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Emigrar y empezar de cero

De izquierda a derecha, Hmednah Mahyub, Silvia Urquijo y Verónica Eglee en la sede de CEAR-Euskadi en Bilbao

Alba Díaz de Sarralde

Después de verse obligadas a irse de su país, dejar sus vidas, intentar llegar de alguna manera a otro lugar y alcanzar el país de destino, las personas refugiadas tienen que empezar de cero. Es el siguiente obstáculo de la carrera. Solicitar la tarjeta de residencia, esperar a un permiso de trabajo o conseguir un contrato siguen suponiendo un reto para ellas, que en ocasiones pasan años a la espera de regularizar su situación.

Verónica Eglee lleva solicitando asilo desde que hace dos años llegó a Bilbao desde Venezuela. El asilo consiste en la protección ofrecida por un Estado a determinadas personas cuyos derechos fundamentales se encuentran amenazados por actos de persecución o violencia si se quedan en su país de origen. España recogió 31.320 solicitudes de asilo en 2017, de las cuales 10.350 son de origen venezolano. Del total de solicitudes, solo 4.675, es decir, el 35%, fueron favorables. Verónica, como otras miles de personas, sigue a la espera de que acepten la suya. Mientras tanto, ha obtenido su cuarta tarjeta de residencia, vinculada a esa solicitud. 

“Cada 6 meses se hace una renovación de la tarjeta de residencia, es decir, si continuas con ella o no. Es una tarjeta roja que dura seis meses, es tu número de identificación, tu NIE, con el que puedes acceder a varias cosas dentro del país”, explica Verónica. Este año ha conseguido su primer contrato de trabajo, pero la que es ya su cuarta tarjeta caduca en septiembre: “Mi contrato es hasta julio y no saben si me pueden renovar, porque no saben si me van a dar una nueva tarjeta. Eso nos hace estar en un limbo total porque no sabemos qué va a pasar con nosotros, las empresas no pueden contratarte si no tienes autorización de trabajo”. 

Quienes adquieren esta tarjeta ni siquiera pueden trabajar en sus primeros seis meses. Esto significa que la autorización de trabajo llega con la primera renovación, es decir, las personas poseedoras de una primera tarjeta no pueden ser contratadas. 

La situación es peor para Hmednah Mahyub, apátrida saharaui. Su condición significa que no es reconocido como nacional suyo por ningún Estado conforme a su legislación, y el trámite por el que optó fue el de solicitar el estatuto de apátrida. “Con esta solicitud tenemos también una tarjeta pero es diferente. Con la tarjeta verde no podemos ni trabajar, ni viajar, ni nada. Vine con mi padre enfermo de cáncer y cuando murió no pude salir con él. Estudié en Argelia y pasaba un poco lo mismo: teníamos permiso para estudiar pero no para trabajar. ¿A dónde vas? Si vuelves al campamento no hay nada”. Hmednah considera “una suerte” tener una tarjeta roja que a los seis meses te permita buscar trabajo, porque tramitar su situación es un proceso largo que, a diferencia del asilo, no le permite trabajar en todo ese periodo y dificulta más su inserción.

Consiguen renovar la tarjeta. Consiguen el estatuto de apatridia. Pueden trabajar. Hay más obstáculos: “Es muy difícil conseguir un empleo, primero porque no conocen esta situación en el mundo laboral o en muchos otros, como bancos, empresas de telecomunicaciones para colocar Internet en tu casa… Te dicen que esa tarjeta la puedes haber hecho en tu casa”, cuenta Verónica. Y conseguir un empleo es fundamental para construir una vida en cualquier lugar del mundo. Además, si deniegan su solicitud de asilo mientras trabaja, no podría seguir en la empresa. “Estás muy pendiente porque hay una realidad y unos números: se deniega muchísimo”, lamenta. 

En Bilbao, Hmednah y Verónica han encontrado a quien promueve la inserción laboral de las personas refugiadas, apátridas y migrantes. Por segundo año consecutivo la Comisión Española de Ayuda al Refugiado -CEAR- en Euskadi y Ner Group han firmado un convenio de colaboración llamado 'Conéctate Ner'. Ner Group es un grupo de empresas cuyos trabajadores quieren implicarse en voluntariado corporativo, por lo que los talleres ofrecidos en el programa son impartidos por las personas trabajadoras del grupo. Los talleres están destinados a personas refugiadas, migrantes y apátridas, con el objetivo de mejorar sus competencias y herramientas para la búsqueda de empleo dado que las barreras culturales suponen otro freno en el proceso. 

