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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Nacho Vegas se moja

El músico asturiano Nacho Vegas / EFE

Salva Solano Salmerón

Murcia —

El jueves pasado, día seis de noviembre, fui a ver la actuación de Nacho Vegas en el Teatro Circo de Murcia. Me gusta ese sitio, es acogedor, coqueto. Distaba mucho de estar lleno. En el patio de butacas había una entrada relativamente aceptable, pero en plateas y palcos no había casi nadie. Habrá quien lo achaque a la crisis, pero yo creo que Nacho Vegas sigue siendo un artista relativamente marginal.

No os vayáis a pensar que acudí muy convencido. No, no es porque en los teatros no vendan alcohol durante la actuación, borrachuzos, es que nunca me ha llamado mucho ver un concierto sentado, a no ser que hablemos de música clásica o algo excesivamente íntimo. Por ejemplo: en el concierto benéfico que dieron Vetusta Morla y la Orquesta Sinfónica de Murcia por la reconstrucción del auditorio Narciso Yepes de Lorca (otra de tantas actuaciones ejemplares de nuestros políticos. Qué diligencia, qué saber hacer…), me quedé con ganas de bailar. Por desgracia, la noche de los Vetusta no sucedió lo mismo que cuando años antes fui a ver a los Mojo Project en el teatro de Torre Pacheco. Aquello fue un desparrame, todo el mundo se levantó, se fue hacia el escenario, se subió a las butacas… Allí tenías que bailar aunque no te apeteciera, y vaya si apetecía.

Pero claro, la música de Mojo Project no es la de Vetusta Morla y, por descontado, no tiene nada que ver con la de Nacho Vegas. Más bien son antagónicos. Nacho Vegas no es precisamente el tipo de artista que escogería Red Bull para promocionarseRed Bull. Estaría más cerca de Javier Krahe, al que también escuché sentado, pero era un local íntimo, como os decía antes. Y además podías tomar una copa disfrutando de su música, ejem.

—¿Vamos a Nacho Vegas o qué, Salva, tío?

Su disco más político y comprometido

Nacho está de gira con Resituación, su disco más político y comprometido. Resituación sigue en sus letras la estela que inició el artista en su EP Cómo hacer crac, de 2011.

Que no se me olvide decir que el disco es Creative Commons.

Salió a escena acompañado de otros cinco músicos, entre los que, una vez disfrutadas las dos horas de concierto, yo destacaría a Manu Molina, percusionista.

Libertariana song

«Hombres con placa te humillarán / y tuya será la culpa / Pero ahora viene lo mejor: / usted puede escoger / este uniforme que es azulón / o este otro tan mono que es beis / Te tiene que entrar / que esto es la libertad»

Arrancaron con esta canción, la novena del disco, cuyo nombre me hace pensar irremediablemente en la Redemption song de Bob Marley. Nacho Vegas tocaba un ukelele, una guitarra pequeñita, a juego con su voz.

Nuevos planes, idénticas estrategias

«Tracé un ambicioso plan / consistía en sobrevivir»

Empezó pronto cantando canciones de discos anteriores. Esta es de Desaparezca aquí, y a mí, no sé muy bien por qué, siempre me ha recordado a El club de la lucha. Seguro que tiene alguna relación que no alcanzo a ver ahora, pero no me apetece psicoanalizarme.

En este tema se habla de disparar a una luna llena («tan llena que no puedo fallar»), y efectivamente, para acceder al teatro nos vimos obligados a dejar fuera una luna llena preciosa, si no muy grande, sí espectacularmente brillante.

Rapaza de San Antolín

«Si Que la detengan, de David Civera / en tu voz, ¿quién no la iba a bailar?»

Volvemos al disco motivo de esta gira, cuarta canción. Esta fue una de las pocas ocasiones en las que Nacho Vegas «forzó» la voz (con todas las comillas del mundo, teniendo en cuenta a quien nos referimos) al hablar de la rapaza de San Antolííííííííííííín.

Al terminar esta canción tuvo lugar una anécdota. Entre tema y tema, Nacho iba alternando sorbos de una copa y de un botellín de agua. Pues un pesao (no se le puede llamar de otra manera) hizo la gracia al final de la canción anterior, cuando estaba todo el mundo en silencio, de levantar la voz para preguntar en el momento en el que bebía de la copa: «¿está buena?». Cuando repitió la broma, Nacho contestó algo así como: «Que alguien haga callar a ese hipster»hipster. Lo dijo en tono jocoso, pero consiguió su objetivo, lo que agradecimos todos.

