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Marta Busquets, jurista especializada en género: “Es importante nombrar la violencia obstétrica, muchas mujeres no saben que la han sufrido”

Marta Busquets, autora del libro 'Mi embarazo y mi parto son míos. Guía de derechos para las embarazadas'.

Lucía M. Quiroga

Marta Busquets es licenciada en Derecho, especializada en género. Preside Dona Llum, una asociación catalana que defiende el parto respetado. Tras años de trabajo con mujeres embarazadas o que acababan de parir, se dio cuenta de que las consultan se repetían. Muchas embarazadas no sabían qué derechos tenían de cara al parto, si podrían elegir hospital, la manera concreta de parir o estar acompañadas durante el parto. Algunas de las que ya habían parido aseguraban no haberse sentido respetadas. Fue entonces cuando decidió sistematizar toda esa información para publicar el manual Mi embarazo y mi parto son míos. Guía de derechos para las embarazadas (Pol-len, marzo de 2019).

¿Cuándo y por qué decidió escribir tu guía de derechos para mujeres embarazadas?

Decidí escribir este libro después de muchos años involucrada en movimientos que defienden los derechos asociados al embarazo y al parto, en concreto en Dona Llum. Además, por mi trabajo de abogada, he asesorado a muchas mujeres. A través de los talleres y las consultas me di cuenta de que muchas dudas eran comunes a muchas mujeres: “¿Podré decidir cómo parir? ¿Podré estar acompañada? ¿Podré elegir hospital?”. Casi todas las dudas tenían que ver con el poder de decisión que podían llegar a tener. Por eso decidí ordenar y sistematizar toda la información que les he ido dando y presentarla en un libro sencillo. Quería explicar de forma comprensible el panorama legal en relación al embarazo y el parto.

¿Conocer los derechos propios puede evitar experiencias desagradables o casos más extremos de violencia obstétrica?

Sí, por supuesto. El primer paso para ejercer nuestros derechos es conocerlos. La concienciación es fundamental. Para decidir en libertad, las mujeres necesitamos tener información adecuada y actualizada a nivel médico, pero también conocer nuestros derechos como seres humanos y como usuarias del sistema de salud.

¿Y qué ocurre cuando tus derechos ya han sido vulnerados? ¿En qué consiste la violencia obstétrica?

La violencia obstétrica se da cuando las mujeres somos consideradas objeto y no sujeto de la atención al parto. Tiene que ver con un sistema estructural de desprecio hacia las mujeres. Ocurre cuando nos hacen comentarios ofensivos durante el parto, del tipo “cuando lo hiciste no llorabas”, y también cuando llevan a cabo intervenciones que no son necesarias. Muchas veces no se respeta la fisiología del parto y se imponen decisiones que tienen que ver con necesidades del personal, horarios de los hospitales, etc. También se parte de la idea de que la madre no sabe parir, de que tiene un cuerpo defectuoso e incluso peligroso para el bebé. A veces se da incluso aunque una intervención esté justificada, porque no se le explica a la mujer, no se busca su consentimiento informado, no se le dan alternativas… Aunque el trato haya sido exquisito, si no hay consentimiento también hay violencia obstétrica.

¿Qué cifras de violencia obstétrica existen actualmente en España?

Todavía hay muy pocos estudios, pero sí existen algunas cifras. En España, un 25% de los nacimientos son por cesárea, mientras que la OMS recomienda que no superen el 10%. En un 42% de los casos se practican episiotomías, y la recomendación de la OMS es que no superen el 15%. Dona Llum y el Parto es Nuestro hemos elaborado dos informes titulados “Nacer en horario laboral”, que constatan un abuso de los nacimientos planificados para hacerlos coincidir con los horarios laborales de los hospitales, y no con las necesidades del bebé y la madre.

La ONU y el Consejo de Europa han reconocido explícitamente el término violencia obstétrica hace poco, el verano pasado. ¿Por qué es importante llamar a las cosas por su nombre?

Es importante ponerle nombre a la violencia obstétrica, como a todo. Muchas mujeres con las que trabajo me dicen: “Yo sabía que me había pasado algo en el parto pero no le había puesto nombre hasta que me lo han dicho”. Es una vulneración de nuestros derechos humanos en un momento en que deberían ser especialmente protegidos, ya que durante el embarazo y el parto somos especialmente vulnerables.

¿Por qué sigue levantando ampollas este término, especialmente en los ámbitos sanitario y político?

