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La lucha de las personas con diversidad funcional durante la pandemia: “Hemos salvaguardado la vida, ahora tenemos que conseguir que sea digna”

Juego expresivo en el taller de danza y movimiento

Elisa M. Almagro

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“El cuerpo es un elemento muy importante que en estos momentos debemos restaurar con dignidad. A causa de la pandemia estamos en una situación social extraña, parece que los cuerpos humanos vivos son bombas ambulantes”, reflexiona Marisa Brugarolas, directora, coreógrafa e investigadora en danza integrada.

Para Javier Martínez Lorca, director técnico y coordinador de los talleres de arte de la asociación ALFA de viviendas tuteladas en el municipio murciano de Lorquí, este aislamiento se recrudece en las personas con diversidad funcional: “Queremos volver a tomarle el pulso a los derechos culturales que todo individuo tiene. En esta época de pandemia donde quizá se han visto más mermados es en los colectivos considerados más vulnerables, en este caso las personas con diversidad intelectual”.

“Se les ha cubierto y protegido, igual que en las residencias de mayores, pero hay más. Hemos salvaguardado la vida, ahora tenemos que conseguir una vida digna de ser vivida”, reclama el director técnico.

A fin de acercar la cultura a las viviendas de los individuos con diversidad funcional, Martínez Lorca y Brugarolas están llevando a cabo una serie de talleres de danza y movimiento creativo a través de Zoom: “Va a ser un taller para dinamizar el cuerpo. Mi campo es la danza contemporánea y las artes escénicas y de esos lenguajes tiro cuando se trata de danza inclusiva. Para recuperar ese espacio con el cuerpo de cada uno vamos a trabajar la movilidad básica: desde saber que tenemos cuerpo y nos podemos mover hasta otras dinámicas más creativas. Un día crearemos pintando el espacio. En algún momento se utilizarán objetos, como una silla o la pared para pintarlo con el cuerpo. Y esto lo plasmaremos en el espacio tridimensional”, explica la coreógrafa.

“La idea bonita es que van a participar las diferentes casas que conforman la asociación ALFA. Cada casa va a ser una pantalla en la que viven varias personas en grupos burbuja, así que propondré dinámicas entre ellos”, abunda Brugarolas.

El proyecto, realizado en colaboración con el ayuntamiento murciano de Lorquí, se dividirá en “una serie de sesiones online”, aunque la coreógrafa desea que, de mejorar la situación con la COVID-19 en Murcia, organizar un encuentro al aire libre entre participantes.

Ensayos presenline

“Ellos están a tope, se manejan. Era impensable que el teatro se pudiera hacer a distancia, sin contacto. La sesión de ayer fue alucinante. Qué capacidad tienen de aprender, de flexibilizar… Ayer hicimos unos ejercicios de improvisación en casa y fue increíble”, comenta Loles Ortiz, profesora del taller de teatro del CEOM, la Asociación para la Integración de las Personas con Discapacidad Intelectual en Murcia.

Para Ortiz, volcar sus talleres al mundo digital supuso “reinventarse”: “Nosotros nos pusimos a trabajar al día siguiente del confinamiento. Al principio creamos un blog de contenidos en el que íbamos metiendo vídeos para que la estancia en casa no supusiera una pérdida de hábitos”,  relata la profesora del CEOM.

Una vez asentada esa base asistencial, Ortiz asegura que la asociación comenzó “con la formación online con plataformas como Zoom. Yo, como profesora de teatro, intentaba mantener todo lo que habíamos trabajado de la obra. Que no se olvidasen diálogos, los movimientos”.

“Cuando pudimos venir al centro en grupos reducidos -actualmente el CEOM permanece cerrado al usuario pero los trabajadores acuden para trabajar- hacíamos los ensayos que me gusta llamar presenline. Eran ensayos con la gente que estaba en casa y la que estaba en el centro. En el taller pusimos una tele super grande conectada a un ordenador y utilizábamos la escenografía y el atrezzo para que los que estaban en casa también vieran la obra”, describe la docente.

Ortiz recuerda que salvaguardar la brecha digital fue especialmente complicado: “Había gente que no sabía donde estaba el botón de encender el ordenador. Pero fuimos dando equipos, tarjetas para que tuvieran internet en casa, hacíamos llamadas para que pudieran con ayuda conectarse”.

Pese a los esfuerzos, la profesora del CEOM lamenta que las personas con diversidad funcional “parten de una situación de desventaja”: “Su ocio es reducido, sus contactos sociales son reducidos, no tienen el acceso a hacer las mismas cosas que el resto. Si encima se hace este repliegue a los domicilios la situación es muy desfavorable. Hemos estado luchando para que eso no fuera así, para proporcionarles no solo los cuidados sino otras cosas que son igual de necesarias como la socialización, la comunicación, el derecho a estar informados, el deporte. La ayuda psicológica es muy importante, se han dado algunos casos de problemas a nivel conductual por el hecho de estar encerrados”.

Ana Ballesta, directora técnica del centro de día de la asociación para personas con síndrome de Down ASSIDO también en Murcia, destaca que a pesar de su situación las personas con diversidad funcional “se han implicado en esa solidaridad que tendría que haber a nivel social y que muchos colectivos no han tenido. Ellos han sido muchas veces ejemplo para nosotros. Este fin de semana ha sido la vacunación y yo me quedé maravillada: todos con su mascarilla, manteniendo la distancia de seguridad, se ponían su vacuna aunque tuvieran miedo y no le gustasen las agujas. Las personas con discapacidad han entendido que tienen que ser solidarias, se han cuidado y han cuidado de los demás”, reflexiona.

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