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Un barrio mejor es un barrio limpio

Trabajadores de la limpieza en la Puerta del Sol.

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El pasado mes de noviembre el Ayuntamiento de Madrid adjudicó el contrato de limpieza de la ciudad por 1.636 millones de euros para los próximos seis años. Supone un 45% de incremento del precio de licitación del contrato anterior de 2013, firmado por Ana Botella. La inversión por habitante pasa de 59 euros a 86 al año. La limpieza es, sin género de dudas, la mayor inversión que ha de realizar un gran ayuntamiento. ¿Cómo se utiliza esa inversión? ¿Están los y las madrileñas satisfechas con la limpieza? Si echamos un vistazo a las redes sociales o escuchamos a las asociaciones vecinales, es evidente que la ciudadanía no percibe que viva en una ciudad limpia.

Las empresas adjudicatarias de los seis lotes en que se divide el contrato de limpieza son Cespa, Valoriza-OHL, Urbaser, FCC y Alfonso Benítez-Acciona. De ellas, Urbaser, empresa en manos de un fondo buitre, es la que sale más beneficiada al llevarse dos de los seis lotes.

El 'megacontrato' establece el tipo de limpieza, la frecuencia y la intensidad con la que se limpiará en cada calle de la ciudad hasta 2027. Incluso aquellas zonas que nunca serán limpiadas porque el contrato no las contempló, los llamados interbloques. Da igual que en los próximos seis años las circunstancias cambien, los cálculos de necesidades de limpieza se han realizado a 'ojo de buen cubero', priorizando eso sí, la limpieza en las calles para el turismo y para las compras de lujo por encima de las calles de los barrios en las que habitan cotidianamente las personas que viven en Madrid. Por eso en la calle Serrano y adyacentes se limpiará todos los días mientras que, en las arterias principales de los barrios del sur, las empresas cumplirán con barridos y baldeos cada dos o tres días. Estos contratos de limpieza contribuyen a profundizar la desigualdad que atraviesa este Madrid gobernado por la derecha.

La limpieza de las calles y calzadas de una ciudad es una necesidad improrrogable y cotidiana que influye de manera directa en las condiciones de vida de las personas. Entender las calles como espacio público y común que ha de ser cuidado, conservado y mantenido en las mejores condiciones, es comprender que el servicio de limpieza es un servicio a la ciudadanía de primer orden, por su enorme impacto en el día a día de las personas. Un gobierno que quiera ofrecer este servicio de manera eficiente y responsable debe disponer de su gestión directa para poder así disponer del conocimiento de la realidad con el máximo detalle.

¿Cómo se ensucian las calles? ¿Qué puntos sucios tiene cada barrio? ¿Cuál es la cantidad de alcorques y su estado? ¿Cuáles son las dificultades y obstáculos que hacen que las tareas de limpieza sean más lentas, o más penosas para las y los trabajadores que las realizan? ¿Qué circunstancias cambian en las calles que hacen necesario intensificar o cambiar el tipo de limpieza inicialmente previsto? Son preguntas cuyas respuestas nos facilitan multitud de datos y que las personas que trabajan diariamente limpiando las calles son quienes mejor las pueden responder.

El Ayuntamiento de Madrid no dispone de información porque mediante los contratos de limpieza se desentiende de ella. A cambio, estos definen qué calles de nuestros barrios y con qué frecuencia van a limpiar durante los próximos seis años empresas privadas como Acciona o Ferrovial. 

El modelo que tiene Madrid no es el único posible, hay otros gobiernos que sí han asumido la responsabilidad política de comprender la limpieza de las calles como un servicio esencial para la vida de las personas. Alcorcón, muy cerca de Madrid y municipio en el que Podemos forma parte del gobierno, gestiona la limpieza de las calles mediante una empresa de titularidad y gestión pública, ESMASA. Una empresa gobernada con responsabilidad política, apostando por la innovación, la transparencia y el buen gobierno.

Alcorcón, hoy, es un ejemplo que demuestra que lo público funciona mejor y ha logrado revertir los daños ocasionados por el 'modus operandi' de la derecha: deteriorar un servicio público para después privatizarlo. Este es el caso, por ejemplo, de lo que estamos viendo con BiciMad. La EMT asumió la gestión de BiciMad, que el equipo de gobierno anterior rescató de la ruinosa gestión privada. Durante el mandato pasado, el servicio alcanzó altos niveles de reconocimiento, uso y satisfacción, pero desde 2019 Almeida ha ido deteriorando paulatinamente BiciMad. Dos años después por falta de recursos y personal, denunciado por los trabajadores de EMT, conocemos que el Ayuntamiento autoriza a seis empresas privadas el despliegue de 2.800 bicicletas eléctricas.

Fue esta misma forma de operar del PP la que llevó a ESMASA, empresa pública de servicios de Alcorcón, a acumular una deuda de más de cinco millones de euros y obligaciones sin cumplir ante el registro mercantil. Más de 500 trabajadores estuvieron en la cuerda floja por una gestión irresponsable y deleznable de la derecha. Mientras, las empresas privadas se frotaban las manos porque ya estaba a punto la privatización de los servicios de limpieza.

Pero, la operación prevista falló pues en 2015 hubo elecciones municipales y la limpieza fue asignada a Podemos. Desde el primer momento, se apostó por la modernización y la racionalización de la gestión de ESMASA. A partir de la información y las propuestas de sus trabajadores, quienes mejor conocían cada calle y sus particulares condiciones para la limpieza, se estableció un sistema de conocimiento georreferenciado de los datos, se trasladaron a una contabilidad analítica y el servicio de limpieza pasó a estar entre los mejor valorados por parte de los vecinos y vecinas.

Jesús Santos, presidente de ESMASA y teniente de alcalde de Alcorcón, no solo ha hecho más eficiente cada uno de los euros invertidos, sino que ha elevado la transparencia facturando actualmente cada mes las horas realmente trabajadas al Ayuntamiento, lo que ya ha supuesto un ahorro para las arcas municipales respecto de las anteriores asignaciones anuales. Todo ello ha hecho que, hoy, ESMASA sea una empresa que recibe premios nacionales e internacionales de reconocido prestigio por su labor y pueda plantearse la ampliación de servicios sin suponer una carga para Alcorcón.

El ejemplo de ESMASA nos demuestra que lo público funciona mejor, que otra manera de hacer las cosas es posible, que podemos mejorar la limpieza en nuestra ciudad, porque un barrio limpio es un barrio donde se vive mejor.

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