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La poesía es política

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Magdalena Sánchez Blesa es diputada regional en grupo parlamentario socialista

Es probable que el título de mi artículo no pueda ser leído al revés, pero quién sabe. Aunque una Ley admite poca rima, sí es cierto que un poema debe ser una ley universal, una herramienta de resistencia, una verdad que desmonte injusticias sociales, desvergüenzas colectivas. Un poema es arte cargado de ejemplo, lo demuestran poetas que le abren camino desde la Antigüedad a la ética y al progreso.

Cuando Diego Conesa, hace seis años, me pedía poesía para la política, interpreto que se refería no precisamente a que recitase versos en el atril de la Asamblea Regional (cosa que también he hecho). Me invitaba más bien a que pusiese mis conocimientos, mi corazón, mi briega por los demás, mi lucha por los más vulnerables, mi compromiso con la soledad, mis andanzas por las cárceles… Y también mi amor por la cultura, por la lectura, por la palabra sencilla y directa, por la comunicación con el mundo desde la consideración y la comprensión. Que pusiese todo eso, digo, al servicio de la política.

En estos años como diputada y como poeta he escuchado a madres rotas y a hijos partidos, a mujeres olvidadas, violadas, incomprendidas, ninguneadas. A hombres con miedo, a personas presas, enfermas, ancianas o en soledad que me esperan para contarme su dolor. Voy con cierta frecuencia a despedir a personas moribundas a los hospitales para regalarles un poema. Visito los centros de menores para intentar ser, un rato, madre de los chicos y chicas abandonados del mundo y ávidos por subirse a él, esos a los que los extremistas señalan como escoria sobrante.

Pongo mi teléfono en redes sociales públicamente, para que cualquier pena de gente sencilla y llena de necesidades, pueda ser escuchada por un ejército de personas con buena voluntad que alargan mi particular compromiso poético, social, político y ético. Un compromiso que no es más que mi santa obligación como ciudadana de una democracia y de un Estado del Bienestar.

Eso es lo que quería Diego Conesa de mí, ni más ni menos, cuando me pidió más poesía en la política. A eso se refería, a que pusiese el corazón, las entrañas y el alma en defender a quien no tiene voz, ni esperanza, ni recursos, ni aliento, porque eso es lo que él entiende que debe hacer un socialista. Esa es la poesía que me pedía Diego cuando se presentó en casa hace seis años, la que él practica por lo que yo veo. La de la cercanía, la de la escucha, la de los jóvenes, la de las mujeres, la de los más vulnerables, la que nos levanta del sofá un domingo cuando más a gusto estamos con nuestros hijos, porque una persona tiene una pena y te necesita a su lado. De todo esto hemos hablado él y yo en muchas ocasiones.

Ese tipo de conversaciones que he mantenido con él con cierta frecuencia, una veces privadas, otras de manera pública, son las que me han llevado a pensar que la candidatura de Diego es la que más le conviene al Partido Socialista de la Región de Murcia. Pocos conocen nuestra tierra como él, hasta el último rincón, hasta el último dato, hasta la última persona. Desde la Pedanía más pequeña hasta la Asamblea Regional. Conoce el partido, conoce a sus afiliados, tiene claras sus fortalezas, y también las debilidades que tenemos que paliar.

Tuvo la clarividencia de entender que la política también necesitaba poesía, igual que ahora ve claro que el PSRM necesita mimo, cariño, compañía, agrupación por agrupación, persona a persona. Todos los candidatos y todos los militantes queremos lo mejor y lo expresamos de la forma que sabemos, cualquier candidatura y cualquier opinión es digna e importante. Sin embargo, yo veo hoy que Diego es la persona capaz de crear y transmitir una ilusión para volver a ganar en 2027. Su hoja de ruta consiste en algo tan sencillo como mejorar la vida de los murcianos y enriquecer la práctica política. Dicho con sus palabras: mirando hacia todas partes, ensanchando el espacio, abriendo el corazón, y no mirándonos sólo a nosotros mismos.

Yo lo veo capaz, su candidatura es la muestra de que la política también admite una buena dosis de poesía.