Calle de Hortaleza: un kilómetro de diversidad
El antiguo camino que llevaba al pueblo de Hortaleza, era ya también calle con este nombre en los tiempos de Texeira. Hasta el siglo XVII el camino se adentraba en zonas boscosas y sólo a finales de este siglo se conocen algunas construcciones particulares que convivían con tierras de labor y algunas instituciones religiosas y de caridad. A finales del siglo XX la calle vivió un cambio vertiginoso, de los tiempos de degradación de los ochenta a la reconversión de Chueca como barrio Gay.
De Gran Vía a Santa Bárbara, Hortaleza es espina de barrios: nace en la gran calle Madrileña, vertebra Chueca, desemboca en Alonso Martínez y orilla nuestro barrio en la zona de Tribunal. Hermana pequeña, que no pobre, de la vecina Fuencarral, siempre fue, desde los tiempos en los que Madrid se ensanchaba a hoy, calle de comercios.
Una calle comercial muy diversa
La calle de Hortaleza ha sido y es “la calle de” diversos géneros y de todos
ellos algo queda, de manera que es un buen lugar para ir a comprar luces, material de Bellas Artes, zapatos o libros. De todas estas cosas hay varios establecimientos en la calle.
En Hortaleza el libro conoce distintas tradiciones, desde los libros de temática gay de la pionera librería Berkana, hasta los de cubierta clásica de la Pérez Galdós, fundada por los descendientes del escritor canario en 1942. Curiosamente en la misma calle estuvo Obras de Pérez Galdós, su propia editorial.
Han proliferado en la calle en los últimos años los establecimientos de moda y modernos cafés como el Mamá Inés que contrastan con algunos escaparates de solera en madera trabajada y vidrio cuidado: el de la droguería Shanghai, el escaparate de Robustiano Díaz Obeso, que hoy tiene gafas en lugar de semilleros, el Stop Madrid, una de las primeras jamonerías de la capital sirviendo vinos y embutidos desde 1929.
Diversidad también en las fachadas
La diversidad de Hortaleza se traslada también a sus edificios, desde la parte abirragada contigua a la Gran Vía a la zona más amplia que desemboca en Santa Bárbara,con una arquitectura más burguesa, varias son las edificaciones notables que salpican la calle.
La Gran Vía da paso a Hortaleza con la sobrecargada blancura del edificio de la Unión Mercantil Industrial. Levantado entre 1919 y 1924, se concibió, como otros de la época, como
un edificio multifuncional. Había
sala de esgrima, gimnasio, salas de tertulia, oficinas o pisos de lujo.
Seguramente los inmubles más conocidos de la calle son las Escuelas Pías de San Antón y la contigua Iglesia de San Antonio Abad. En cuanto al colegio, hoy en la recta final de su restauración (casi se podría decir reedificación), los Escolapios se establecieron en el antiguo hospital de leprosos que allí había. El hospital había sido regentado por los religiosos de San Antonio Abad, pero se encontraba vacío desde que Pío VI suprimiera la orden en 1787. Por las aulas de las escuelas han pasado nombres de la categoría de Víctor Hugo, Ramón y Cajal o Cernuda, entre otros. También es trístemente conocido el uso del colegio como cárcel durante los años de la Guerra Civil. Las escuelas cerraron en 1989 y
un espectacular incendio en 1995 las redujo prácticamente a la fachada. Actualmente son objeto de un ambicioso proyecto que las convertirá el año que viene en la sede del Colegio de Arquitectos a cambio de reservar
una importante parte del complejo para ampliar las dotaciones sociales del barrio.
De mayor importancia artística es la iglesia, cuya historia se remonta a 1600, año en que la orden de San Antonio Abad adquirió los terrenos. La Iglesia de San Antón la construyó Pedro de Ribera en 1740 y fue remodelado a princios del XIX, obteniendo entonces su actual aspecto neoclásico. Las huellas del abandono son evidentes en la fachada,
que pide a gritos unos andamios de restauración.
La Iglesia es una de las más populares de la ciudad, centro de la
bulliciosa romería de San Antón. Aún hoy cada día de San Antón cientos de madrileños hacen cola para que sus animales sean bendecidos y recibir los panecillos del santo, que habrán de guardar todo el año en el armario con una moneda.
En la acera de enfrente encontramos la sede del sindicato UGT, un originalísimo edificio en ladrillo que fue el convento de Santa María Magdalena, “Las Recogidas”. El origen del convento lo encontramos a finales del XVI en la calle Arenal, donde se recogía a “mujeres de mala vida”. Las franciscanas y sus mujeres arrepentidas se trasladaron a la calle Hortaleza en 1623. El edificio actual, tras sucesivas reconstrucciones, poco tiene ya que ver con el convento, pero es sin duda un edificio interesante.
En el número 77 de la calle es posible ver salir de un adusto caserón a los niños a la hora de la salida del colegio. Es el colegio de Santa Isabel fundado en 1859 como Casa de Misericordia para educar a niñas pobres
El último de los inmuebles importantes de la calle lo encontramos llegando ya Mejía Lequerica, el Palacio del Conde de Villagonzalo,
residencia palaciega de finales del XIX, pero merece la pena deleitarse también en otras fachadas buguesas
en lo que podríamos denominar la parte noble de la calle.
La calle de Hortaleza mezcla en un kilómetro, sin dos fachadas iguales,
muy diversas realidades: al castizo,
al moderno, al gay “alocado” y a la loca castiza.
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