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ENTREVISTA EDUCADORA SOCIOFAMILIAR

Tania García, autora de 'Quiérete mucho': “Una de las claves del autocuidado para las madres es pasar tiempo solas”

Tanía García

Lucía M. Quiroga

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El libro Quiérete mucho, de Tania García (Vergara, Penguin Random House, 2022) empieza contando su experiencia personal: cuando era niña y adolescente, Tania sufrió acoso escolar, lo que la llevó a tener problemas de autoestima. Esta vivencia la llevó a querer formarse en el ámbito educativo para promover el respeto y el acompañamiento emocional de niños y adolescentes. García es educadora sociofamiliar, investigadora social y escritora, además de fundadora de Edurespeta, un centro online para madres y padres donde ya se han formado miles de familias. En su último libro explora a fondo el concepto de la autoestima, que según ella es fundamental en el ámbito educativo y familiar.

Su libro se basa en la importancia de la autoestima en el desarrollo infantil. ¿Por qué es tan importante este concepto?

El nivel de autoestima que tenemos repercute en todos los aspectos de nuestras vidas, por eso es tan importante. Como madres y padres tenemos la responsabilidad de aportar el correcto nivel de autoestima a nuestras hijas e hijos mediante el trato que les damos, y también a través de lo que observan en nosotras y el ejemplo que finalmente tienen. Tener una autoestima saludable significa aceptarnos tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, sentirnos en paz con nosotras mismas, no regodearnos en la culpa y aprender de nuestros errores, sentir la seguridad que tanto necesitamos para las diferentes circunstancias de nuestra vida y, entre otras muchas cosas, también tener la confianza necesaria para establecer límites asertivos a otras personas. La buena autoestima es la piedra angular para el correcto desarrollo emocional y cerebral de una persona, que además, es un derecho humano universal.

También sostiene que para poder acompañar a nuestros niños y niñas en este proceso es importante que padres y madres tengamos una buena autoestima. ¿Cómo podemos trabajar esto en la práctica, en la vida diaria?

Primero, si sentimos que no tenemos un buen nivel de autoestima, lo que necesitamos es ser completamente conscientes de ello y querer darle una solución. Luego tenemos que hacer un profundo viaje interior, ya que nuestra autoestima siempre nos ha acompañado, baja, mediana o saludable, pero es un compañero de viaje vital que hemos tenido a nuestro lado y por tanto debemos reconciliarnos y aceptarnos con quiénes somos ahora y con las personas que fuimos. Todo esto conlleva aprendizaje e introspección, pero finalmente el objetivo es lograr sentirnos seguras y contentas por las personas que somos, conscientes en todo momento de todo lo que nos hace únicas y especiales, sean defectos o virtudes.

¿Y qué función tiene el autocuidado en todo esto?

Uno de los consejos para mantener una autoestima saludable, una vez hecho este viaje que comentaba, podría ser la rutina de buscar unos minutos tan solo para nosotras. Es algo que muchas personas creen que no pueden conseguir, pero que mirando bien las agendas o integrando despertarnos unos minutos antes o después vamos a poder lograr. Necesitamos tiempo con nosotras mismas, disfrutando de esas cosas que tanto nos gustan: leer, tomar un té, ver una serie que realmente nos interese… Pero pasar tiempo a solas cada día puede ser una de las grandes claves del autocuidado personal, enfocado a mantener una autoestima saludable.

Usted parte de su experiencia personal, cuenta que fue una niña y adolescente con baja autoestima y que sufrió acoso escolar. ¿Cómo influye esta vivencia en su papel como madre?

En mi caso, esta experiencia me llevó a tener una misión vital: defender los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y a eso me dedico desde los 14 años. Llevo ahora más de 20 años dedicados a la investigación socioeducativa y al trabajo diario por la transformación de la mirada social hacia la infancia y adolescencia. Mi propia lucha me ha transformado, he logrado transmitir estos valores a mis hijos y ayudar a miles de personas a hacer lo mismo.

¿Por qué es central el concepto de autoestima y no otros más conocidos de la disciplina positiva, como el cariño o la firmeza?

En realidad, a nivel social estamos acostumbrados a convivir con conceptos y metodologías que conllevan de base el adultocentrismo. Quizás de manera sutil y sesgada, pero adultocentrismo al fin y al cabo, y esto aleja a los niños y niñas de su autoestima saludable y de su óptimo desarrollo. No se trata de que un concepto sea más importante que otro, simplemente debemos enfocarnos en el respeto real por sus necesidades cerebrales, esa es la base.