La técnica de intervención de CEAR-Euskadi y responsable del proyecto, Silvia Urquijo, afirma que es importante “sensibilizar al mundo de la empresa sobre la realidad y las dificultades que tienen estas personas aquí y, por otro lado, facilitar herramientas a las personas que están buscando trabajo”. Verónica participó el año pasado: “Los cursos me sirvieron mucho. De hecho, actualmente estoy trabajando y en parte es gracias a ellos”. Urquijo recalca que “tener un trabajo favorece su autonomía, su autoestima, su bienestar y su integración. Se sienten parte y aportan a la sociedad que les acoge”.

Hmednah agradece a Urquijo la posibilidad de participar en este tipo de programas: “Es muy importante para nosotros en este país para ver cómo podemos entrar en el mundo laboral, qué herramientas necesitamos…”. Cuenta que cuando llegó no sabía cómo tenía que ir a una entrevista de trabajo, cómo vestir o cómo comportarse. “Una compañera me dijo de ir a hacer una entrevista a un restaurante de comida italiana”, recuerda. “Yo, como siempre, dije ”¡Hola!“ como a cualquiera. Cuando los dos salimos me dijo: ”Eso no se hace“. Al entrar al programa nos enseñaron eso. Es una buena oportunidad para nosotros y espero que haya más”. Hmednah afirma que esta iniciativa le ayudó a encontrar su actual trabajo.

Aquí empiezan de cero

Gracias a CEAR-Euskadi, Hmednah trabaja a media jornada en un supermercado y Verónica en una empresa. Pero Hmednah estudió Administracion y Dirección de Empresas y Silvia es periodista. Aquí, no tienen ni título ni experiencia. “Normalmente, a los trabajos a los que acceden son de menor categoría profesional que para la que están preparados: son trabajos más precarios, más temporales… ”, afirma Urquijo. “Si no tienes un curso de aquí y experiencia aquí, no te cogen en ningún trabajo. No valoran lo que han hecho en sus países de origen cuando tienen muchísimo potencial y pueden aportar muchísimo”, añade.

Para homologar el título de Verónica, tendría que irse a Madrid. Las materias de su carrera no son las mismas, por lo que tendría que completarla con otras nuevas que ni siquiera ofrece la Universidad del País Vasco. Hmednah tendría que irse a Valencia e incluso considera hacer una nueva carrera si se metiera en la universidad.

Urquijo afirma que “cuando llegan tienen que volver a estudiar o hacer cursos de formación ocupacional como los de Lanbide, o no tienen nada”. Cursos para los que, al completarse con prácticas profesionales, primero han de tener la autorización de trabajo. “Eso sirve para que las empresas digan ”Ah, tiene algo aquí“. Sin embargo, no valoran para nada tu experiencia profesional. Comienzas de cero. Naces nuevamente cuando llegas aquí, en todos los sentidos”, relata Verónica.

Hmednah de momento solo ha podido homologar su bachiller, y continúa complementando su formación. “Me gusta trabajar para poder vivir”, afirma. Cuando obtuvo su primera tarjeta, Verónica no quiso acogerse al plan se asilo precisamente por eso: “En los primeros seis meses no puedes trabajar, que me parece un tema súper duro. Hay ayudas, hay muchos tipos de ayuda, pero me parecía difícil. Yo quería buscar mi vida y tratar de trabajar durante esos seis meses”. Urquijo resalta que ellos no han venido aquí buscando ayudas “porque ni siquiera conocían cómo funciona el programa de protección español. Eso lo aprenden aquí cuando llegan y ven cómo funcionan las cosas”.

Con el proyecto, Urquijo subraya que el objetivo es “conectar a las personas de Ner con las personas que atiende CEAR, pero también a otros agentes que trabajan a favor de que este colectivo tenga las mismas oportunidades que la sociedad vasca”. Lo que ha calificado como “una carrera de obstáculos” define la lucha que defienden quienes se marchan, una lucha que continúa cuando llegan a un país de destino en el que llegar no es la única meta, y la inserción laboral es uno de los objetivos para conseguir formar parte de la nueva sociedad a la que se integran.

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