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Negociaciones para investir presidente a López Miras: sillón, poder y pasta

Vox renunciará a cualquier cargo para facilitar el gobierno en Murcia

Julio López Guillén

Murcia —

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Estamos en punto muerto. Las negociaciones de los partidos que conforman el centro-derecha en la Región de Murcia han acabado por no acabar nunca, están paradas a falta de que encuentren la manera de decirle a la totalidad de la población que ciertamente no tienen un plan de gobierno y que su objetivo principal es que no gobierne el candidato del Partido Socialista que ganó las elecciones, Diego Conesa.

Del documento pactado en primer término entre Partido Popular y Ciudadanos ya poco se sabe. Desde que en ese mismo papel anunciaron que iban a terminar con las listas de espera en la sanidad pública y que reclamarían la unidad de España, sólo hemos asistido a los intentos de la ultraderecha de Vox para que sus compañeros de viaje metieran en ese pacto, aunque fuera con calzador, dos de las reivindicaciones que son bandera para el partido de Santiago Abascal, a saber, la legislación en materia de igualdad y de inmigración.

Las palabras del presidente en funciones, Fernando López Miras, cuando la semana pasada dijo que aceptaba llevar a su acción de gobierno todas las reivindicaciones de Vox (también lo hizo en el debate de investidura), son descriptivas de cuánto necesita el Partido Popular cerrar ya un acuerdo de gobierno, el silencio de Isabel Franco sobre esas mismas declaraciones también es sintomático del estado del partido naranja, quieren acceder al poder en la Comunidad Autónoma y no han puesto límite para hacerlo.

Para entender lo que está pasando hemos de situarnos más atrás, en la génesis de la conformación de bloques. Pero antes tengamos claro una regla básica de la política: sólo puedes vender tu proyecto ejerciendo desde el gobierno o confrontando desde la oposición.

Así pues vayamos a las premisas. Primera condición: si damos por cierto que la intención primordial de Ciudadanos es relevar al PP como partido del centro-derecha, pasando los populares a ser una fuerza “bisagra” veríamos lógico que hayan vendido su apoyo al PP regional, recordemos, la presidencia de la Cámara, el senador autonómico y la mitad del gobierno regional, centrado la acción del Ejecutivo.

Segunda condición: si damos por cierto que Vox aspira a tener la hegemonía de la derecha (y más allá) veríamos lógico que pidan su presencia en áreas del gobierno o que, incluso, su discurso sea el que dirija la acción del gobierno.

Ahora bien, este lunes 15 de Julio, Vox borraba el nombre de Miguel Sánchez, exportavoz de Ciudadanos, por considerarlo inaceptable. Hemos de suponer que de seguir la votación para su designación la negociación fracasaría del todo. Veremos cual es la reacción cuando el viernes no sean necesarios los votos de Vox, será la primera prueba de que realmente están arrinconados en ese pacto a tres que los líderes de la formación ultra han querido tejer.

Por tanto, en ese punto, se demostraría que Vox, habiendo renunciado a ocupar ninguna responsabilidad gubernamental, ya no es necesario en la ecuación porque no tendrá nada que confrontar con un gobierno de PP-Cs. Literalmente, se convierten en la comparsa del dúo López-Franco y en la siguiente cita electoral pasarán de ser un condicionante a irrelevantes.

En cambio, si hacen valer sus votos y mandan a la oposición a los populares, tendrán cuatro años para fidelizar a su electorado a base de confrontar contra Diego Conesa y el PSOE, señalando los males que, según ellos, traerán las políticas que van en el programa que el de Alhama le ha ofrecido a Isabel Franco y que resulta en la estabilidad de 23 escaños.

Digamos que no es así y el acuerdo sigue adelante, entonces será Ciudadanos el que se vea entre la espada y la pared, teniendo que aceptar día sí y día también, la fiscalización del partido ultra y perdiendo todas sus señas de identidad. El principal beneficiado de todo esto será siempre el Partido Popular, que ha hecho un pase de burla dejando que entren todas las exigencias de Ciudadanos y Vox al mismo tiempo, siempre y cuando ellos permanecieran en el Palacio de San Esteban.

Por tanto, sabiendo que siempre se cumple la regla básica de la política para vender tu propio discurso y si, como hemos visto, no se van a cumplir ninguna de las dos condiciones expuestas ¿ por qué siguen adelante con este pacto a tres de manera irremisible?

Ya sólo nos queda una respuesta posible: esto no era una batalla ideológica, no era siquiera un concurso por ver quién agitaba más alto la bandera nacional. Era por el sillón, era por el poder, era por la pasta.

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