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El PSN intenta no encasillarse en el bloque de oposición con UPN y PP

N. Elia

El tablero de juego de la política foral presenta esta semana un aspecto poco usual. Las características alineaciones que agrupan a UPN, PSN y PP en el bloque de oposición al cuatripartito (Geroa Bai, Bildu, Podemos e IE) parecen desdibujarse. Los socialistas han protagonizado un insólito movimiento de acercamiento al Gobierno que preside Uxue Barkos para negociar con los nacionalistas 125 enmiendas al presupuesto del año que viene. La jugada del PSN desconcierta a UPN, principal partido de la oposición, pero también intranquiliza al socio más díscolo del cuatripartito, Podemos, que sabe que los votos del PSN podrían sustituir a los suyos en caso de discrepancia con sus socios.

El cambio de estrategia de los socialistas comenzó con una tibia declaración sobre el proyecto de presupuestos presentado por el Gobierno para el próximo año. Al PSN le pareció un proyecto “mejor” que el de 2016 y adelantó que no presentaría contra el texto una enmienda de devolución. Los socialistas pillaron con el pie cambiado a UPN y PP, que se quedaron solos en su rechazo total a los presupuestos. El PSN consiguió su objetivo, desmarcarse de la imagen de oposición en bloque con la derecha, pero el resultado fue efímero y apenas tuvo repercusión mediática.

Así que, una semana después, su líder, María Chivite, dio un paso más audaz en esta nueva trayectoria que quiere imprimir a su partido y se reunió con la presidenta Barkos para abrir una negociación presupuestaria formal. Chivite llevó bajo el brazo las 125 enmiendas que su partido quiere incorporar a los presupuestos. La presidenta Barkos, que desde el comienzo de la legislatura ha querido atraer al PSN hacia la mayoría que ya suma el cuatripartito, se deshizo en elogios, advirtió que los consejeros ya están estudiando las enmiendas socialistas e, incluso, reconoció que varias de ellas se ven “con buenos ojos” por parte de su gabinete.

María Chivite, por su parte, se limitó a mostrarse muy cauta: “Ya veremos. La presidenta siempre tiene muy buenas palabras, pero después hay que convertirlas en hechos”, advirtió.

La reunión entre Chivite y Barkos causó un pequeño vendaval político en el propio cuatripartito. Las primeras alertas se encendieron en Podemos, formación que negocia con el resto de sus socios una serie de medidas fiscales (como eliminar los beneficios fiscales de las aportaciones a los planes privados de pensiones o eliminar las deducciones por creación de empleo) que supondrían un recorte de ingresos de 70 millones para las arcas públicas. Ninguno de los otros tres socios quiere oír hablar de menores ingresos, así que, como reconoció la portavoz de Podemos, Laura Pérez, “la negociación está siendo difícil”. Pérez aseguró que Podemos “seguirá insistiendo”. Pero tal vez la fuerza de sus siete votos, necesarios para que el cuatripartito sume mayoría, podría no ser tan decisiva si los socialistas, y sus también siete votos, consiguen llegar a un acuerdo presupuestario con la presidenta Barkos. Fue el portavoz de UPN Carlos García Adanero el encargado de advertir a la formación morada: “El PSN quiere sustituir a Podemos en el cuatripartito”, se quejó.

Tampoco a Bildu le deja indiferente el acercamiento del PSN a Barkos. Aunque los abertzales aventajan por un parlamentario a los socialistas, el referente de la entrada del PSE al Gobierno del PNV en el País Vasco, que ha dejado a Bildu fuera del poder, no les resulta demasiado alentador. Tanto Bildu como Podemos han querido dejar bien claro que la negociación presupuestaria con el PSN la protagoniza el Gobierno de Barkos, y no el cuatripartito.

Las dos líderes de Geroa Bai y PSN, en cambio, están satisfechas con el resultado de la nueva estrategia socialista. Barkos, que siempre ha aspirado al acercamiento de los socialistas hacia su proyecto multipartito, porque consigue, por una parte, blanquear la influencia que Bildu ejerce en su gabinete y, por otro lado, restar fuerza a las exigencias presupuestarias de Podemos.

En cuanto a María Chivite, su maniobra sólo deja, por el momento, saldo positivo. Consigue que su partido se aleje de la imagen de bloque de oposición alineado con UPN y PP. Es más, consigue críticas de UPN, lo que supone un mayor desmarque y una mayor visibilidad; consigue también poner en valor que los socialistas están dispuestos a dialogar y pactar con el Gobierno, poniendo los intereses presupuestarios por encima de los partidistas; y recupera el protagonismo político después de una larga época de irrelevancia en el tablero de la política foral.

Pero una cosa es el resultado inmediato de la maniobra, y otra conseguir los objetivos que los socialistas dicen haberse marcado. Porque Chivite sabe que la negociación presupuestaria que ha iniciado tiene un porcentaje muy elevado de posibilidades de terminar en agua de borrajas.

El Gobierno ha dejado para negociar con sus socios del cuatripartito un margen de ocho millones de euros para repartir en enmiendas. Sólo tres de las 125 enmiendas socialistas, consideradas nucleares por el PSN para poder llegar a un acuerdo presupuestario con el Gobierno, suman ya mucho más que esa cantidad. Y se refieren a asuntos tan discutidos como el tren de alta velocidad, la ampliación del Canal de Navarra o el modelo de inglés en Educación, PAI. Tres cuestiones sobre las que resulta prácticamente imposible que se pongan de acuerdo el PSN y el cuatripartito.

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