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Prueba del Ford Mondeo Sportbreak Hybrid, un familiar espacioso y con etiqueta Eco

Ford Mondeo Hybrid.

Pedro Urteaga

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Dos años después de incorporarla al Mondeo de carrocería berlina, Ford se ha decidido a ofrecer la tecnología híbrida también en su versión familiar, conocida como Sportbreak, por la que suelen decantarse aquellos usuarios que o bien tienen mayores necesidades de espacio o bien prefieren una estética diferente y no son amantes de los SUV.

La iniciativa de la marca estadounidense parece acertada dado que no hay demasiadas alternativas híbridas con esta tipología de vehículo, ni siquiera entre las marcas que más se han especializado en ellos en los últimos años, es decir, Toyota/Lexus en primer lugar y también Hyundai/Kia. El Mondeo Hybrid familiar integra, además, las novedades estéticas y de equipamiento que recibió el modelo el año pasado.

Como la versión berlina, que probamos en agosto de 2017 (puedes leer el artículo aquí), el sistema de propulsión utilizado aquí se compone de un motor de gasolina de dos litros de cubicaje y dos propulsores eléctricos, uno de los cuales actúa como motor de arranque y generador de energía para la batería de 1,4 kWh montada detrás de los asientos traseros. La potencia combinada, de 187 caballos, es más que suficiente para mover un coche que supera los 4,85 metros de longitud y los 1.700 kilos de peso.

Para comenzar, quienes puedan sentir interés por este Mondeo debido a su carrocería deben contar con el inconveniente -no menor- de que pierde 122 litros de maletero (403 litros frente a los 525 de las versiones de combustión) por la presencia de la batería del sistema híbrido. El compartimento sigue siendo grande y muy aprovechable, pero presenta un escalón considerable que reduce tanto la capacidad como la facilidad de carga.

Las plazas traseras no se ven afectadas por la colocación de este elemento clave de cualquier coche híbrido, de modo que conservan toda su amplitud en todas las cotas, una de las mejores que cabe encontrar en los modelos de su segmento, especialmente en lo que a espacio para las piernas se refiere.

El inicio de la marcha, del que se encarga el motor eléctrico, tiene lugar con la suavidad y el silencio a que nos tienen acostumbrados todos los coches dotados de hibridación, y el arranque del de gasolina, aunque perceptible desde el habitáculo, no puede considerarse molesto. En ciudad, donde menos necesaria es su intervención, el coche registra consumos muy contenidos que pueden situarse por debajo de los 6 litros/100 km.

Como sucede con todos los full hybrid, las cosas no son tan favorables en carretera y autopista, sobre todo cuando el terreno pica hacia arriba, porque en esas circunstancias no queda otro remedio que exprimir el motor de combustión y esto se traduce en mayor gasto de combustible, como es de toda lógica. En todo caso, durante nuestro recorrido habitual de pruebas hemos obtenido un promedio superior por poco a los 6,5 litros/km, registro que resulta parco para un vehículo de estas dimensiones y peso.

Según el ordenador de a bordo, en los 257 kilómetros cubiertos en una de las mediciones -mayoritariamente, en este caso, por ciudad-, el motor eléctrico estuvo en funcionamiento durante 91,5 kilómetros (más de un tercio del recorrido), lo que da una idea clara de la buena interacción entre la parte térmica y la eléctrica del sistema híbrido, particularmente en el tráfico urbano.

Un habitáculo muy bien insonorizado

En relación al primer Mondeo Hybrid que condujimos, se aprecia menos ruido en el interior cuando aceleramos con decisión. Puesto que Ford no ha comunicado cambios en la transmisión automática con engranaje epicicloidal que emplea, hemos de concluir que se debe a mejoras en el trabajo de insonorización del habitáculo.

Comparado con otros híbridos que montan un cambio semejante, como los de Toyota (los de Hyundai y Kia recurren a cajas de doble embrague), el Mondeo Sportbreak se caracteriza por cobrar velocidad con mayor contundencia y por hacerlo con menor nivel de ruido proveniente del motor. Dicho de otro modo, en este caso la aceleración real se corresponde mejor de lo acostumbrado con el ruido que produce el funcionamiento del motor.

Si se necesita regenerar más energía para la batería o incrementar el freno motor, por ejemplo cuando queremos afrontar con seguridad la bajada de un puerto, el cambio automático dispone de una posición específica identificada con la letra L. Al volante de este Mondeo, cuyo comportamiento en carretera es tan sobresaliente como el de sus hermanos de gama, se echan en falta en ocasiones unas levas en el volante que permitan cambiar manualmente las marchas (aunque sean simuladas), aunque debemos reconocer que su carácter es más rutero que deportivo y, por tanto, entendemos la decisión de Ford de no instalarlas.

Son novedades desde 2019 en la gama Mondeo elementos como un programador de velocidad activo que ahora puede llegar a detener el vehículo y reanudar automáticamente la marcha, así como un limitador de velocidad inteligente capaz de adaptar la velocidad máxima a la que, según el sistema de reconocimiento de señales de tráfico, tiene permitido circular.

La versión híbrida incorpora los cambios de diseño de toda la familia Mondeo y suma algunos detalles exteriores propios, como específicos son los grafismos del interior dedicados a mostrar cómo está operando en cada momento el esquema de propulsión híbrido -esto lo vemos en la pantalla central de 10 pulgadas- y las funciones del ordenador de viaje que muestran la intervención en el sistema del motor eléctrico o las hojas verdes que nos han correspondido por el uso más o menos eficiente del coche, servidas estas en dos displays del cuatro de instrumentos que resultan demasiado pequeños.

El Mondeo Sportback Hybrid está a la venta en la lujosa terminación Titanium, que parte de 33.670 euros, y en la aún más exclusiva Vignale, que sube hasta los 38.995 euros. El Titanium cuesta prácticamente lo mismo que la versión con motor diésel de 150 CV y el mismo acabado y 2.800 euros menos que la diésel de 190 CV y acabado deportivo ST-Line, lo que hace de él una opción más que recomendable para quien busque un familiar grande con el que podrá lucir, además, la etiqueta Eco de la DGT.

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