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El coche autónomo mejorará la inclusión social y reducirá la mortalidad, la congestión y las emisiones

Pruebas de conducción autónoma en carretera.

Víctor Celaya

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La futura conducción enteramente automatizada a la que, según todos los indicios, nos encaminamos transformará la movilidad tal como hoy la conocemos. El proceso ya se ha puesto en marcha y no solo afectará al transporte de personas y mercancías sino que debería contribuir también a lograr algunos objetivos sociales de especial importancia, según ACEA, la principal asociación europea de fabricantes de automóviles.

En un mensaje escrito por su director general, Eric-Mark Huitema, leemos que la conducción autónoma “tiene un gran potencial” en todos estos campos: “Mejorar la seguridad vial, contribuir a la inclusión social al hacer que el transporte sea más accesible y aliviar la congestión del tráfico y [en consecuencia] reducir las emisiones contaminantes”, además de “brindar a los conductores más libertad y comodidad”.

Comenzando por esto último, que es lo más evidente, el nuevo paradigma de coches cada vez menos necesitados de la supervisión e intervención humanas permitirán que conductores y pasajeros puedan disfrutar progresivamente de actividades nuevas (a bordo de un vehículo) como leer, trabajar o usar algún tipo de dispositivo electrónico.

Al final del camino, cuando se llegue al nivel 5 de automatización de la escala elaborada por la Sociedad estadounidense de Ingenieros de Automoción (SAE), el conductor ya no será necesario en absoluto, lo que abrirá nuevos espacios a la innovación en términos de combinar movilidad y entretenimiento, señala Huitema. “De hecho, se trata de aumentar nuestra libertad y comodidad”, indica, al hacer posible desarrollar otras actividades mientras los sistemas automatizados estén activos.

Más importante es, desde el punto de vista social, que mejorará el acceso a la movilidad para millones de personas, al incrementarse la disponibilidad de servicios de transporte y reducirse su coste. Esto es especialmente válido en zonas con demanda baja y dispersa, como las áreas rurales y todas aquellas en las que las rutas de autobuses ha ido reduciéndose a lo largo de los años por los recortes en gasto público.

Desde ACEA se mantiene que la conducción autónoma representará además un destacado instrumento de inclusión social porque proporcionará movilidad a una parte de la población tradicionalmente privada de ella, como los ancianos o las personas con movilidad reducida. Incapaces de conducir por sí mismos, los miembros de estos colectivos tendrán mejor acceso a la atención médica, los centros urbanos y la familia y amigos.

El director general del organismo sostiene que la automatización contribuirá positivamente al transporte sostenible al ofrecer nuevas soluciones de movilidad que se pueden integrar en un ecosistema único de Movilidad como Servicio (MaaS por sus siglas en inglés). Se refiere así a la posibilidad de que ciudades y regiones creen una oferta que combine transporte público y privado de alta capacidad con soluciones individuales que respondan a las necesidades diversas y cambiantes de los usuarios.

La cuarta ventaja del nuevo escenario tiene que ver con la eficiencia y el medio ambiente. Dado que la automatización reducirá la congestión del tráfico, el sistema de transporte será más eficiente y disminuirá el consumo de combustible, y con él las emisiones de gases nocivos para la atmósfera, de manera que mejorarán tanto la calidad del aire en las ciudades como el problema global que supone el calentamiento del planeta.

Objetivo 2050: cero muertes en carretera

Finalmente, el coche autónomo ayudará a mejorar la seguridad vial, según el análisis de la asociación de fabricantes. De hecho, los actuales sistemas de ayuda a la conducción, conocidos como ADAS, son ya capaces de resolver situaciones peligrosas cuando el conductor no interviene -o no lo hace con la rapidez debida- para ponerles remedio, y los que se prevén para el día de mañana harán innecesaria cualquier tipo de supervisión humana al poder identificar las circunstancias de riesgo y evitar que los accidentes lleguen a producirse.

Los ADAS, que evitan que esos siniestros tengan lugar o al menos ayudan a minimizar sus efectos, están comenzando a preparar a los usuarios para un futuro en el que los vehículos se conducirán solos. El objetivo no es otro que eliminar de la ecuación el error humano, todavía un factor determinante en la mayoría de los accidentes de tráfico, y avanzar a la meta final, marcada por la Unión Europea, de cero muertes en carretera para el año 2050.

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