El glifosato es un potente herbicida usado en la agricultura que tiene serios impactos ambientales y en la salud humana, En la huerta de Murcia y en muchos suelos agrícolas de la región se ha usado y se usa alegremente como un producto eficaz para acabar con las malas hierbas, sin reparar en los riesgos ambientales y sanitarios.
Los Estados miembro de la Unión Europea (UE) no han conseguido alcanzar la mayoría necesaria para anular el permiso de uso del glifosato. La Comisión Europea ha anunciado la renovación del permiso del glifosato por un periodo de diez años, sujeto a ciertas nuevas condiciones y restricciones, que incluyen la prohibición del uso como desecante antes de las cosechas y la necesidad de ciertas medidas para proteger a los organismos no objetivos del herbicida. Esto supone una postura abiertamente a favor a la industria química sin ningún rubor. La presión de los lobbies agroindustriales ha conseguido su objetivo. Prolongando el permiso del glifosato, la Comisión evita las denuncias que podría recibir por parte de las empresas productoras de este herbicida. Sin embargo, el 62 por ciento de los ciudadanos de la UE son favorables a su prohibición y, en el estado español, ciento cincuenta organizaciones de la sociedad civil reclamaron al Ministerio de Agricultura el voto contrario a la renovación del permiso y la elaboración de un reglamento ambicioso en materia de uso sostenible de fitosanitarios.
La aprobación de este permiso durante diez años, es un paso atrás en el objetivo de evitar la contaminación de los suelos agrícolas y el desarrollo de una agricultura verdaderamente sostenible. La prolongación del glifosato atenta contra la biodiversidad y contra la salud pública, como han indicado numerosos estudios científicos. El más reciente es el del Instituto Ramazzini que establece la relación entre el uso de bajas dosis de herbicidas a base de glifosato y la aparición precoz de leucemia.
Un estudio llevado a cabo por la asociación Por Un Mar Vivo junto al Área de Tóxicos de Ecologistas en Acción y la Universidad de Budapest concluye que la presencia del herbicida glifosato en el Mar Menor supera los niveles permitidos por la ley. También se ha hallado ácido aminometilfosfónico (AMPA), uno de los principales productos de degradación del herbicida.
Este fitosanitario es una importante amenaza para los ecosistemas acuáticos. El glifosato está clasificado como tóxico para la vida acuática, con efectos duraderos. Las pruebas científicas demuestran que el glifosato y el AMPA suponen un riesgo alto para los ecosistemas acuáticos en las concentraciones en que se encuentran en el medio ambiente. Hay que señalar también que, niveles bajos de glifosato, afectan al crecimiento y desarrollo de especies acuáticas clave como algas, peces y anfibios. Por otro lado, la exposición crónica a herbicidas a base de glifosato, que también contienen tensioactivos y otros coformulantes, puede ser incluso más tóxica que la exposición al glifosato solamente.
Existen alternativas al uso del glifosato, como muestran las numerosas explotaciones agrarias que han abandonado su uso de forma voluntaria. Cada vez más crece el número de agricultores que deciden cultivar sin usar fitosanitarios tóxicos resistiéndose a la presión del modelo agrario actual y quienes dedican tiempo y conocimientos para avisar y denunciar situaciones en las que se incumple las normativas para el uso de esas sustancias.
La Comisión Europea debe dar un giro radical y eliminar el permiso para este herbicida tóxico. Es necesario que nuestras instituciones estatales y regionales se opongan al uso del glifosato para hacer frente a las consecuencias sobre la calidad del agua y los efectos adversos observados en un amplio espectro de especies, incluidos los seres humanos. Es urgente adoptar objetivos jurídicamente vinculantes para reducir a la mitad el uso y el riesgo de los plaguicidas químicos, como propone el Reglamento de la Comisión Europea relativo al uso sostenible de los productos fitosanitarios. Se deberían eliminar el uso de glifosato en zonas sensibles como parques públicos, jardines y zonas escolares y en el entorno de centros sanitarios.
En nuestro país y en nuestra región necesitamos otro modelo de producción agrícola que no comprometa el futuro de nuestros suelos y nuestras aguas con el objetivo de una agricultura más ecológica y sostenible. En este marco, es necesario eliminar el uso de herbicidas y fitosanitarios tóxicos para el medio ambiente y la salud humana.
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