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Delaossa: la sublimación del nuevo rap y el espíritu underground conquistan el mainstream musical

Delaossa en las oficinas de StepFamily

Aldo Conway

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'Chavales, llevamos queriendo hacer esto toda la vida, y hoy es la primera vez, así que vamos a romperla' El backstage de una sala madrileña es una melé de raperos que se adoran unos a otros. Tras años, Space Hammu consigue dar su primera 'misa' en directo un domingo que llovía a mares. Delaossa, con su discurso, calentaba los ánimos de los demás y todo acabó en sudores, llantos y una noche memorable.

A pesar de que hay algunos agudísimos críticos musicales que no lo entiendan, está pasando: el rap es el nuevo rock n roll. Lo dijo Trueno en el año 2019 y le llovieron críticas – en Argentina no se bromea con el rock – y cada hit que llega a nuestras listas de reproducción lo confirman. El nicho del Hip Hop se ha dilatado hasta juguetear (y es algo que lleva décadas pasando en EEUU) con los sonidos pop y abrir sus puertas al resto del público.

Hace mucho que el ariete de la música urbana introdujo el rap en los primeros entornos mainstream, pero la conquista del ansiado público generalista ha sido una meta inalcanzable para casi todos los artistas del género excepto grandes nombres como C Tangana, Rels B, Bad Gyal, Rosalía, Yung Beef o Delaossa. Este último nos citó el pasado diciembre en un bajo de la Latina, en Madrid: el estudio y cuartel general del sello tras el que se escudan: Step Family.

El sitio es como una antigua barbería: tras una puerta de cristal, una estancia de planta cuadrangular y largos estantes de madera en las paredes. Dos discos de platino coronan la esquina de la pared tras él. Nos espera frente a la puerta, sentado y disperso en una conversación. Sus manos forman un triángulo encumbrado por un anillo de oro con un rubí incrustado. Casi todos allí dentro se refieren a él como ‘Sopa’, pero un metro más allá de esa puerta de cristal, la gente lo conoce por su apellido.

Daniel Martínez De la Ossa Romero (Málaga, 1993) es el chaval más normal de tu barrio caído en la marmita de las superestrellas. Su música ha alcanzado oyentes poco usuales para alguien con un background como el suyo. El malagueño acaba de lanzar 'Felicidades', adelanto de 'La Madrugá', que será su próximo álbum.

Creció en el barrio marinero de El Palo y sus inicios parten del estilo más estricto posible: boombaps, scratches y samples simples y melódicos. Al poco tiempo creó, junto a uno de sus mejores amigos, Raggio, el colectivo Space Hammu, que hoy en día abarca algunos de los grandes nombres de la escena, como Easy-S, Sansón, Carrión, Saske y los productores J Moods y Kas Rules.

Esta etapa temprana desembocó en un EP publicado en 2018 y titulado ‘El Palo nº1’, precedente de ‘Un Perro Andaluz’, su primer trabajo de larga duración que lo consolidó como artista. Un no skip – discos que pueden escucharse sin saltarse ni una canción – que cuatro años después suena como el primer día. El storytelling que utiliza en todas sus canciones, desde sus inicios hasta la actualidad, tiene el tino de un escritor costumbrista y derrocha una sensibilidad de la que muchos tratan de desprenderse. Sus primeras letras y sus trabajos tempranos hablaban de la falta de futuro y expectativas, de lo jodido de vivir sin posibilidades, y retrataba su barrio como en una galería de fotos analógicas. Ese amor por lo costumbrista y por lo propio del barrio, del lado amable de las clases bajas, alcanzó una de sus cotas más elevadas con ‘La Placita’, que fue de sus primeros temas virales y cuyo estribillo se reconoce con un tarareo. 

