablan de la existencia de “racismo institucional” en el estado español, algo que en conversación con Somos Lavapiés también denuncia Serigne Mbayé, diputado de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid, vecino del barrio y persona que ha sufrido en sus propias carnes y en múltiples ocasiones este tipo de controles.

Aunque principalmente son hombres racializados los que tienen más papeletas para que, en cualquier momento, un agente de la autoridad los someta a un control rutinario, incluso es frecuente que también a niños de las minorías étnicas de la zona los paren. Así, una vecina del barrio cuenta cómo recientemente uno de esos menores, español de ascendencia senegalesa y 16 años de edad, fue interceptado en Mesón de Paredes, requiriéndosele que se identificara y que mostrara el contenido de una bolsa que llevaba con él. Sin tener su documento de identidad encima y nervioso, tuvo que ser la mencionada vecina, que lo conoce desde siempre, la que respondiera por él ante los agentes al encontrarse de pronto con lo que estaba pasando.

Del mismo modo, y dentro de la campaña específica contra las bandas juveniles que la policía viene desplegando desde hace meses en la zona, es fácil encontrarse con identificaciones y registros exhaustivos como el practicado por los ocupantes de una 'lechera' antidisturbios de la Policía Nacional sobre un grupo de 6 niños de origen bangladesí y marroquí, de no más de 14 años, en Ribera de Curtidores, unos hechos de los que este diario fue testigo directo hace unas semanas.

“Ningún niño rubio del barrio tiene que pasar por trances similares”, afirma la vecina que salió en ayuda del niño senegalés quien afirma, además, que ni ella ni ninguna persona blanca de las muchas que conoce en el barrio ha sido jamás objeto de estos controles.

La denuncia sube a las tablas

De lo que estamos hablando es de “identificaciones policiales de perfil racial”, un tema bien conocido por SOS Racisme Catalunya, que ha publicado un informe a partir de testimonios y estudios de personas que se han visto afectadas por ellas y que, aunque presentado por vez primera en 2018, se ha actualizado recientemente con nuevos datos policiales, concluyendo que "en el territorio español se identifica desproporcionadamente a las comunidades no blancas, criminalizándolas y exponiéndolas a situaciones de riesgo” y que “en los barrios con mayor número de personas migrantes hay una vigilancia expresamente excesiva”.

Tras los resultados de la investigación a la oenegé le llegó “la necesidad de generar una campaña específica en contra de esta manifestación de racismo institucional basada en el control policial y sostenida por el modelo securitario en el que vivimos actualmente, el cual protege a unas personas a costa de la persecución, la criminalización y el encarcelamiento masiva de otras” y, como parte de esa campaña, surgió la idea de llevar la denuncia al formato teatral, encargo que finalmente se le hizo a la compañía 'No es país para negras', con dramaturgia y dirección de Silvia Albert Sopale y de Carolina Torres Topaga.

El resultado, Parad de pararmeuna reflexión teatral sobre las identificaciones policiales a personas racializadas, una pieza de Teatro Documento y de Teatro Fórum que se representará los próximos 4 y 5 de febrero en el Teatro del Barrio (Zurita 20) de Lavapiés.

En conversación telefónica con Somos Lavapiés, Silvia Albert cuenta que el texto se creó a partir de datos de estudios y de experiencias reales que han tenido personas residentes en el distrito de Nou Barris y en el barrio del Raval, entrevistados entre los años 2020 y 2021, y que no diferirán demasiado de las realidades cotidianas que viven muchos vecinos racializados de Lavapiés, así como de las de aquellos otros de zonas con importante presencia de personas migrantes.

“Hablar y denunciar a través del teatro de las identificaciones policiales por raza que se llevan a cabo en distintos lugares de España es lo que propone Parad de pararme, con el objetivo de lograr que la cosa cambie”, indica Albert, actriz, directora teatral, creadora, activista feminista y española racializada.

“Con la obra perseguimos la propia activación del público, al que interpelamos durante la función, tratando de mostrar que la lucha contra diferentes situaciones injustas y cotidianas también tiene que ver con nosotros mismos y con actitud que tomemos al respecto”.

