Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El PSOE investigará una posible estafa de miles de euros por Ábalos y Koldo
Crónica - 'Las guerras culturales y la Navidad como arma para excomulgar al rival'
Opinión - 'Feliz año, a pesar de todo', por Neus Tomàs
Sobre este blog

Un espacio en el que está implicada toda la redacción de eldiario.es para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados, coordinado por Ana Requena. Puedes escribirnos a micromachismos@eldiario.es para contarnos tus experiencias de machismo cotidiano.

“Eres muy interesante, pero…”: cómo el machismo te borra del mapa de lo deseable después de la menopausia

María Acaso

60

Sobre este blog

Un espacio en el que está implicada toda la redacción de eldiario.es para rastrear y denunciar los machismos cotidianos y tantas veces normalizados, coordinado por Ana Requena. Puedes escribirnos a micromachismos@eldiario.es para contarnos tus experiencias de machismo cotidiano.

Hace unos años, un amigo mío escribió un libro que se volvió un best seller. A partir de entonces, a pesar de que tenía cerca de los sesenta años, no paró de ligar. Me confesó que su madurez se estaba convirtiendo en la mejor época de su vida: al final de cada presentación, se le acercaban muchas mujeres, entre ellas chicas jóvenes, que le pasaban su teléfono. Aquel éxito repentino le facilitó follar e incluso iniciar relaciones que se consolidaron, con una edad en la que pensaba que su vida afectivo-sexual estaba acabada. 

Dos años después del éxito de su libro, yo publiqué mi primera novela. Recuerdo que me dijo: “Ya verás, te vas a hinchar a ligar.”  Yo esperaba a que al final de cada presentación se me acercasen, como a él, hombres ansiosos por conocerme, pero la realidad fue que no ligué nada. Por aquel entonces, yo tenía 53 años, y, después de ver cómo el éxito editorial de mi amigo le había abierto las puertas al éxito relacional, me pregunté por qué no pasaba lo mismo conmigo. 

Se lo pregunté a otro amigo, en este caso más joven que yo, y su respuesta fue contundente: “Eres muy interesante, pero…” Ahí estaba la causa. Teniendo un capital intelectual y económico similar al de mi amigo más mayor, conservando toda mi vitalidad y siendo más famosa, mi principal problema era la edad.