Su música dio un giro a partir del año 2020, cuando lanzó ‘La Tour Liffee’, donde, no contento con incluir colaboraciones con otros dos titanes de la industria como Cruz Cafuné e Israel B, también añadió al EP uno de sus temas más venerados: ‘Veneno’. Tras él, cuelgan de la pared dos discos de platino en una esquina, que ameritan lo tremendamente viral que se hizo aquella canción — más de quince en YouTube y ha sobrepasado los 65 millones de reproducciones en Spotify —. 

Esa viralidad atrajo mucha audiencia a su música y consiguió poner a escuchar rap a gente que nunca antes lo había hecho.  “Las historias que cuento ahora son las que vivo en este momento. Ya no estoy tan en el barrio, paro poco por allí, y las últimas veces ha sido por curro.” nos explica, “y ya no tengo esos estímulos, tanta gente alrededor que lo está pasando mal. Ahora hablo más de mí que antes”. Y es que los nuevos sonidos no calan bien en todos los sectores; ha habido desde hace años un gran debate sobre si el trap es Hip Hop o no — debate estéril, por otro lado, porque al final, el Hip Hop ha acabado siendo asimilado por la cultura urbana en general — y los que se atreven a innovar siempre están expuestos a críticas. Delaossa está acostumbrado: “Hay gente que echa de menos una movida más cruda. Es normal, hermano, pero no voy a estar toda la vida haciendo lo mismo. ¿Quiere decir eso que no volveré a hacer música como la de antes? Claro que no.' 'Últimamente' continúa, 'estoy en proceso de descubrirme a mí mismo. Es lo que tiene vivir de la música, te rodeas de mucha gente que sabe, aprendes estilos nuevos, quieres probarte...Yo me lo tomo como que estoy empezando en la música, aunque lleve doce años. Por eso cambio tanto de estilo, porque siempre estoy empezando en la música. Si no jugase con la música sería como un trabajo más'.

El paleño habla del éxito, del suyo propio y el de su entorno, no como un egotrip — que en castellano lo podríamos traducir, a la torera, como ‘fliparse’ — vacío sino como una narración del momentum de su carrera; cuesta imaginar que el mismo tipo que publicó 'Rounders' - uno de los temas más oscuros del artista - escribiese unos años después canciones tan icónicas y alegres como 'Ojos Verdes', donde imprime ese vuelco que ha dado su vida. 'Me da un poco de miedo no ser capaz de asimilar las cosas cuando vienen muy rápido, me da miedo no llamar a mi familia porque se me olvide o porque no tengo tiempo [de llamarlos]; de no ser consciente de lo que me está pasando porque esto es lo que siempre he querido.'

La fama no está hecha para todos. Muchos raperos caen en el recurso del egotrip como una proyección ostentosa; muchas veces fingida y alejada de la realidad. Ese enfoque, que en los inicios de la cultura Hip Hop era un reclamo del ascensor social para las minorías negras de las ciudades yankis, se ha transformado en parte de la estética del movimiento y, como pasa con casi todo, se ha acabado por malinterpretar. Cruz Cafune, artista canario y considerado por muchos, incluido el propio Delaosssa como el mejor letrista de España, dijo en su canción 'Mina El Hammani': “Podría llevar Gucci falsos si quiero, porque si yo yo el que lo llevo, simplemente asumen que es verdadero” y es una de las definiciones más precisas que pueden darse: la ostentación siempre es más testimonial que intencionada. La persona tras la figura es tan normal que asusta, un tipo noble y amable, al que la fama sienta bien. Mantener los pies en la tierra es, seguramente, una de las dificultades más grandes que conlleva el éxito, pero vivirlo acompañado por las personas adecuadas es fundamental. Su equipo, Ramiro y Kenji, capitanean el sello Step Family, que aglutina a los demás miembros del colectivo Space Hammu, pero también a los analistas musicales de YouTube Cypher y Krox, los productores Selecta y Kiddo, la estrella canaria Abhir Hathi o su última incorporación, la maravillosa y polifacética voz del artista zaragozano Johnny Garso.

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