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Sobre este blog

Elena Zudaire (Pamplona, 1976) es vitoriana de adopción desde hace 14 años. Licenciada en Periodismo ha ejercido en la radio y la prensa local y vasca. Hace cuatro años cambió su rumbo profesional hacia la gastronomía inaugurando la escuela de cocina 220º pero sigue vinculada a la comunicación con colaboraciones habituales como esta columna, una mirada con un punto ácido hacia una ciudad en constante cambio.

Aroma electoral

Elena Zudaire

¿Lo huelen? El aroma pre electoral comienza a impregnar las páginas de los periódicos y los boletines radiofónicos. Es un aroma todavía muy sutil que, poco a poco, va calando en nuestro día a día. Pero que se nota, vaya si se nota… Los representantes políticos parecen despertar de su letargo para conseguir un hueco informativo por cualquier motivo que demuestre que sí, que ellos son la mejor opción, que se preocupan de usted y de mi y que harán de esta ciudad un lugar mejor, donde vivir una vida mejor.

Sin embargo, a veces no puedo evitar sospechar que algunas de estas loables intenciones no cuadran mucho con la hemeroteca y que esconden un, digamos, lavado de imagen que sirva como parche para encubrir la verdadera línea política. Sirva éste como ejemplo de una práctica de la que me temo, ningún partido está exento.

Leo hace unos días las preocupaciones del grupo municipal del PNV sobre el estado de las aguas de los humedales de Salburua. Dicen los nacionalistas que deberían controlarse los bombeos de los garajes del barrio y los vertidos de los pueblos en las aguas que alimentan las balsas del emblema del anillo verde y proponen tomar cartas en el asunto. Me sorprende la noticia porque, si bien es cierto que este partido se caracteriza por su preocupación en muchas materias, no recuerdo en él este interés medioambiental más allá de la foto del concejal en bicicleta en la semana de la movilidad o de la denuncia esporádica de un vertido ilegal en el extrarradio.

Me extraña que en ese listado de localidades que vierten sus aguas fecales previamente depuradas en plantas que no siempre funcionan como debieran no se incluya el complejo de la granja de Arkaute, un espacio que alberga a casi 3.000 trabajadores y alumnos, más que cualquiera de las otras poblaciones, y que está gestionado por el Ejecutivo vasco, gobernado por el PNV…

También recuerdo aquel ilusionante perímetro de protección cuya redacción se puso en marcha para intentar proteger las aguas de Salburua tras un lamentable vertido de gasoil de la Academia de la Ertzaintza en el año 2002. En este caso parece que el Gobierno vasco, por entonces también gobernado por los nacionalistas, no estaba tan preocupado. Total sólo han pasado 12 años de nada y el documento sigue dando vueltas. Y me viene a la memoria el plan de edificaciones promovido y apoyado por el PNV de José Ángel Cuerda que se saldó con la construcción del barrio de Salburua, al borde de las balsas, esas que ahora sufren la merma del agua que reciben por culpa de los bombeos de los garajes sobre los que advierte este mismo partido… Pero no quiero ser malpensada y me inclino a creer que nunca es tarde para apoyar la protección de uno de los pulmones de Vitoria-Gasteiz.

Me desayuno días después, ¡oh sorpresa!, con que resulta que el Gobierno vasco decide motu proprio hace unos meses eliminar la prohibición de explotaciones mineras subterráneas en la enésima versión del plan que redacta para proteger el perímetro de los humedales de Salburua. La noticia recoge las lógicas quejas de los técnicos ambientales del Consistorio gasteiztarra, que digo yo que estarán ya hasta el gorro de invertir tiempo y esfuerzo en sacar adelante un Anillo Verde que cada dos por tres tiene que lidiar con los caprichos de los gobernantes. Finalmente, el responsable de URA y el geólogo encargado de redactar el documento comparecen a petición de EH Bildu en la pasada comisión municipal de Medio Ambiente y vuelven a incluir esta restricción (que no prohibición, atentos), viniendo a decir poco menos que no era para tanto, que era una cuestión puramente técnica, pero que si se empeñan, pues bueno, pues lo metemos.

El caso es que permitir la extracción minera en esa zona coincidía casualmente con uno de los siete pozos que quiere promover la empresa pública del Gobierno vasco encargada de impulsar varios planes ligados al fracking. EH Bildu ha sido en este caso quien ha levantado la liebre pero lo cierto es que los movimientos sociales, los vecinos y muchos técnicos ambientales llevan gritando desde hace tiempo a los cuatro vientos que no están aclaradas las consecuencias de la fractura hidráulica a largo plazo para los acuíferos del territorio.

Tengo la sensación de que la fantasmagórica extracción de gas no convencional se cierne sobre nuestro futuro de forma inmediata. Y el Ejecutivo nacionalista no parece hacerle ascos a una explotación energética que, siendo sinceros, revertirá mucho, muchísimo dinero, como siempre, en el bolsillo de unos pocos. De eso se trata, en realidad. Ojalá la incógnita de las consecuencias del cóctel químico empleado en el fracking o la aprobación de una vez del perímetro de protección de los humedales preocupara tanto al grupo municipal del PNV como el grave problema de los bombeos de los garajes de Salburua a las balsas. Y ojalá que los nacionalistas pudieran estar en el lado de los que (al menos) tuvieran la conciencia tranquila en el caso de que, pongamos por caso, se contaminara el agua subterránea de la que se alimentan los humedales a consecuencia del fracking.

Pero no se preocupen. Porque, aunque no tuviéramos agua potable, “para el 2020, vamos a situar a Euskadi en el top ten mundial de las energias renovables”, dice henchido de orgullo nuestro lehendakari, Iñigo Urkullu…

Muchas personas a mi alrededor me critican mi desencanto por la política. Pero, qué quieren que les diga, a veces las estrategias son tan infantiles que me pregunto si realmente nuestros representantes piensan que somos tontos.

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Elena Zudaire (Pamplona, 1976) es vitoriana de adopción desde hace 14 años. Licenciada en Periodismo ha ejercido en la radio y la prensa local y vasca. Hace cuatro años cambió su rumbo profesional hacia la gastronomía inaugurando la escuela de cocina 220º pero sigue vinculada a la comunicación con colaboraciones habituales como esta columna, una mirada con un punto ácido hacia una ciudad en constante cambio.

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