¿Hay que combinar la importancia de valorarse a uno mismo con otras herramientas educativas? ¿Con cuáles?

Con, por ejemplo, no etiquetar ni comparar, algo que está completamente normalizado en nuestra sociedad. Estos comportamientos son algunos de los más dañinos para la autoestima de cualquier persona. Todas las etiquetas son perjudiciales para cualquier niña o niño. Da igual si la etiqueta es “la inteligente”, “el niño problemático”, o “la lectora”; todas las etiquetas siembran unas expectativas de comportamiento y de actitudes en las niñas y los niños que provocan que sientan constantemente la presión de ese rol que le ha sido impuesto, privándoles de su propia esencia. Las comparaciones son igual de dañinas para la autoestima. Cada persona merece ser tratada con singularidad, ya que todas somos personas únicas y, por tanto, ninguna niña o niño merece ser puesto en comparación con su hermana, con su primo o su compañero de clase porque duerma mejor, sea mejor deportista o saque más sobresalientes.

¿Influyen las expectativas y los prejuicios de los adultos a la hora de relacionarnos con nuestros hijos e hijas?

Por supuesto. La sociedad adultocentrista considera que niñas y niños vienen al mundo para cumplir las expectativas y los mandatos de sus madres y padres, sin tener en consideración sus opiniones, sueños, deseos… Muchos padres consideran que sus hijas o hijos son buenos o malos no en función de lo que universalmente se podría considerar como “bien” o “mal”, sino en el grado de sumisión que demuestren respecto a la demanda de los padres o de otras personas adultas. Si un niño llora en un centro comercial porque su madre no le puede comprar el juguete que tanto quiere, será prejuzgado por la sociedad como un niño malo, sin comprender que realmente está sintiéndose frustrado por no tener aquello que desea y como niño que es, con el cerebro 100% emocional en pleno desarrollo: grita, llora, se tira al suelo… El modo en el que reacciona la madre condicionará en gran medida la autoestima de ese niño, ya que si en vez de comprender la situación como normal y acompañarlo como merece, la madre acaba gritándole, amenazándole o chantajeándole para que deje de hacerlo, estará creando un muro emocional que acaba expresando todo lo contrario a amor incondicional.

¿Qué pasa si nos pasamos con la estimulación del amor propio de nuestros hijos, si nos centramos solo en alabar sus virtudes (y defectos) y dejamos de lado otras cuestiones más relacionadas con la firmeza como los límites, las rutinas, las normas de convivencia?

Alabar sus virtudes y defectos no es en ningún caso estimular su amor propio, de hecho, en mi libro explico concretamente cómo es el funcionamiento de estas interacciones, siendo algo revelador. Cuando educamos para que tengan una autoestima saludable, no dejamos de lado absolutamente nada, sabemos establecer unos límites verdaderamente respetuosos, adecuados y amables, enseñamos a convivir con ética, y acompañamos emocionalmente las rutinas de manera óptima. Educar para que se valoren a sí mismos no es educar en el narcisismo ni el abandono emocional, es todo lo contrario.

Asegura que enseñar a nuestros hijos a valorarse a sí mismos es más importante, por ejemplo, que enseñarles a lavarse los dientes. Es un ejemplo muy gráfico, ¿puede explicar esa idea?

Básicamente, cuando educamos en el respeto real, y por tanto en la autoestima saludable, integramos que lo más importante es la salud emocional, psicológica y mental, y esto impacta directamente también en su bienestar físico. Cuando educamos respetando, lo enseñamos absolutamente todo mediante el ejemplo, la coherencia, la amabilidad, la ética y el amor. Entre obsesionarnos por que se laven los dientes de una manera ruda, en la que continuamente les exigimos, nos enfadamos, les presionamos, les cronometramos… y acompañar emocionalmente de manera adecuada este momento para que integren esto mediante la aceptación incondicional por sus etapas y necesidades, no hay color. Lo más importante es integrar que la autoestima saludable no es el objetivo sino que forma parte del viaje, y que si les tratamos con respeto lograrán amarse a sí mismos, en el presente y en el futuro, así como respetar a los demás.

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