Contribuir a la lucha contra el cambio climático en el plano internacional de manera activa, ambiciosa y responsable
Parece difícil que los políticos del Estado español se interesen este año en la cumbre del clima, con las elecciones generales un par de semanas más tarde. En realidad tampoco antes parecían prestar demasiada atención. Se deja hacer a los representantes de la UE (¡nuestro club!) y… que a ellos se dirijan todas las reclamaciones.
Pero España no es un país menor dentro de la UE, al menos en cuestión de emisiones de gases de efecto invernadero: somos el sexto contribuyente de la UE al cambio climático. Antes de la crisis, este país suponía un verdadero riesgo para que la UE en conjunto pudiera cumplir el Protocolo de Kioto, porque estaba muy por encima del límite comprometido. De hecho, incluso una vez entrados en la crisis, con la consiguiente reducción de emisiones por puro cese de actividad, el Estado español es uno de los pocos que ha tenido que recurrir a la compra de “bonos de reducción en el extranjero” para cumplir Kioto.
A pesar del escaso interés real demostrado hasta ahora, lo que tienen que entender los responsables políticos españoles es que somos uno de los países de la UE más expuestos a los daños debidos al cambio climático. Por mencionar solo alguno, la disponibilidad de agua, tanto para la agricultura como para el turismo (¡esa gran apuesta de industria nacional!) como en los impactos en las costas de la subida del nivel del mar, o los efectos de olas de calor.
El pasado 2 de noviembre hizo un año de la “toma de posesión” de la Comisión Juncker, y muchos grupos ecologistas han criticado al actual Ejecutivo europeo por su parálisis en el área medioambiental. En un momento tan importante para la lucha contra el cambio climático, las propuestas que se llevan a la cumbre de París están por debajo del nivel de responsabilidad de la UE en la creación del problema climático.
Por eso los políticos de nuestro país deberían estar empujando para que se aclaren los aspectos más laxos de la propuesta europea, y ser un contrapeso a las reticencias de los miembros comunitarios mas proclives a seguir aprovechando su grandes reservas de carbón, entre otras influencias contrarias. Concretamente, el objetivo de la UE de llegar a un 40% de reducción de emisiones en 2030 (respecto a 1990), es dependiente en realidad de decisiones nacionales, posteriores a la cumbre de París, que pueden reducir su efectividad en 6.000 millones de t de CO2 (mucho más de lo que emite toda la UE en 1 año).
Con estos subterfugios, que convierten facilidades iniciales para una transición económica en privilegios permanentes para que los cambios nunca sean profundos, va a ser muy difícil convencer a los países con necesidades reales de desarrollo de que acepten limitaciones al uso de combustibles fósiles. Es decir, que sean parte relevante de la solución de un problema que no crearon, al menos hasta hace pocos años, y del que la mayoría de la población mundial no es responsable pero llevará la peor parte en los impactos. Muchos de esos países se están movilizando para reducir sus emisiones, pero necesitan de financiación tanto para satisfacer sus necesidades con energías limpias como para prepararse para evitar los daños probables que les pueda causar el cambio climático. La UE debe luchar en París por un paquete financiero fuerte hacia estos países, que garantice una provisión adecuada, continua y creciente, a partir de 2020.
La política internacional del clima es un poliedro irregular y de muchos lados, sobre todo porque se busca que coexistan los intereses económicos establecidos con los objetivos ambientales que se reconocen como ineludibles. Esto simplemente es imposible, y por eso no se ha avanzado apenas en frenar el cambio climático.
La solución al cambio climático pasa por reducir fuertemente y pronto las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto significa promover las energías renovables y reducir en general el uso de la energía mediante la eficiencia y la concienciación del público y de los políticos. El camino es largo pero va a haber que recorrerlo deprisa. Por ello, los miembros de Alianza por el Clima nos manifestaremos mañana domingo en Madrid (a partir de las 12:00, de Cibeles a Sol) y en otras ciudades.
* Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Plataforma por un nuevo modelo energético, SEO Birdlife y WWF.