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Almeida y Ayuso recortan el transporte público en plena crisis energética

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

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En plena crisis energética mundial, Madrid está aplicando recetas contrarias a lo que dicta el sentido común y a lo que recomiendan los organismos internacionales. ¿Qué debemos hacer cuando se dispara el precio de la electricidad, el gas y el petróleo a causa de la guerra de Ucrania? Evidentemente, no dificultar el uso del transporte público, sino favorecerlo. Es más eficiente que el coche, su uso puede suponer un gran ahorro en nuestros desplazamientos diarios y necesitamos reducir la dependencia de los combustibles fósiles.

Sin embargo, en Madrid, ni Comunidad ni Ayuntamiento han tomado medidas de apoyo al transporte público en el Metro o en la EMT. En un momento en el que su uso se está recuperando más lentamente que el del coche tras la pandemia y no alcanza todavía los datos previos a 2020, Ayuso y Almeida echan más leña al fuego y encaran esta crisis obstaculizando el uso del transporte público con recortes en el servicio que lo hacen menos rápido y confortable, dos de los criterios más importantes a la hora de decidir la forma de movernos.

No es momento de dar pasos atrás. Necesitamos que el transporte público vuelva a ser la opción mayoritaria de la ciudadanía madrileña si queremos respirar en nuestras ciudades, mejorar y frenar el cambio climático. Pero, ¿cómo podemos conseguirlo si el Metro y los autobuses cada vez tardan más en llegar, hay más colas y vuelven las aglomeraciones?

Necesitamos más y mejor transporte público, especialmente en este momento tan concreto. Por ese motivo, y para revertir los recortes, desde los sindicatos de Metro y EMT han ido convocando protestas que el jueves culminarán en una manifestación abierta a la ciudadanía, que saldrá a las 19 horas de Colón. 

En la EMT, donde todos los días faltan turnos para salir por la escasez de conductores, Almeida acaba de recortar de forma permanente el servicio en 16 líneas, que han perdido 22 autobuses y hasta un 15% de horas de conducción. El alcalde ha recortado líneas como la 27, la que más viajeros transporta, o la 28 y la 70, que ya presentaban problemas antes de los recortes. Otras, como la T61 han perdido la mitad del servicio en horario de tarde. Esta disminución de autobuses afecta, sobre todo, a las líneas de la almendra central y el norte, perjudicando a 15 de los 21 distritos.

No podemos permitir la degradación del servicio de EMT, como ya ha pasado, por ejemplo, en BiciMAD. Todo ello, mientras el gasto en altos cargos no ha dejado de aumentar en la empresa municipal de autobuses. Es absolutamente vergonzoso, recortan el servicio público a la ciudadanía, mientras en la EMT hay un 70% más de directivos desde que gobierna Almeida.

La situación en Metro de Madrid no es mucho mejor. El Gobierno de Ayuso sostiene con pinzas un servicio que es vital para nuestro día a día. Desde 2018, cuando se anunció, el PP ha sido incapaz de sacar un pliego de contratación para comprar nuevos trenes, que son imprescindibles para Metro. Es urgente mejorar el servicio cotidiano y dar respuesta a las necesidades de las ampliaciones que están en marcha.

En términos de personal, ni siquiera están contratando las 323 personas imprescindibles para cumplir la tasa de reposición, un acuerdo recogido en el convenio colectivo, ni tampoco ampliando la plantilla. La consecuencia de todo ello es que el servicio no mejora, al contrario, va a peor: no es atractivo para la gente, quienes pueden elegir su medio de transporte no eligen volver a viajar en el metro, lo que lleva a que haya menos demanda y a que el PP justifique nuevos recortes. Una pescadilla que se muerde la cola y que habría que afrontar con decisión y con una apuesta clara por Metro para solucionar este grave problema. 

Los gobiernos autonómico y municipal no están aprovechando todo el potencial que tienen una región y un área metropolitana como Madrid para estar a la cabeza de Europa con un modelo más sostenible, más sano y, sí, mucho más feliz. 

Porque en una región en la que ‘gastamos’ una media de 70 minutos al día solo en desplazarnos; en una región que deteriora el servicio público de transportes; en la que no se apuesta por los modelos activos de movilidad; en la que para movernos entre pueblos vecinos hay que ir a Madrid y volver; en un Madrid pensado por y para el coche ni tenemos libertad de elegir, ni tiempo para vivir.

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