El ‘Bulli’ cumple 70 años y está hecho un chaval
Como muchos inventos humanos de largo recorrido, el Volkswagen T1, conocido por el apelativo cariñoso de Bulli, nació de casualidad. Si un vendedor de coches e importador de VW en los Países Bajos llamado Ben Pon no hubiera ido de visita un día de 1947 a la fábrica de Wolfsburg, donde se fijó en un vehículo construido por los propios trabajadores para transportar planchas largas, el Bulli probablemente no habría existido.
El Plattenwagen era un engendro claramente primitivo, pero muy práctico, construido a partir de los ejes y la transmisión de un Escarabajo, un motor de 25 caballos situado en la parte trasera y sobre el que se sentaba –en un banco– el conductor, más una plancha vertical para separar la parte del motor de la superficie de carga.
Contando desde el momento de la gestación, el T1 cumple estos días 70 años pues Ben Pon esbozó rápidamente un boceto donde se aprecia con toda claridad la silueta de la furgoneta hoy mundialmente conocida y se detallan sus particularidades técnicas principales: dirección delantera, motor trasero y, en medio, una superficie de carga plana.
El visionario importador holandés tuvo dificultades para conseguir en su país el certificado de aptitud técnica de su vehículo de planchas. Pero unos meses más tarde, sin que nadie sepa con certeza cómo, convenció a Heinrich Nordhoff, director general de la compañía, de producirlo en la propia planta de Volkswagen, en ruinas en aquellos tiempos de posguerra.
El resto de la historia es más conocido. La demanda creciente y el atractivo del modelo pronto sobrepasaron la capacidad de producción de Wolfsburg, de modo que en 1954 Nordhoff tuvo que buscar una planta propia para el T1. Fabricaban entonces 80 unidades al día y se demandaban 330, así que hubo que construir en Hannover la fábrica destinada a producir este modelo que impulsaría en buena parte el milagro económico alemán.
Hubo un pequeño problema con el apelativo del modelo. Todo el mundo se refería al pequeño bus de VW como Bulli, por su aspecto robusto o atlético (Bullig en alemán), pero no podía consignarse en ningún documento oficial porque la empresa de tractores Lanz de Mannheim tenía registrado el nombre. Poco importó porque el lenguaje de la calle no conoce de leyes de propiedad.
Antes de convertirse en vehículo icónico para la generación hippie, el cine, los surfistas y, en los últimos años, la sociedad de consumo, el Bulli fue ante todo vehículo para todo en la posguerra. En las minas de sal alemanas, por poner un ejemplo, servía igual para transportar personas que como locomotora de vagonetas, mula de carga y coche de cantina.
En 1962 se celebró la producción de la unidad un millón del Transporter fabricado en Hannover. A él le siguieron, en 1967, el T2, y sucesivamente el T3 en 1979, el T4 en 1990, el T5 en 2003 y el T6 a partir del año pasado. En total, se han vendido en siete décadas más de 12 millones de unidades de sus seis generaciones.
Para conmemorarlo, Volkswagen ha lanzado una edición especial Bulli 70 aniversario, presentada en el último Salón de Ginebra y limitada a 70 unidades, que naturalmente combina el estilo retro y todo el encanto asociado al primer T1 con la tecnología y el confort actuales.