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Prueba del Opel Corsa 1.2T: más prestancia y eficiencia

Probamos la sexta generación del Opel Corsa con la motorización de gasolina 1.2T.

Pedro Urteaga

Para quien ha podido conducir todas las generaciones del Opel Corsa, e incluso ha tenido uno en propiedad, ponerse al volante de la sexta evolución de este superventas que acumula 14 millones de unidades vendidas produce al mismo tiempo familiaridad y una sensación inequívoca de que las cosas han cambiado mucho y para mejor, no ya desde su lanzamiento en 1982 sino especialmente en los últimos tiempos.

Aunque no nos gusta extendernos en cuestiones estéticas por su inevitable carga de subjetividad, es difícil negar que el Corsa 2020 está a años luz de distancia en diseño exterior con respecto a su predecesor, menos armonioso y adornado con una parrilla delantera en posición mucho más baja de lo acostumbrado que, en nuestra opinión, arruinaba su figura. Mucha más prestancia tiene el nuevo morro y, en general, toda la silueta del modelo recién puesto a la venta, cuyo atractivo se realza además al elegir la carrocería bicolor que puedes ver en las imágenes, de stendhaliano contraste entre rojo y negro.

A la espera de poder probar de forma exhaustiva la esperada versión 100% eléctrica (Corsa-e), de momento hemos tenido ocasión de conducir un Corsa con motor de gasolina, concretamente un 1.2 tricilíndrico auxiliado por un turbocompresor gracias al cual entrega 100 CV de potencia, y con cambio manual de seis velocidades. El acabado GS Line aporta un plus de deportividad que alegra el habitáculo con sus pedales en aluminio, unos asientos específicos recorridos en la parte central por un ribete rojo y el listón del mismo color que atraviesa el salpicadero de extremo a extremo.

Fuera de estos detalles -y aquí volvemos al comienzo del artículo-, el nuevo Corsa presenta un diseño interior muy clásico, tan cercano al de generaciones pasadas como alejado -deliberadamente por parte del Grupo PSA- del que luce, por ejemplo, un Peugeot 208, que merece el calificativo de vistoso y hasta futurista (lo cual no lo exime de inconvenientes). Incluso la tipografía de los mandos es fácilmente reconocible como la habitual de Opel, rasgo que al cliente fiel a la marca alemana le resultará tan agradable como el ambiente sobrio que se respira en el habitáculo.

Como es normal, PSA dispara con munición diversa en función de la presa a la que apunte. Si la marca premium DS ofrece exclusividad, Citroën confort y Peugeot modernidad, Opel se dirige a un comprador más austero o tradicional, aunque -en el caso del GS Line- aficionado también a un discreto look deportivo. Esta versión cuesta 17.400 euros, si bien la gama Corsa arranca en los 14.100 euros del modelo con motor 1.2, sin turbo, de 75 CV y acabado Edition y escala (sin contar el Corsa-e) hasta los 20.200 euros de la variante GS Line equipada con motor 1.2T de 130 CV, asociado aquí necesariamente a una transmisión automática de ocho velocidades.

Con sus poco más de 4 metros de longitud, la sexta generación del modelo made in Figueruelas dispone de un habitáculo capaz de alojar a cuatro adultos y si acaso tres niños en las plazas traseras, donde se pierde algo de altura debido al brusco declive del techo en su tramo final, otro guiño deportivo que acentúa la atractiva imagen del coche. El maletero, de 309 litros, no está entre los mejores de la categoría, pero al menos presenta unas formas regulares que permiten aprovechar bien el espacio disponible.

Al volante de la nueva versión del superventas zaragozano

Gracias al menor peso del chasis y de los motores, el Corsa 2020 presenta unas mejores prestaciones que su antecesor. Nuestro 1.2T de 100 CV acelera de 0 a 100 km/h en 9,9 segundos y pasa de 80 a 120 km/h en 7,5 segundos, es decir, 1,1 segundos menos que el modelo 1.4 Turbo de 100 CV de la hornada anterior. Es ágil en ciudad y lo bastante veloz y vivo de respuesta en carretera, si bien una sexta velocidad de desarrollo excesivamente largo obliga a reducir con más frecuencia de lo deseable.

Este defecto lastra una puesta en acción que, por lo demás, resulta de lo más satisfactoria, máxime cuando se obtiene con consumos sumamente contenidos para tratarse de un vehículo de gasolina, aunque sea pequeño. El promedio de gasto de gasolina se ha situado en poco más de 5,5 litros/100 km después de más de 400 kilómetros de uso combinado. En trayectos por autovía a la velocidad permitida no es raro ver en el ordenador de viaje cifras cercanas a 5 litros/100 km e incluso inferiores.

Durante estos últimos desplazamientos hemos percibido, por encima de 100 km/h, un molesto silbido a la izquierda y por delante del conductor. Procedente no del espejo exterior sino más bien de la ventanilla, no estamos en condiciones de atribuirlo al modelo en general o solo a la unidad de pruebas, aunque sí anotamos que no lo escuchamos en ningún momento en el Corsa-e cuando acudimos a la primera toma de contacto con el vehículo hace poco más de un mes.

No cabe hacerle mayores reproches a la palanca de cambios manual, que no destaca por su precisión ni sus recorridos cortos pero cumple bien su cometido, ni al comportamiento, de carácter neutro y predecible incluso en las circunstancias más comprometidas, y cuya mayor virtud puede ser seguramente encontrarse a mitad de camino entre modelos que priman sobre todo la comodidad, como un Citroën C3, y otros más dinámicos, como el Peugeot 208, por citar solo algunos de su mismo consorcio. Tal vez este es un ejemplo más del justo medio que parece caracterizar a este nuevo Corsa que huye de extremos y hace (casi) todo bien sin sobresalir en ningún terreno concreto.

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