A propósito de los hipster, yo nunca había estado en un concierto de Nacho Vegas (ya os digo que soy más de escuchar otro tipo de música en directo), y no sabía qué me iba a encontrar entre el público. A su música se la considera indie, así que esperábamos quizá ver variedad de gafapastas, camisas de cuadros, barbas frondosas y cosas así, pero no. Había, claro que había, pero también mucha gente de otros rollos, como el que os escribe o la señora que había sentada a mi lado, que no lo estaba pasando excesivamente bien. Parecía no enterarse de nada, como si en cualquier momento fuera a preguntar que cuándo tocaban La chica de ayer.

Perplejidad

«Dime, pues, dónde estabas tú / cuando, como si fuera un espejo / se quebró mi sueño y cada trozo te reflejaba a ti»

Salimos otra de vez de Resituación, en este caso para irnos a La zona sucia (2011), el disco cronológicamente anterior al que nos ocupa. Aquí presentó a un «coro huertano» que sustituyó a los niños de la canción original. «Este coro mata fascistas», dijo Nacho, en clara alusión a la pegatina de la guitarra de Woody Guthrie, de quien Nacho, por cierto, tiene una versión de This land is your land llamada Esta tierra es nuestra.

Polvorado

«Polvo somos, lo sabemos / y en pólvora nos convertiremos»

Una de mis canciones preferidas de Resituación, que llama a la rebeldía, a la revolución. También es de las más rápidas y, por tanto, de las mejores para el directo, aunque no por eso Nacho se movió más. Se queda inmóvil, de pie frente al micrófono, canción tras canción. El único lujo físico que se permite es el de tocar la guitarra o el ukelele, pero hasta ahí. Si no fuera porque lleva tantos años dando conciertos, uno tendría la impresión de que le da una vergüenza terrible estar ahí arriba, con todo el mundo mirándole. Es un tío tímido hasta rozar lo patológico. Él, sin embargo, dice que era más tímido de jovencito: tenía que ser un tipo peculiar en aquella época.

Runrún

«Vienen de frente gigantes de azul / con las bocas llenas de su democracia / Pero el miedo ha dejado de ser la actitud / suena en cada cabeza un hermoso runrún»

Otra de las mejores canciones de este último cedé. Aquí Nacho explicó lo que ya indica en el libreto: que la frase que dio origen a este tema, «Nos quieren en soledad, nos tendrán en común», la «robó» del Patio Maravillas. Sobre este colectivo, habló de otra «redada racista de esta policía fascista española». Más claro, agua.

Se agradecía mucho la presencia del coro repitiendo el estribillo, la frase del Patio.

El final de la canción dice: «Ven ya, que aquí estamos a salvo / oye esta nueva canción / y en cuanto termine, que siga la resituación». Por si queríais saber de dónde salió el nombre del disco.

Ciudad vampira

«... Y exigir que nos devuelvan la ciudad»

Se echó de menos el prólogo en vasco de la canción de estudio, pero se compensó con la posibilidad de ver al guitarra tocando ese banjo blanco.

Me sorprendió descubrir que Nacho tiene también sus groupies. De vez en cuando se oía un «guapo» gritado desde la parte de atrás. Y justo frente a nosotros había dos chicas que no tendrían mucho más de veinte años, que cualquiera diría por su actitud que eran fans de otro músico, tipo Enrique Iglesias.

Adolfo Suicide

«Ya no sólo estamos solos / ya no sólo estamos solos / estamos también indefensos».

Del adjetivo final, Indefensos, surge el título de la canción instrumental que abre el disco: buena, pero no llega al nivel de la maravillosa Actos inexplicables con la que empieza el disco homónimo.

Adolfo Suicide es también de las más apropiadas para el directo. Arranca (y repetirá luego varias veces) con algo muy similar al «uuh, uuh» del Sympathy for the devil de los Stones. Los freaks como el que escribe se habrán dado cuenta de que la canción tiene mucho de Baby Cat face (Seis canciones desde el norte). Y esta, a su vez, es heredera de Miss Carrusel (Actos inexplicables). Eso es algo que Nacho hace muy bien, aludir directa o indirectamente a otras canciones suyas. El maestro en esto es Sabina, pero eso son palabras mayores, mejor no entrar ahí, que acabaría escribiendo un libro y entonces no os podría seguir contando sobre el concierto del asturiano. Y sería una pena.

Taberneros

«Así que si hoy amaneces / y los pies te están doliendo / es porque estuviste toda la noche / caminando por mis sueños»

Volvemos a La zona sucia. Gran canción y gran interpretación. El coro se encargó con gran solvencia del estribillo, un estribillo de ida y vuelta, un estribillo yoyó: «Ya se fue mi amor / lo sentí marchar / esta noche me voy a emborrachar / Me voy a emborrachar / lo sentí marchar / ya se fue mi amor / ya no volverá».

