¿Veremos el final de los semáforos (y los atascos) en las ciudades?
En 1868 se instaló en Londres, a las puertas de Westminster, el primer semáforo de la historia, que utilizaba un sistema de zumbidos similar al del ferrocarril. Era un invento del ingeniero J. P. Knight que tardó casi 50 años en ser desbancado por el de Garrett Augustus Morgan, ya en Estados Unidos, que anticipaba la fórmula de tres colores (rojo, verde y ámbar) que debutó en Detroit y Nueva York en 1920. Un siglo más tarde estamos en condiciones de soñar con volver a las ciudades sin semáforos (y sin atascos, claro) gracias a iniciativas como las que han desvelado recientemente Audi y Ford, vinculadas naturalmente al internet de las cosas y al 5G.
La marca alemana se dispone a probar a partir de julio en Ingolstadt, donde tiene su sede, un servicio de información de semáforos con tecnología V2I (vehículo a infraestructura) que en 2020 podría llegar a otras poblaciones europeas. Mediante el sistema Traffic Light Information, los usuarios de los coches que formen parte del ensayo verán en la instrumentación la velocidad a la que deberían circular para llegar al siguiente semáforo estando abierto, lo que favorecerá incorporarse a la ola verde de la ciudad, es decir, a la dinámica opuesta a la que causa los atascos, constituida por lo que los expertos denominan olas de tráfico.
Si no fuera posible llegar al semáforo en verde sin sobrepasar los límites de velocidad, el sistema mostrará una cuenta atrás en segundos del tiempo restante para la siguiente fase verde, con lo que el conductor podrá graduar el ritmo al que circula y, dependiendo de las circunstancias, evitar detenerse ante el semáforo. En Estados Unidos, los clientes de Audi utilizan esta función (Time-to-Green) desde 2016 en 5.000 intersecciones de Denver, Houston, Las Vegas, Los Ángeles, Portland y Washington DC, entre otras.
Desde febrero está disponible también el sistema GLOSA (Green Light Optimized Speed Advisory), pensado para favorecer la conducción en la ola verde al informar al conductor de la velocidad que debe adoptar para llegar en verde al siguiente semáforo. Es, para entendernos, una especie de gran sincronizador de vehículos cuyo fin estriba en evitar que estos se agrupen ante los semáforos en rojo.
Para el experimento de Ingolstadt se activarán los sistemas Green-to-Green y GLOSA en el e-tron y en las unidades de los A4, A6, A7, A8, Q3 y Q8 que se fabriquen a partir de mediados de julio, siempre que equipen el pack Audi connect Navigation & Infotainment y dispositivo de reconocimiento de señales de tráfico por cámara.
Los ingenieros de la marca alemana vislumbran ya un futuro en el que los datos anónimos (esperemos) procedentes de sus clientes y modelos ayuden a que los semáforos adopten fases más eficientes y optimicen el flujo del tráfico, incorporando, por ejemplo, las olas verdes a la planificación de la ruta ideal en el navegador. En el caso del eléctrico e-tron, se ha previsto que al acercarse a un disco en rojo el sistema de frenada regenerativa intensifique la recuperación de energía para recargar las baterías.
Con los semáforos conectados, no se darán situaciones, como las que hemos vivido todos, en que hay que detenerse ante la luz roja cuando no se ve ningún vehículo ni remotamente cerca, pues el dispositivo reaccionará en función del tráfico real en cada momento. A su vez, la comunicación de los semáforos con los vehículos y con la infraestructura facilitará la transición hacia la conducción autónoma.
La iniciativa de Ford
Ford tampoco se ha quedado corta imaginando escenarios de futuro donde ponerse al volante sea cada vez más cómodo y seguro. En este caso, los ingenieros se han inspirado en algo en apariencia tan sencillo como la manera de caminar de las personas, y de adaptar instintivamente el paso para evitar colisiones incluso entre grandes multitudes, y sin parar nunca por completo. Pues bien, la firma estadounidense fantasea con desplazamientos en coche en los que nunca haya que parar en los cruces y la única razón para detenerse sea haber llegado a destino.
Su sistema, llamado Intersection Priority Management (IPM), se ha probado hace unos meses en las calles de Milton Keynes, en Reino Unido, como parte del programa UK Autodrive y se basa en la tecnología de comunicación entre vehículos (V2V). Funciona básicamente así: conociendo la ubicación, dirección de viaje y velocidad de los coches, cada IPM de a bordo identifica un cruce próximo y la trayectoria de cada vehículo que se acerca a él; a continuación, sugiere la velocidad óptima para cada uno de modo que todos puedan atravesarlo con seguridad.
Un mundo donde imperen la conducción altamente automatizada y comunicaciones por doquier como las que promete la tecnología V2X (Vehicle-to-Everything) se sitúa a un paso de la abolición misma de los semáforos y las señales de tráfico, según Ford, porque los coches serán capaces de atravesar los cruces de forma fluida y segura sin necesidad de detenerse.
Como Audi, Ford ha experimentado también con el sistema GLOSA y con un dispositivo de aviso de colisión en cruces que alerta a los usuarios de posibles accidentes cuando se acercan a una intersección. A la marca del óvalo le interesa la problemática de los cruces y los semáforos por razones de índole variada. En primer lugar, porque los conductores pasan cada año unos dos días de media esperando a que los discos pasen de rojo a verde. Además de frustrantes, los cruces son la causa de hasta el 60% de los accidentes de tráfico en el mundo. No parando en ellos ganamos tiempo y seguridad, pero no solo eso: también ahorramos combustible y reducimos emisiones al no tener que parar y reanudar la marcha constantemente.