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Fui a la manifestación del 8 de Marzo con mis hijas y esto es lo que aprendí

Manifestación 8M en Madrid.

Felipe G. Gil

7 de Marzo. Mis dos hijas (de cuatro y un año respectivamente), mi pareja y yo nos encontrábamos esperando desde hacía 15 minutos a un amable pero tardón vendedor que había ido al almacén a buscar una silla de auto. Por alguna extraña razón que no alcanzo a comprender, en los momentos del tipo Esperando a Godot (esperas absurdas que parecen no tener fin), suelen ser los que mi hija mayor aprovecha para soltar, sin ninguna clase de anestesia, preguntas trascendentales. Así, intentando lidiar con el aburrimiento, se giró hacia su madre y hacia mí y nos preguntó: “Oye, si mañana es el día de la mujer, ¿cuándo va a ser el día del hombre?”. Glups.

La inmediata reflexión para una posible respuesta sería algo como: “No pasa nada, tengo una retahíla de argumentos que voy a soltarle ahora mismo y así obviaremos la aparente lógica aplastante utilizada por parte del Movimiento Cuñado Unificado que trata de negar el feminismo y que lo equipara al machismo” MEEEC. Tarde. En todo este tiempo que su madre y yo permanecimos en silencio en busca de una explicación simple pero contundente ella estaba a punto de perder la paciencia y comenzar a abordar cualquier otro reto intelectual. Parecíamos maniquíes ante su pregunta.

En ese momento te das cuenta que hacen falta relatos que se adapten a sus códigos. Muchas madres y padres se habrán enfrentado al reto de tener que explicar el 8M a sus hijas e hijos sin querer simplificar ni obviar parte de la realidad que lo motiva pero encontrando las palabras adecuadas para hacerlo entendible. En mi caso, estaba claro que soltarle un speech sobre la brecha salarial no iba a funcionar con mi hija, pero ya tenía pistas sobre cómo abordarlo.

Durante días, mi hija se pasó tarareando la canción Lo Malo de Aitana y Ana Guerra (cantantes que han participado en Operación Triunfo). Sin quererlo, se había convertido en una herramienta didáctica con la que explicar de forma sencilla algunas de las cuestiones que afectaban al 8M: “Tengo claro que no me voy a fijar en un chico malo no, no, no. Pa' fuera lo malo no, no, no. Yo no quiero nada malo no, no, no. En mi vida malo no, no, no, no”. Aunque sea pequeña, la cantidad ingente de relatos donde se refuerzan las relaciones heterosexuales entre personajes hace necesario visibilizar de forma sencilla y directa que debemos estar acompañados de personas que nos aman y nos cuidan. Obviamente no aborda la totalidad de las problemáticas, pero incide sobre una de ellas sin tener porqué usar el concepto de “amor romántico” con una niña de cuatro años.

8 de Marzo. Mi hija fue al colegio. Sabíamos que su profesora iba a faltar, precisamente para hacer huelga, y su madre disipó mis dudas dejando claro que la única forma de visibilizar que el sistema no funciona sin las mujeres era precisamente poniendo en jaque al colegio y enviando a nuestra hija. Esto ya requirió de una explicación para mi hija. “La profesora no va a ir al colegio porque va a hacer huelga”. “Por el Día de la Mujer, ¿verdad papá?”. Mientras afirmaba me daba cuenta de la turra que le habíamos dado toda la semana con el 8 de Marzo (y había tenido su efecto, claro). Pero me hizo pensar en otra cosa.

¿Cómo podemos ayudar a los coles a incluir las cuestiones que planteó el 8 de Marzo de forma continuada y sostenida en el tiempo? Quiero decir, mi hija va al colegio y lo que yo espero como padre es que sea un lugar donde pueda ensayar la vida. Sé también que muchos colegios públicos, como el nuestro, se encuentran en situaciones precarias. Y también sé que hay madres y padres comprometidos que se parten la cara en las AMPAS para organizar actividades que permitan visibilizar esto todo el año.

Mi hija responde a los estímulos regulares con interés. El año pasado estuvo tres meses trabajando cuestiones relativas a los bomberos: nos hacía parar en cada bar para ver con cuántos extintores cuentan los establecimientos. Ahora toca Egipto y más me vale ponerme las pilas con Tutankamon y Ramses II. Al final, uno termina preguntándose, ¿cómo están presentes las cuestiones relativas al feminismo en el currículo educativo? Y más allá del currículo educativo, ¿qué podemos hacer padres y madres por introducir el feminismo en nuestros colegios y que así no sea visto como algo puntual sino como algo que es necesario todos los días?

Ya por la tarde y después de haber almorzado nos preparamos para la manifestación. Mi hija estaba excitada. Mientras yo me hacía cargo de la pequeña, la mayor escogía su disfraz de Wonder Woman y salía con su madre a casa de unos amigos a preparar unas pancartas. Aunque no sabe escribir y leer, ella decidió cual iba a ser su mensaje: “Que los niños nos traten bien a las niñas”.

Una vez en la manifestación, se ponían en evidencia dos cosas. Por un lado, la importancia de ir, de estar presentes allí, de que ella viera esa cantidad de gente, sobre todo mujeres, gritando, portando como ella pancartas, acompañándose. Por otro lado, que en invierno es complicado estar más de dos horas de pie con niñas pequeñas sin avanzar más de 100 metros. Había mucha gente y entre el frío y el aburrimiento tuvimos que irnos.

De camino a casa y mientras comprobaba que las manifestaciones habían sido masivas y un éxito, seguía tratando de pensar cómo traducir lo sucedido a otro tipo de herramientas y dispositivos más cotidianos. Me di cuenta de que afortunadamente tenemos muchas cosas que pueden usarse para introducir la perspectiva feminista y que ya piensan en esas claves de traducir al lenguaje de mi hija determinadas problemáticas.

Libros como Kike y las Barbies, donde se cuenta la historia de un niño que no solo quiere jugar al fútbol sino también con muñecas, Leotolda, donde se celebra la diversidad y la amistad entre diferentes, los vídeocuentos de SuperLola, la superheroína que más mola o Lalo, el príncipe rosa, la serie de audiocuentos de Un cuento propio son algunos ejemplos que prueban que afortunadamente llevamos años en los que la producción de contenidos culturales y educativos que nos permitan incorporar miradas críticas a cuestiones sociales facilita mucho trabajarlo en casa.

9 de Marzo. A la mañana siguiente y mientras preparábamos las mochilas y el desayuno era inevitable no rememorar el día anterior y preguntarse “¿lo estamos haciendo bien?”. Esta es una pregunta que nos hacemos a menudo mi pareja y yo. Porque a pesar de tener claro que queremos que nuestras hijas crezcan teniendo claro que pueden construir una identidad propia, a veces me invade el miedo de estar poniendo demasiada presión sobre su desarrollo personal y estar siendo demasiado dirigista. Y justo cuando iba a empezar a frustrarme con el hecho de que hubiéramos sido demasiado pesados o demasiado insistentes, mi hija entró en la cocina y me sacó de mi abstracción para preguntarme: “Papá, yo de mayor puedo ser lo que yo quiera, ¿verdad?”. Recordándome así que, al margen de lo que yo quiera, la clave está en lo que ella desee. 

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