Lo que sucedió en Malasaña durante las vacaciones: obras, pisos de lujo, amianto y la visita de Pedro Sánchez
El verano apura sus últimos coletazos en Malasaña y sus habitantes van volviendo esta semana a recuperar el ritmo habitual. Somos Malasaña, el periódico del centro de Madrid que nunca se marcha de vacaciones, aprovecha cada año estas fechas para repasar lo que sucedió durante los meses estivales, en los que siguen pasando cosas, a veces de gran importancia para el barrio sus moradores.
El estío comenzó con malas noticias para las instalaciones públicas del barrio. El nuevo equipo municipal decidía dejar a la zona sin el Centro Cultural Manuela Malasaña, un espacio que iba a empezar a funcionar en otoño pero al que ahora se trasladarán las oficinas del área de Deportes del Ayuntamiento, si el consistorio no rectifica su decisión, (Ciudadanos siempre ha mostrado dudas con este proyecto). El concejal de Centro, que asumió la responsabilidad de la idea, ha prometido -sin fecha definida- un centro cultural de menor tamaño en Conde Duque, para lo que anuló el concurso para adjudicar la cafetería-coworking prevista allí. Por la historia de este espacio, aún no está dicha la última palabra.
El anuncio llegó casi a la vez que la batalla por Madrid Central, que Almeida suspendió durante una semana y tuvo que volver a poner en marcha obligado por la justicia. A finales de septiembre ha explicado que el Ayuntamiento presentará sus “mejoras” a este área de circulación restringida (esperemos que no toquen la Gran Vía, por lo que avisan los expertos) que ha mejorado sensiblemente la calidad ambiental de Malasaña y ha eliminado gran parte de su tráfico rodado.
Novedades municipales aparte, lo que no ha cambiado es la máxima de aprovechar el verano para ejecutar obras. La mayoría de ellas se extenderán más allá de este periodo (reformas del Dos de Mayo, Amaniel, Palma, Plaza de España...) pero algunas como el readoquinado de Pez comenzaron y finalizaron en un plazo relativamente corto. Los vecinos de San Vicente Ferrer y Palma, mientras se ejecutaban los trabajos, descubrieron que sus calles serán menos verdes de lo prometido, al perder la mitad de árboles con respecto al proyecto inicial. Obras también siguen habiendo en el Metro, donde se encontraron -en la estación de Tribunal- placas de amianto en una zona de tránsito de viajeros, por lo que se cerraron los pasillos al público.
Obras también pero privadas son las que se siguen ejecutando sobre edificios enteros de Malasaña, que están sirviendo para crear un mercado inmobiliario de lujo en lo que antes eran modestas viviendas. Está sucediendo en Fuencarral 77, en Divino Pastor 5 y, en general, en muchas partes del barrio. El movimiento vecinal, mientras tanto, intenta no desaparecer ante este nuevo mercado y planteó sus reivindicaciones al nuevo equipo municipal.
En el apartado de anécdotas, toca reseñar la visita a Malasaña del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que eligió un local de coworking de San Vicente Ferrer para mantener una reunión de trabajo pública, con el objetivo de preparar su programa electoral. También el rodaje de la primera película de terror ambientada en el barrio, Malasaña 32. Y, por último, hay que reseñar el cambio de política de empresa del Teatro Barceló: la discoteca más grande de la zona pasó en pocos meses de albergar mítines de Vox y envolverse en la enseña nacional a acoger fiestas de temática LGTBI y a rechazar cualquier futuro acercamiento al partido de Abascal.
El verano dejó muchas estampas, como la de la esperadísima puesta en marcha de uno de los iconos del centro de Madrid, el Edificio España y sus espectaculares interiores. En medio del parón entre tanto, descubrimos que hay esperanza para el ser humano: cientos de personas pusieron más de 12.000 € de su bolsillo para que una librería, La Semillera, siguiera abierta en el barrio.
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