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A qué edad dejaste a tu hijo tener móvil y otras preguntas sobre menores y el acceso a los dispositivos

Foto: Intel Free Press

Elena Cabrera

Antes o después, bien en un grupo de WhatsApp o en una pregunta rápida a la puerta del colegio, una madre o un padre pregunta a otro: ¿a qué edad le dejaste tener móvil? No hace falta ser el Instituto Nacional de Estadística para conocer la respuesta a la encuesta popular: la decisión más habitual se toma cuando pasan al instituto, a los 12 años; y los datos del INE lo refrendan.

El 26% de los niños y niñas de 10 años tienen móvil propio, según datos del INE de 2018. Así como el 41% de los de 11 años. El salto definitivo llega, como decíamos, a los 12 años, donde tres de cada cuatro lo tienen. La progresión desemboca en que disponen de móvil un 95% de los que tienen 15 años, a pocos puntos de la totalidad. ¿Y qué ocurre antes de los 9? El estudio EU Kids Online, cofinanciado por el Gobierno de España y la Unión Europea, advierte de que los menores de entre 9 y 10 años pasan una media de dos horas diarias conectados a Internet, un 43% de ellos mediante el móvil.

Pero sería naíf pensar que los 9 años es la verdadera edad de iniciación al mundo conectado, a pesar de que sea la edad a partir de la cual preguntan las encuestas. “Un simple vistazo a nuestro alrededor nos indica que quizás desde edades muy tempranas se está teniendo acceso a contenidos en línea, tanto lúdicos como educativos”, apunta Cristina Gutiérrez, experta en ciberseguridad en el área de menores del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE). “El menor accede en primer lugar desde los móviles de los padres”, añade. Y eso sucede a partir de los dos años de edad.

El Club Malasmadres ha realizado un estudio, financiado por Movistar, basado en una encuesta online a 3.230 mujeres. A pesar de que, por su metodología, la muestra no es estadísticamente representativa, sí arroja algunas intuiciones en la zona de sombra de los estudios previos. El 48% de las madres que contestaron, admiten que sus hijos e hijas menores de dos años utilizan el móvil. La cifra crece hasta el 77% para los menores de tres a cinco y llega hasta un 96% a partir de los seis años. “El debate sobre la edad del primer móvil suscita muchos comentarios en redes sociales entre las madres”, dice Maite Egoscozabal, socióloga que trabaja para este Club, “muchas piensan que no deben tenerlo antes de los 12 pero los menores están entrando mucho antes, principalmente para ver YouTube y usar aplicaciones infantiles”.

No cuándo, sino cómo

“En Internet Segura for Kids —el nuevo Centro de Seguridad en Internet dependiente del INCIBE— situamos el debate no en la edad, sino en la situación concreta que los padres y madres observen con respecto a sus hijos y los beneficios que pueda reportar disponer de esta tecnología”, explica Cristina Gutiérrez. En lugar de la edad, hay que fijarse en la madurez, responsabilidad y sensatez del menor, disociando este momento de “acontecimientos que están ganando relevancia como momentos socialmente generalizados para conseguir el primer móvil, incluyendo notas a final de curso y celebraciones familiares, así como los conocidos 'ya es mayor' o 'todo el mundo lo tiene'.

El centro del debate ha dejado de estar en la edad de iniciación pues hace tiempo que esa batalla se ha perdido. La estricta recomendación de la OMS por la que un niño o niña de dos a cuatro años no debe pasar más de una hora al día frente a una pantalla, cualquier pantalla, ha ido a parar al basurero mental de los amigos imaginarios desaparecidos, como Bing Bong en la película Del revés. Los expertos proponen, por tanto, dejar de preguntar a qué edad y girar la conversación hacia otro lugar. “Hay que dejar de mirar a los niños con ojos de adulto y hacerlo con ojos del momento”, propone María Zabala, experta en ciudadanía digital, durante la presentación del estudio de Malasmadres. . Hay que hablar con ellos y no echarles chapas“, dice.

Por tanto, la pregunta importante ahora no es cuándo sino cómo. Aquí hay que tener en cuenta que, como apunta María Zabala, se regaña más de lo que se explica y se sermonea más de lo que se predica con el ejemplo. Cristina Gutiérrez propone que haya un “diálogo abierto” en la familia, donde los adultos actúen como “referentes de comportamiento digital”.

Para ello, propone “pactos” en el tiempo y la manera de uso de los móviles pero que afecten a toda la familia, no solo a los menores. “Si las normas son solo para los niños, hay un aprendizaje, pero no es completo”, coincide Zabala. En esa línea, el estudio EU Kids Online nos dice que los padres y las madres tienden más a dar consejos sobre el uso seguro de Internet (37%) o a prestarles ayuda cuando tienen problemas (35%) que a hablar sobre lo que hacen online (23%) o animarles a explorar en internet (18%). Uno de cada dos menores afirman que no se les presta atención cuando hablan en casa.

¿Y qué pasa con los contenidos?

El siguiente paso es el de las herramientas que existen para acompañar los primeros pasos de la inmersión digital. La más habitual y la menos sofisticada es la limitación del tiempo de uso. De las mujeres que participaron en la encuesta de Malasmadres, solo cuatro de cada diez admitieron limitar el tiempo. Es un mecanismo conflictivo si no viene acompañado de un razonamiento y unas normas comunes. La Policía Nacional ha detectado un nuevo tipo de violencia de hijos e hijas hacia sus progenitores que antes no existía, que es aquella que tiene como origen de la disputa el tiempo de uso de los dispositivos, según explica Laura Garaboa, miembro del equipo de redes sociales de este cuerpo.

“Estamos demasiado preocupadas por el tiempo de uso y mucho menos por los contenidos”, valora Laura Baena, fundadora del Club Malasmadres. Y es que la siguiente herramienta es la del control parental, el cual solo el 28% de esta encuesta admite utilizar. Existen aplicaciones y configuraciones que permiten entregar a los menores unos móviles más seguros, donde no puedan ser geolocalizados por desconocidos o se les exija la inserción de un número PIN para poder instalar aplicaciones. También se recomienda que no tengan una tarifa de datos ilimitada y que se activen las opciones de bienestar que incluyen algunas apps y que permiten establecer tiempos adecuados de uso. Todas estas prevenciones se difuminan, en cambio, cuando se les presta el móvil de un adulto, con todo tipo de aplicaciones instaladas, perfiles de redes sociales abiertos y videos en YouTube a discreción.

“Pero aún con todo el cuidado y la precaución que se pongan”, reflexiona la experta del INCIBE, “es normal que podamos ver a los menores meterse en algún lío por Internet, ¿acaso no nos ha pasado nunca a nosotros? Por eso debemos estar preparados, siendo conscientes de la importancia de tener una reacción adecuada, sin exagerar, mostrar confianza y una actitud constructiva que les de seguridad y ayude a resolver la situación”.

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