En el disco, cuando Nacho se dirige a su amor perdido, interrogándole con un ruego disfrazado de pregunta si pensará «solamente» un poco en él, en ese «solamente» se le quiebra la voz al modo (salvando todas las distancias) de la gran Chavela Vargas.

A la canción original le pondría sólo una pega: en ese disco, como ya hemos dicho, hay unos coros de niños que en Taberneros son sustituidos por voces adultas. Yo hubiera seguido con los niños, creo que hubiera quedado estupendo el contraste de las voces infantiles hablando de amor y cantando «me voy a emborrachar».

Gang-bang

«Y si viviera una vez más / ¿me volvería a equivocar? / Sí, no te quepa duda, no / Hasta la locura / y hasta el dolor»

Retrocedemos hasta Cajas de música difíciles de parar (2003). Esta se encuentra seguro entre mis cinco canciones preferidas de Nacho Vegas, y es mucho decir. Habla de Ámsterdam, una preciosa ciudad que me encantó visitar y donde pasé unos días extraordinarios.

La gente parece que también le tiene cariño a este tema, porque en cuanto el teclista se arrancó con ese acordeón tan AmelieAmelie, se vinieron arriba (dentro de lo que se puede venir «arriba» el público de Nacho).

Y también parece ser de las preferidas del autor, pues lo vi (estábamos muy cerquita, en la fila cuatro) cantando con los ojos cerrados la mayor parte del tema, algo que no hizo en otras. ¿Lo sentía con más intensidad?

Una curiosidad: Bunbuy se llevó a Nacho de gira junto a otros músicos como Iván Ferreiro, de Los Piratas, para su valiente Freak Show. De ese espectáculo salió un disco en directo en el que Bunbury y Nacho cantan juntos esta canción. Allí, el ex cantante de Héroes del Silencio pone la voz que le falta a su compañero. Debió de gustarles la experiencia, porque después compusieron y grabaron juntos un magnífico cedé doble: El tiempo de las cerezas.

Actores poco memorables

«Ahí está Ramón, policía nacional / estudió una vez y consiguió sacar la oposición / Hoy le visten de azul y se gana la vida de torturador»

La primera canción de Resituación, si obviamos la ya citada introducción instrumental. Describe a una serie de penosos personajes como el policía de la cita, esa Raquel que se presenta a sí misma como una «hija de la Transición», o todos aquellos que «se ofenden por las cosas que a nosotros nos aburren mortalmente».

Para compensar, ya que no los deja muy bien, Nacho tiene el buen tino de ejercer autocrítica, incluyéndose a mitad de la canción como otro «actor» poco memorable: «Por ahí llega Nachín con otra lúgubre canción / Se cree especial, pero no lo es, miradlo bien / es medio maricón y se meaba en la cama hasta los diez».

Cuando cantó este párrafo, la gente le agradeció el gesto de modestia con aplausos.

Cómo hacer crac

«Y una niña susurra a tu oído / que han desahuciado a la familia Botín»

Esta canción se incluyó en la Fundación Robo, y luego formó parte del EP homónimo que ya hemos citado al inicio de esta crónica.

Tiene algo de premonitoria (2011): «Te informan de que han desarticulado / a la cúpula de la CEOE». Recordemos que poco después, en 2012, detendrían a Gerardo Díaz Ferrán, expresidente de dicho lobby empresarial, que a día de hoy está en la cárcel; que Arturo Fernández no está en prisión también porque esto es España, señora, aunque al menos está imputado; que Jesús Terciado, otro vicepresidente (la CEOE no escatima en cargos subvencionados), hubo de dejar su puesto...

Pues de eso habla esta canción. De que el país hace crac y la gente también hace crac a nivel particular. Se rompe la resignación, el voto de la zona de confort, porque «si esto no es un final, entonces es la bomba que va a estallar».

A destacar la perfecta sincronización de los seis integrantes a la hora de emitir los jadeos que sirven de estribillo. Se te ponían los pelos de punta cuando poco después de asegurar que «En toda España sólo se oye un crac / en Occidente sólo se oye un crac», la música se detuvo y quedaron sólo sus voces impecablemente acompasadas. En el disco esa pausa instrumental se hace menos tensa porque te acompaña de fondo un sonido de gente en la calle, barullo de asamblea, de manifestación, de protesta que, por las fechas, imagino del 15M. Sin embargo aquí están sólo ellos seis, pero se bastan y se sobran.

La vida manca

«Chillé mirando hacia las nubes / no creeréis lo que vi / Una valla enorme y en ella / la cara sonriente del desgraciao / que permitió que echaran de su casa a Conchita y a Ladislao / y a otros cincuenta vecinos»

Mancar significa herir. Es un verbo que se utiliza poco fuera de Asturias, pero que allí es bastante común. La vida hiere, pues.