“De las conversaciones y entrevistas que mantuvimos con afectados por estas identificaciones discriminatorias para crear el texto de la obra nos dimos cuenta que provocan dos tipos de reacción: por una parte, enfado en algunos por lo injusto de los hechos; por otra, algo más común como es la normalización de la situación. Esta segunda reacción es entendible porque la mayoría de personas no quiere problemas, pero es terrible porque acaba creando en la psique de muchas de ellas un sentimiento de inferioridad y la creencia de que tienen menos derechos que el resto de ciudadanos. Marcan tanto estas situaciones que llegan a que los afectados modifiquen hasta su comportamiento en sociedad. Los hay que se obligan a ir por la calle sonriendo todo el día para que la gente no los perciba como peligrosos, o los que se cambian de acera si creen que su presencia puede asustar, por ejemplo, a una persona mayor. Se asumen como naturales situaciones como la que contaba un chico de Madrid, que decía que en una estación todos los días al ir al trabajo el mismo policía le pedía la identificación porque ni tan solo se quedan con las caras, sólo ven su color de piel”.

“Lo que mostramos en Parad de pararme también sirve para que personas racializadas conozcan la ley, sus derechos, lo que les da seguridad para su día a día”, concluye Silvia Albert.

Autoorganización contra el “acoso al colectivo migrante”

Volviendo a la realidad de Lavapiés, cuenta el diputado Serigne Mbayé que, desde su actividad política, siempre que tiene oportunidad denuncia las identificaciones de perfil racial en la Asamblea de Madrid, aún siendo la materia competencia estatal. Del mismo modo, apoyado en sus compañeros de partido, ha elevado el asunto al Congreso, desde donde se le ha respondido claramente diciendo que los agentes de la policía sólo pueden pedir la identificación a una persona y registrarla “si hay indicios de que ha cometido un delito o de que va a cometerlo” (Ley Orgánica 4/20151) y que, por descontado, el color de la piel de una persona no presupone sospecha.

“Aún así, en Lavapiés las personas migrantes sufrimos acoso policial, un acoso sustentado en el hecho de que se ha señalado el barrio como un lugar de venta de droga e inseguridad, que supuestamente viene a justificar este tipo de actuaciones que afectan especialmente a personas racializadas. Por la Ley Mordaza no te puedes negar a que te identifiquen y a que te registren, pero tampoco podemos normalizar esta situación discriminatoria. Tenemos que pelear porque si no es una sumisión no acorde con la ley. No nos podemos someter”, indica Mbayé, quien asegura que tanto vecinos migrantes como organizaciones que trabajan en el barrio con ellos están pensando en hacer un documental de denuncia sobre esta situación y, más a corto plazo, autoorganizarse para actuar pacíficamente, con su sola presencia, “cuando nos enteremos de que en tal o cual sitio se están produciendo esos controles”.

“Cuando hay presencia de otras personas, ya sean blancas o racializadas, que se interesan por lo que está pasando en uno de estos controles los secretas se suelen marchar. Tenemos que hacer ver que estamos hartos de estas identificaciones de perfil racial y que nuestro descontento llegue a los jefes policiales a través de informes. Autoorganización para parar estos acosos a gente normal y corriente que va a trabajar o que está tranquilamente en una de las plazas de la zona, un acoso que, además, da muy mala imagen del barrio y de los colectivos migrantes que lo habitan”, afirma el diputado autonómico.

“Nosotros, los migrantes de Lavapiés, decimos sí a la policía en la zona, pero no a que sólo con policía se vayan a resolver los problemas del vecindario -hacen falta, sobre todo, políticas sociales- y, en cualquier caso, decimos no a los controles por raza que no nos dejan vivir en paz en nuestro barrio y no a los secretas que están por todos los rincones y que creen que cada vez que nos damos la mano para saludamos nos estamos pasando droga”.

“Les preguntas que por qué te paran y, en muchas ocasiones, ni te responden. Te toman los datos sin haber hecho nada y no sabes dónde los mandan o para qué los utilizan. Si te quejas, te pueden contestar como a veces me han dicho a mí: 'Si no te gusta, te vas a tu país' o hago esto 'porque soy racista'. Ver cómo actúan algunos policías es tremendo. En ocasiones se exceden incluso pidiendo que les entregues el móvil o que lo desbloquees para que puedan registrarlo, algo que no está permitido hacer y que muchos migrantes no lo saben”.

“No pueden hacer estas identificaciones, selecciones y cacheos por perfil racial y no debemos permitirlo, como tampoco es admisible que nuestros niños jueguen en plazas llenas de coches de policía y se familiaricen con estas cosas. Con su actitud y acciones provocan cabreo y rechazo hacia la institución policial. No te puedes oponer a una identificación porque lo único que puedes sacar con ello es justificar una detención por la que te puede caer hasta un año de cárcel. El te callas o te llevo a comisaría está a la orden del día y algo tendremos que hacer”.

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