Porque es difícil revisarse a uno mismo y asumir que esto existe. Pensar que quizás se han hecho cosas mal que podrían haber ahorrado mucho sufrimiento. La mayoría de profesionales no quieren ejercer violencia, lo han hecho así toda la vida y les cuesta mucho revisarse. Hay un caso de una matrona que, ya mayor, asistió a un parto en casa y acabó llorando, arrepentida de todo el sufrimiento que había hecho pasar a las mujeres porque no conocía otras técnicas.

Su guía está dirigida a mujeres embarazadas pero también a profesionales de la salud. ¿Por qué es importante la formación y concienciación a nivel sanitario?

Cuando publiqué el libro, me sorprendió que muchas matronas y ginecólogas se lo habían comprado. Las mujeres embarazadas con las que hablo me dicen muchas veces que no conocían estos derechos, pero es que a las profesionales les pasa lo mismo. Y es comprensible: la Ley de Autonomía del Paciente es relativamente nueva, del año 2002, y cambiar las prácticas médicas es más difícil que cambiar una ley. Hay profesionales que, a raíz del libro y de otras publicaciones semejantes, han reflexionado un poco sobre su forma de trabajar. Y eso no es fácil, porque implica revisarse.

La clave para que el parto sea respetado, según tú, está en el consentimiento informado. ¿En qué consiste este concepto?

Significa que antes de realizarnos cualquier intervención o prueba tienen que explicarnos en qué consiste, cuál es su objetivo, cuáles son los posibles riesgos y beneficios y si hay alternativa (incluso la alternativa de no hacer nada). Cuando hemos recibido toda esa información, las mujeres decidimos. Es importante entender que el rechazo está expresamente incluido en la ley y en la jurisprudencia. La medicina no es exacta: aunque una intervención esté justificada, no se puede garantizar nunca el resultado. Por eso tienen que decidir las personas usuarias, en este caso las mujeres.

¿La decisión de la mujer siempre debe prevalecer por encima de cualquier otra consideración?

Sí, sin duda. Mi activismo pasa por ahí: creer en la autonomía de la mujer por encima de todo. Y en cuanto a mi profesionalidad, lo más fácil es acompañar a una mujer que piensa igual que tú, mientras que el desafío está en acompañar a quien piensa diferente. Yo he ayudado a planificar cesáreas programadas y no estoy de acuerdo con esa práctica.

¿Incluso en casos complejos, como el de la mujer de Vigo que parió en casa de nalgas y su bebé falleció?

Esa mujer se negó a la cesárea programada, no a que le hiciesen una cesárea. Ella intentó buscar a alguien que le atendiese un parto de nalgas, pero no lo encontró. Es increíble que en toda Galicia no hubiese nadie preparado para atenderlo, a pesar de que la evidencia ha demostrado que son más seguros para las mujeres que las cesáreas –según datos del Colegio de Obstetricia y Ginecología del Reino Unido y del Colegio Médico del mismo país–. Según estos mismos estudios, en el caso de los bebés se incrementa el riesgo pero ese riesgo sigue siendo muy bajo, en torno al 0,5%, por eso se recomienda dar toda la información y no dar por hecha la cesárea. La mujer de Vigo decidió esperar a ponerse de parto e ir a hacerse la cesárea, pero no llegó a tiempo. El bebé falleció justo antes de nacer. Fue denunciada por lo penal y ha sido absuelta. Es increíble, porque hay famosas que se hacen cesárea programada por trabajo o para conservar su cuerpo intacto y nunca se cuestiona su decisión. Las denunciadas siempre son las que ponen en duda el intervencionismo sanitario.

Siempre recomiendas a las mujeres con las que trabajas hacer un plan de parto, de hecho lo has incluido como anexo a tu libro. ¿Por qué lo consideras tan importante?

Porque creo que es una buena oportunidad, sobre todo para las madres primerizas, de familiarizarte con lo que va a suceder en el parto y reflexionar sobre lo que quieres y lo que no. Yo soy partidaria de hacer plan no solo para un parto natural, sino también para una cesárea o para una inducción. Es positivo para que cada mujer sepa lo que quiera hacer. Yo no digo que una mujer de parto no pueda tomar decisiones, pero lo ideal sería que pueda estar tranquila y centrarse en parir. Si el embarazo dura nueve meses, da tiempo a pensarlo antes. Entre contracciones no es el momento de ponerse a hablar de las ventajas e inconvenientes de una determinada técnica.

En el caso de haber sufrido violencia obstétrica, ¿sirve de algo quejarse?

Sí, de mucho. Sirve para dejar constancia de lo que está sucediendo. Quizás la primera queja no consigue nada, pero cuantas más mujeres nos quejemos, más visible se hará el problema y se lo tomarán en serio.

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