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“El periodismo no puede ceder a las presiones para dejar de contar historias”

Gervasio Sánchez, durante una entrevista / Foto: Efe.

Garikoitz Montañés

En el momento de hablar de periodismo. Por el ataque que ha sufrido en París y por la necesidad de que siga adelante, denunciando, informando, caricaturizando. Y una de las personas idóneas para hablar de libertad de expresión, de no ceder a los chantajes, de informar sobre situaciones dramáticas, es Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), periodista y fotógrafo afincado en Zaragoza (colabora con medios como Heraldo de Aragón) y que ha cubierto 15 guerras. Él asegura que ahora tiene la suerte de poder contarlo. Sánchez, recientemente galardonado por la Universidad Pública de Navarra con el premio Brunet a la Promoción de los Derechos Humanos por contar la “cruel realidad bélica”, ha acudido este jueves a Pamplona invitado por el Foro Gogoa para impartir una charla sobre Periodismo internacional, una presencia arriesgada y crítica imprescindible. Un título que encaja con su trayectoria, pero también con lo sucedido este miércoles en la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hedbo.

Tras el ataque a Charlie Hedbo y la muerte de 12 personas, ¿es en semanas como esta cuando se ve la necesidad de más periodismo?Charlie Hedbo

Es un ataque mortífero a la libertad de expresión, gravísimo.

Usted ha sido muchas veces crítico con el sensacionalismo de la prensa. ¿Qué le han parecido las imágenes que se han mostrado sobre este ataque?

Es un tema complicado. También ha pasado algo así cuando se han producido decapitaciones de periodistas. Hay imágenes con las que los asesinos buscan un impacto y, si tú las das, estás entrando en ese juego. A veces se toman decisiones en periodismo sin reflexionar, por la presión de darlas el primero. Si todos pensáramos un poco más la decisión que vamos a tomar, posiblemente actuaríamos en concordancia con lo que pensamos. En esas imágenes, en este caso, quedó claro que los asesinos que mataron a los periodistas estaban muy bien preparados, que no tuvieron piedad con sus víctimas y dan una imagen palpable de qué es lo que estaba pasando. Pero publicarlas es entrar en el juego: se pueden dar de muchas maneras, se pueden cortar antes… Me preocupa cómo se toman esas decisiones.

¿Cree que los periodistas son conscientes del riesgo que afrontan al informar?

Creo que los periodistas asesinados eran conscientes de que sus vidas estaban en peligro, porque había habido amenazas de muerte, pero evidentemente, como dijo su director [Stéphane Charbonnier] mucho antes de ser asesinado, es mejor morir de pie que vivir arrodillado. Es una declaración de principios muy plena, porque viene a decir No vamos a dejar de hacer lo que creemos.

En el periodismo siempre se corre el peligro de evitar correr riesgos, por temor a represalias.

Es habitual en nuestro país que haya presiones a los periodistas, y a veces consiguen su objetivo, que es dejar de informar. Lo que no debe hacerse en periodismo es aceptar esas presiones y dejar de publicar historias negativas para bancos, cajas de ahorros, multinacionales, intereses empresariales o gobiernos. Eso ocurre muy a menudo, parece que es ya algo normal.

¿Cree en los periodistas libres?

Hay periodistas que tratan de hacer el periodismo de la forma más decente posible. Yo diría que el 95% de los periodistas quieren ser decentes, y que las historias que hay que publicar se publiquen, pero luego resulta que hay un escalafón, ese 5%, de indecentes que lo impiden. La autocensura está muy establecida en nuestras mentes, sabemos que hay cosas que no se pueden tocar.

Usted ha pasado por 15 guerras. Desgraciadamente, nunca le ha faltado el trabajo. ¿Cree que esta situación se va a mantener así?

Vamos a ver, háblame de un momento de la historia en el que no haya habido guerras y, cuando lo sepas, me lo pasas. La historia de la humanidad está llena de guerras, la violencia y la guerra son consustanciales al ser humano.

Da una imagen muy pobre de cómo somos los seres humanos. Como si estuviéramos llamados a pegarnos.

Estás claro que hemos sido incapaces de vivir sin la guerra.

Y a usted, ¿qué le ha llevado a cubrirla durante tantos años?

Desde que empecé en este oficio me he especializado en cubrir conflictos armados; eso no quiere decir que me guste la guerra, ni mucho menos, al contrario, la odio. A muerte. Pero creo que es importante buscar a periodistas que sean capaces de cubrir la cara más oscura del mundo, donde pasan las cosas más horribles. Su papel en esas zonas es documentar lo que está ocurriendo y si decide no volver a hacerlo, evidentemente es muy fácil: da un paso atrás, se dedica a otras cosas y deja pasar a otra gente.

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