El último tema del disco. También el más largo, superando los seis minutos. La longitud es necesaria, porque aquí Nacho nos cuenta el día de alguien que amaneció «con la única certeza de que hoy iba a morir» y que acaba, efectivamente, tirándose desde un cerro. Entretanto, se ha peleado con el cartel electoral que menciona en la cita que hemos escogido; se escapa de la policía; se va de putas; luego a bañarse y divertirse con dos amigos («cogeremos otro cuarto más / porque si me pongo bien / no me acuerdo de la muerte»), y finalmente el ocaso contemplado desde lo alto, y el ocaso personal.

Los seis minutos están bien aprovechados, podéis creerme.

La gran broma final

«Es la Semana Grande de la crueldad»

Para «despedirse», recurren por tercera vez a un tema de La zona sucia. Emocionante el momento en el que Nacho compara su amor perdido con las Torres Gemelas. Sí, todo el mundo decía que eran grandes y fuertes, pero eso no les impidió derrumbarse...

Aquí tuvo lugar el paripé habitual del me-voy-pero-me-llamáis-y-vuelvo. Otra, otra y esas cosas. Y claro, volvieron.

Luz de agosto en Gijón

«Tal vez todo sea aún más raro / y el recuerdo implante en mí una emoción / tan intensa y radical / que incluso llegue a añorar / esta luz de agosto en Gijón»

Para el bis salió él solo con su guitarra española, pero pronto regresaron a arroparle también sus compañeros, a los que el público dedicó el aplauso de rigor.

Y con esta interpretaron todas las canciones de Resituación a excepción de la instrumental y Un día usted moriráResituaciónUn día usted morirá.

El hombre que casi conoció a Michi Panero

«He bebido bien / y casi conocí en / una ocasión a Michi Panero»

El grupo nos trae por segunda vez una canción de Desaparezca aquí. Otro tema imprescindible en la carrera de Nacho. Si Nuevos planes... me recordaba al libro de Palahniuk, cuando escucho esta en casa me viene a la cabeza la escena final de Big Fish (estoy como un cencerro).

Para los que no sepáis de qué va el título, Michi era el hermano pequeño de Leopoldo María Panero, ese loco que nos demostró que se pueden realizar estupendos versos desde el psiquiátrico. Si queréis saber más sobre esta familia, hay un gran (y duro) documental de Jaime Chávarri llamado El desencanto, que os recomiendo. Y si os gusta la poesía de Panero, existe un cedé que no podéis dejar de comprar en formato físico: el que sacaron bajo el nombre del poeta Carlos Ann, Enrique Bunbury y otros dos artistas, narrando y musicando sus textos. Imprescindiblemente aterrador. No lo escuchéis solos en casa, niños.

En esta canción vuelve la modestia de Nacho, que es lo más parecido a la antimateria para una estrella del rock: «Nunca fui en nada el mejor / tampoco he sido un gran amante / más de una lo querrá atestiguar».

A destacar el momento en el que saca el megáfono para, como en el disco, publicitarse como un animador circense: «¡Y unos me llaman chaval / y otros me dicen caballero! / Alguno declinó mi oferta para hablar!». Pasen y vean al triste cantautor.

El mercado de Sonora

«Al mercado de Sonora / no les conviene ir»

Llegamos al final, ahora de verdad, y para ello repiten con La zona sucia (van cuatro ya, ¿no? ).

Sonora es, como sabéis, un Estado mejicano. Nacho nos va explicando las particularidades de su mercado callejero, contándonos por qué no debemos ir allí, consiguiendo con ello el efecto contrario: que nos invadan las ganas de subirnos a un avión para visitar tan pintoresco lugar.

Estupendo final de canción y de concierto, sorprendente. Sin dejar la base musical, hubo un desfase general que llegó a rozar la psicodelia. El guitarra, que apenas ha podido desatarse en dos o tres momentos muy breves y concretos durante la actuación (Nacho Vegas no es Jimmy Hendrix), se marcó un desquiciado punteo; mordiéndose la lengua, golpeó las cuerdas con la palma de la mano; movió a lo loco los mandos del amplificador... Uno llegaba a pensar que iba estrellar su instrumento contra el suelo en pleno éxtasis, como en los mejores momentos de Kurt Cobain o The Who. Entretanto, el teclista se levantó de la banqueta, arrojándola al suelo, y prácticamente hizo flexiones sobre el órgano; el batería se dejó la espalda, el bajo permanecía encorvado sobre su mástil... La música se aceleró, distorsionó y, sobre todo, aumentó mucho de volumen. No sé cuánto tiempo permanecieron así, pero cuando terminaron a todos nos pitaban felizmente los oídos. Gran final, amigos.

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