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Asfaltando Madrid: otra oportunidad perdida

Arquitectas y profesoras de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid
Trabajos de 'impresión' de adoquines en el asfalto recién colocado en la calle Valencia
17 de abril de 2023 22:33 h

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Se acaba de publicar en estos días el informe de síntesis del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos contra el Cambio Climático) en el que, tras una revisión sistemática, se concluye que “la ventana para asegurar un futuro habitable se cierra”. Y en efecto, la subida de temperaturas debida al cambio climático, junto con el agotamiento de recursos y la pérdida de biodiversidad, amenaza la vida tal y como la conocemos en la tierra.

El pasado año sufrimos en España y en nuestra ciudad, Madrid, uno de los veranos más calurosos, con intensas olas de calor de mayor duración desde que existen registros. Esta situación supuso para gran parte de la ciudadanía la constatación en primera persona de las consecuencias del cambio climático. A este incremento de temperaturas, se suma en las ciudades el fenómeno de la isla térmica urbana y que, en el caso de Madrid, puede implicar una diferencia de más de 5° entre la temperatura del centro de la ciudad y la de su periferia. Entre las causas que producen este efecto de isla térmica se encuentran tanto las superficies y acabados de calles y edificios, como el calor generado por las personas, el uso masivo del automóvil o las calefacciones y aires acondicionados; la evidencia nos muestra que todo ello produce modificaciones importantes en el clima urbano que afectan de manera negativa a las personas que aquí vivimos.

Las actuaciones que pueden revertir esta situación se deben dirigir tanto a mitigar el incremento del efecto invernadero en la atmósfera terrestre como a preparar nuestros entornos urbanos para adaptarse a estas altas temperaturas.

Los responsables municipales de las ciudades europeas están impulsando diferentes proyectos para transformar el espacio que hasta ahora se había diseñado para el uso del automóvil. Esto pasa por el despliegue de estrategias como la instalación de materiales permeables para los suelos, el uso de pavimentos de colores claros con alta capacidad de reflejar la radiación, la introducción de árboles, zonas ajardinadas y elementos de sombreamiento que eviten la incidencia solar. Estas medidas no sólo permiten crear refugios en el espacio urbano para hacer frente a las condiciones climáticas extremas en verano, sino que también envían un mensaje a la ciudadanía de que es necesario reducir drásticamente el uso masivo del coche en la ciudad.

En este contexto, el Ayuntamiento de Madrid ha emprendido una campaña sin precedentes reasfaltando algunas de las avenidas de la ciudad, lo que parece querer decir al ciudadano que las calles siguen siendo espacios para el automóvil ya que intrínsecamente se potencia un aumento de la velocidad. 

Pero, además, en las últimas semanas, los vecinos y vecinas de los barrios históricos de Madrid, como Malasaña, han visto cómo el Ayuntamiento está cubriendo con una capa de asfalto las pequeñas calles de barrio, hasta ahora pavimentadas con adoquines. Estas actuaciones no solo restan capacidad a nuestra ciudad para su adaptación al cambio climático mediante la contribución de superficies más permeable, sino que, además, atentan contra el patrimonio histórico, cultural y artístico de la ciudad. 

El Ayuntamiento de Madrid se equivoca con estas medidas de asfaltado continuo de la ciudad. Así lo demuestran numerosos estudios, y en breve, desgraciadamente, lo podrán seguir atestiguando los vecinos de las zonas afectadas. La transformación y adaptación de las superficies urbanas no consiste únicamente en utilizar colores claros, siendo éste el argumento del ayuntamiento para defender el asfaltado; influyen otras características de los materiales, como son el calor específico, densidad, porosidad, transmitancia térmica, textura... así como las soluciones constructivas en las que se integran y el conjunto de elementos que configuran el espacio. Como técnicos podemos confirmar que la capa base de asfalto que están usando potenciará la absorción térmica, ya que la mínima capa de resina clara con la que se acaba en la capa superior ya ha demostrado su poca duración y eficacia en calles en las que se ha colocado, y su rápida desaparición dejará el suelo obscuro y empeorará las condiciones del espacio urbano en verano.

La capa de asfaltado, impermeable, empeora las condiciones exteriores al disminuir la humedad relativa, que en los momentos de más calor en Madrid en las horas de mediodía se reduce al 20%, cuando las condiciones de confort recomendarían que estuvieran alrededor de un 50%. Por el contrario, el agua que se queda entre y por debajo de un pavimento con adoquines, protegida por ellos, tarda mucho más en evaporarse y lo hace más lentamente que la que discurre por la capa exterior de una capa impermeable como es el asfalto, más aun si la base de apoyo de los adoquines es permeable.

El comportamiento térmico de los materiales del espacio urbano influye sobre el de los edificios próximos, configurando condiciones externas que aumentan las exigencias de climatización en el interior de los edificios. Los acabados y materiales también tienen influencia sobre confort de las personas, no sólo a nivel fisiológico debido a su temperatura superficial o su color, sino también en el plano psíquico.

Y además, el uso de determinadas soluciones y acabados tienen otros efectos beneficiosos y sinérgicos. En el caso de los adoquines, contribuyen a calmar el tráfico ya que los conductores interpretan que están atravesando zonas de convivencia con los peatones frente al asfalto, que potenciará la velocidad de los vehículos de motor.

Igualmente importante es el valor patrimonial e histórico que el pavimento de adoquines tiene para nuestra ciudad. ¿Cómo describir el carácter o la imagen de una ciudad como Madrid? Sin duda su centro histórico, con sus estrechas calles, algunas incluso de origen árabe, estarían entre las primeras imágenes. Estas pequeñas calles pavimentadas con adoquines, donde el tiempo adquiere otro ritmo, están sufriendo una transformación que atenta contra su carácter, su historia. El pavimento de granito ha sido el material idóneo de las calles de nuestra ciudad desde que se convirtió en capital de España en 1561, por su durabilidad y su disponibilidad en las canteras de la sierra de Madrid. Posteriormente esa imagen se ha ido reproduciendo con adoquines de otros materiales que han configurado la imagen del centro de la ciudad. Que esta solución sea sustituida por un material continuo, con un dibujo impreso que lo imita malamente, es una ofensa a la sensibilidad de todos los madrileños. No tiene ningún sentido ofrecer una mala imitación cuando ya disfrutamos del original, siendo éste mucho mejor desde todos los puntos de vista. 

Madrid no puede permitirse dar pasos hacia atrás en la mejora de las condiciones urbanas en la línea de la transformación y transición ecológica impulsada desde numerosas políticas europeas. Para ello es necesario que, en todas las actuaciones que se realicen, por pequeñas que parezcan, se tenga siempre una visión integral y se cuente con las recomendaciones realizadas por arquitectas y arquitectos, urbanistas y especialistas que han investigado y avanzado en el conocimiento para mejorar la calidad de vida de nuestros conciudadanos y reducir la insostenibilidad inherente al actual modelo de ciudad que tenemos. Hoy en día existen numerosas soluciones probadas de pavimentos permeables que podemos y debemos adaptar a las condiciones climáticas, sociales, históricas y culturales de Madrid para ofrecer nuestra propia versión de una ciudad en lucha contra el cambio climático.

Por todas estas razonas, solicitamos al Ayuntamiento de Madrid que cese en estas actuaciones y revierta las actuaciones ya realizadas para una mejor calidad y disfrute del espacio público de los habitantes de la ciudad. 

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